Manuel Sánchez Gómez
Londres, 31 ago .- "Por ahora nos aguantamos, pero habrá que ver en once meses". Son las palabras, en tono de broma, de los tripulantes del Punta del Este, uno de los once barcos que este domingo partirán de Londres para dar la vuelta al mundo dentro de la competición Clipper Race y que se ha convertido en el reducto español de la carrera.
Su capitán, Jerónimo Santos, es el primer patrón de barco español en la historia de esta competición. Entre su tripulación hay varios españoles, incluyendo a Clara Carrington, la primera española que completará todas las etapas, y en la pequeña cocina de la embarcación, no faltará la tortilla y la paella.
La historia de estos sucesores de Juan Sebastián Elcano surge a la vera de la Clipper Race, la carrera que atraviesa 40.000 millas náuticas (74.080 kilómetros) abordando los cinco continentes y que cumple en este 2019 su duodécima edición.
A escasos días de que la aventura comience, Jerónimo y sus 23 tripulantes, todos ellos aficionados, puesto que esa es una de las máximas de la carrera, expandir de la navegación a todo el mundo, abren los secretos de su navío, el Punta del Este, a Efe.
"Hay que llevar el sentimiento español por todo el mundo, como hicieron en el pasado Elcano y demás", explica Jerónimo mientras abandona la cubierta para introducirse dentro de la nave.
Una estrecha cocina con horno adaptable a la posición del barco, dos baños similares a los de los aviones, una sala de control, una despensa para las velas y las cuerdas, y dos camarotes con seis camas cada uno -puesto que se rotan los turnos para dormir- componen las entrañas del navío.
Se permite a cada persona llevar veinte kilos de equipaje, para lo que se escoge la ropa adecuada, es decir, la que mejor resiste a la humedad como la lana merino, además de los objetos supersticiosos de cada uno, como un peluche vestido de pirata o una pequeña herradura de 1920.
La comida se acumula en bolsas para cada día. Grandes cantidades de arroz y pasta, bolsas de patatas, dulces y carne que se guarda como paño en oro en un pequeño congelador. Todo está medido al milímetro para que cada persona reciba las proteínas necesarias.
Lo que no quita, que haya tiempo también para disfrutar de la gastronomía española incluso en mitad de una competición.
"Nos organizamos con turnos para cocinar, pero también se forma una especie de pique entre nosotros, para ver a quién le queda mejor. Una de las cosas que no va a faltar en el viaje va a ser la paella. Entiendo que la buena comida ayuda al espíritu y a tener la energía que hace falta", deslizó Jerónimo, a quien se le planteó la duda de cuántas paellas en la historia se habrán cocinado en medio del Pacífico, el Atlántico y el Índico.
Aunque esté prohibido el consumo de alcohol a bordo, eso no impide que los habitantes del Punta del Este sean los únicos en realizar una 'hora feliz' diaria, a su manera.
"Tenemos todos los días una hora en la que nos juntamos todos, si se puede, y hacemos un evento social, cocinamos una pequeña tarta o algo sencillo".
No en vano son el grupo más ruidoso y dicharachero de los que descansan estos días en los muelles de St. Katherine, a orillas del Támesis, a la espera de que este domingo el puente de Londres se levante para verlos partir.
Durante los once meses que dure la aventura, los 24 tripulantes del barco intercambiarán sus funciones, aunque siempre, motines a parte, manteniendo a Jerónimo como capitán.
El barco, además, se sostiene por sí solo, ya que posee una desalinizadora para convertir el agua del mar en agua potable, y la electricidad la produce un generador que se ayuda del diesel del barco para dotar de energía a los sistemas electrónicos y los móviles.
Porque esa es otra, los viajeros tienen teléfonos, aunque, según explica Jerónimo, el uso es limitado ya que, lógicamente, no es fácil encontrar cobertura en medio del océano.
"Tenemos un sistema vía satélite con el que se puede mandar una pequeña cantidad de datos para hablar con la familia, como un correo o un mensaje. Es importante que la tripulación pueda tener ese contacto familiar, que no sea solo estar once meses lejos", reflexiona el capitán.
Para prepararse para tan dura aventura, los participantes tuvieron que superar un duro proceso de selección y, después, cuatro semanas de entrenamiento.
Ya desde ese momento se plantea la estrategia. Aquí no hay un punto en común, igual que en la comida, cada capitán llega a un consenso con su tripulación y se organizan de diferentes formas.
"Aquí vamos a dormir seis horas durante el día, luego se trabaja otras seis y por la noche trabajas cuatro horas y duermes otras cuatro. Se tarda entre cuatro días y una semana a adaptarse a este horario", matizó Jerónimo.
Una vez desgranadas las tripas del barco, Jerónimo sale a la cubierta para encontrarse con la que será su familia durante los próximos once meses. Aunque no todos aguantarán el reto al completo. Algunos, sobre todo los que tienen hijos más pequeños, irán salteando etapas, otros solo probarán unas pocas, mientras que los más osados visitarán Uruguay, Sudáfrica, Australia, Filipinas, China, Estados Unidos, Panamá y Portugal, es decir; todas las localizaciones que incluye la carrera.
"Estar veinte personas aquí metidas, conviviendo, cocinando, y navegando es muy difícil. Todos los que venimos aquí estamos cortados por el mismo patrón. Somos gente que nos gusta mucho controlar las situaciones, gente bastante organizada y metódica. Es la única manera de conseguir que tanta gente conviva en un espacio tan pequeño", sopesa Jesús Cabedo, madrileño de 47 que formará parte de la expedición.
No dudan en recalcar que para nada esto son unas vacaciones y que el pique con el resto de navíos que componen la competición, van con el objetivo de ganar.
"La Clipper Race se centra en la seguridad, pero no deja de ser una regata", dice Jerónimo. "Hay que dejar a España donde se merece".
El sistema de competición que definirá si el Punta del Este es campeón es el siguiente: El ganador de cada etapa se embolsará 11 puntos, el segundo diez y así hasta el último que se llevará una unidad. Además, habrá puntos intermedios en los que también se podrá sumar. Cada equipo dispondrá de un comodín que podrán utilizar en la etapa que ellos decidan para sumar el doble de puntos.
Otra de las ventajas es el modo de sigilo, el cual se puede activar durante 24 o 48 horas, en función de la duración de la etapa, para que las otras embarcaciones no te puedan detectar, favoreciendo la utilización de tácticas diferentes.
Desde la persona más joven, 18 años, hasta la más mayor, 76 en la edición de este año, todos buscarán el triunfo, pero solo en el Punta del Este se aglutinan los grumetes encargados de recoger el testigo de Elcano, quien partió hace 500 años a circunnavegar por primera vez la Tierra.
Jerónimo y sus muchachos tratarán de emularle y ser los primeros en alzarse con la Clipper Race portando la bandera española. "Ojalá en agosto de 2020 seamos los primeros en llegar", sentencian. Que comience la aventura.