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Matutinovic: "Hice mucho por el waterpolo español, le cambié la mentalidad"

Francisco Ávila.

Sant Boi de Llobregat (Barcelona), 17 jul .- El croata Dragan Matutinovic (Split, 1954), seleccionador español entre 1990 y 1993 y por lo tanto responsable de la medalla de plata en Barcelona 92, se siente participe de los posteriores grandes éxitos del waterpolo nacional, ya que considera que él cambió la mentalidad a aquel equipo.

"Hice mucho por el waterpolo español, les cambié la mentalidad. Después ficharon al cubano Iván Pérez, el mejor boya del mundo, y lo ganaron todo. Si yo lo hubiera tenido, también lo hubiéramos ganado todo", asegura Matutinovic, ahora seleccionador del equipo femenino croata, en una entrevista con EFE.

A Matutinovic, conocido como 'el ogro' por sus expeditivos métodos de entrenamiento, lo fichó en 1991 el presidente de la Real Federación Española de Natación (RFEN), Joaquim Pujol, en sustitución de Toni Esteller.

"Llegué y conseguimos medallas en todas las competiciones. En tres años, logramos tres medallas de plata y dos bronces en los cinco torneos que jugó España", recuerda.

Recuerda que a su llegada, en el equipo nacional no había disciplina. "Esteller es un gran entrenador, pero no existía disciplina en las cosas fundamentales para conseguir el éxito. Me contrataron no sólo para imponer la disciplina, pero también por eso", insiste.

Comenta que por aquel entonces España estaba lejos de la elite, eran años en los que Manel Estiarte era máximo goleador y mejor jugador de cada competición, pero la selección era sexta o séptima del mundo.

"Me contrataron para hacer un grupo fuerte como equipo, no individualmente. Construimos un grupo con mucha clase y calidad. ¿Cuántas medallas ganaron después sin mí? Las bases (del éxito) las puse yo a base de trabajo, disciplina y orden", reivindica.

Se refiere a que después de aquella amarga plata olímpica y de que fuera despedido al año siguiente después de ser sancionado con doce partidos por una agresión a un árbitro en el europeo de Sheffield (Inglaterra), España conquistó el oro olímpico (Atlanta 1996) y los Mundiales en Perth (1998) y Fukuoka (2001).

Matutinovic no tiene dudas en señalar que los males del waterpolo español radican en que aquí falta "un sistema de trabajo profesional", aunque admite que "la selección es otra cosa".

"Siempre he hablado claro. El waterpolo español tiene buenos jugadores jóvenes. No dudo que trabajan bien, pero creo que es insuficiente. Ellos están en la fase en la que deben dar un salto a la elite" insiste.

E inmediatamente la cabeza le lleva a aquellas duras concentraciones de España en Andorra para preparar los Juegos de Barcelona: diez kilómetros de carrera en pendiente, 10.000 metros en piscina y sesiones de pesas durante ocho horas al día.

"Esas concentraciones eran muy necesarias. Venían de entrenar dos horas al día y conmigo el entrenamiento era de ocho horas. Entrenábamos lunes y martes, el miércoles jugábamos a fútbol. ¿Por qué se entrenaban ocho horas? Estaban muy mal entrenados de años anteriores", asegura.

"Mis entrenamientos iban encaminados a ganar fuerza física, pero también la más importante: la fuerza mental. Entrenando ocho horas tienes la fuerza mental necesaria para hacer lo que quieras en la última jugada del partido y en cualquier circunstancia", dijo.

Las concentraciones de Andorra estaban repletas de anécdotas. Desde aquellos partidos de fútbol con los que se rompían la monotonía de las duras sesiones físicas y en los que los jugadores se vestían con el uniforme del Real Madrid o del Barcelona.

"Jesús Rollán era el mejor de su equipo (madridista) junto con Chava, Toto, Miki Oca; y del otro (del Barça) los mejores eran Estiarte y Rubén Michavila. Eran partidos con muy buen nivel", recuerda.

Pero también Matutinovic se refiere a otra anécdota vivida en un hotel de concentración. "A mí me gusta el jamón y el queso. Y, antes de las comidas, me ponían para picar un poco de ese embutido. Un día llegaron los jugadores antes y se lo comieron. No les comenté nada, pero cuando llegó el postre les dije que ya se lo habían tomado antes y los eché del restaurante", comenta.

Matutinovic no entiende la sorpresa que se desató por sus métodos cuando ese tipo de entrenamientos eran habituales en la extinta Yugoslavia, en Hungría o en Rusia.

"Con 21 años empecé entrenando a niños, entrenaba y jugaba en el Molnar Split. Con 28 ya era responsable de un primer equipo de primera división, el Korcula, pero me llamó el Molnar, cogí este equipo, y en menos de uno año ganamos la Recopa. Con 33 años tenía un título europeo después de ganar en la final de 1986 al CN Cataluña", asegura.

Y aquel título le abrió las puertas del waterpolo español. Llegó a España en 1987, primero para dirigir al CN Barcelona, luego regresó a su país y finalmente llegó al Montjuïc antes de dirigir a la selección masculina.

"Admito que soy un tipo raro y me fui del Barcelona porque me di cuenta que firmé un contrato a prueba por seis meses. A mí no me prueba nadie, les dije a los directiva, y me fui. Cinco meses después me llamó el Montjuïc y firmé por ellos", recuerda.

De aquella final olímpica de 1992 perdida ante Italia recuerda la presión que se vivía en una piscina ante 11.000 espectadores. "Los jugadores rindieron al cien por cien, pero estuvimos por debajo de nuestras posibilidades", admite.

Recuerda Matutinovic que la última jugada -antes del gol de la victoria de Italia- tenía que haberse planteado de otra manera, pero también que "las decisiones se toman en un segundo".

Al croata le dolió su abrupta salida de la selección. "Me supo mal, no lo merecía. Hay cosas que hay que entender. He tenido dos o tres oportunidades para volver a España (selección y club), pero de la generación de jugadores que entrené, muchos de ellos se hicieron entrenadores y a mí me veían como una competencia. Cualquiera puede entrenar bien, pero en la Federación hay gente que me ve con reticencia", añadió.

A aquellos que consideran que con Matutinovic España no ganó medallas de platas, sino que perdió oros, el croata admite que fue así. "Es pura verdad. Pero ¿dónde estaba España cuando empecé a entrenar? ¿En el once del mundo? Todo tiene su evolución", argumentó.

De aquellos jugadores a los que dirigió Matutinovic admite que le gusta mucho Miki Oca como entrenador, pero también Dani Ballart. "Creo que él llegará a ser seleccionador masculino con el tiempo y además, con él, España ganará medallas", opinó.

Cree el croata que cada vez más valores como la disciplina se están perdiendo porque los jugadores "cada vez tienen más fuerza" que los entrenadores.

"Yo no necesito tener buena relación con ellos, me conformo que me amen esos diez segundos mientras se suben al podio y celebran un título. Yo también quiero la medalla, quiero que me respeten, y lo hacía siempre", resume.

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