Nacida hace 18 años como Omar, Omaira Perdomo entrena desde este verano con uno de los equipos de la Superliga femenina de voleibol, el IBSA Gran Canaria, dispuesta a romper esquemas y a convertirse en la primera jugadora de su género en la máxima categoría de este deporte en España."Omy", como la llaman desde niña, ha iniciado el procedimiento legal para que la reconozcan a todos los efectos como lo que es, una mujer, y de hecho ya ha jugado como chica en categoría juvenil.
El IBSA Gran Canaria la tiene a prueba estas semanas para que su cuerpo técnico valore si da el nivel para la Superliga, pero ya ha comenzado a hacer consultas a la Federación Española, el Consejo Superior de Deportes y el Comité Olímpico Español para que dictaminen si puede contar con ella y en qué condiciones.
Apasionada por la moda y el maquillaje y con el sueño de ser algún día modelo, Omaira Perdomo llama la atención por su elevada estatura: 1,87 metros.
Ahora, esta joven natural de Arinaga (Gran Canaria), trabaja duro para convencer al técnico Alberto Rodríguez, de modo que, en lo que dependa de ella, no quede duda alguna sobre su valía para el equipo.
"Yo empecé haciendo patinaje y baile, pero pronto me atrajo el voleibol y jugué en equipos mixtos. En categoría infantil me dijeron que debía hacerlo con los chicos, fuimos subcampeones de Canarias y me trataron muy bien", relata a Efe Perdomo.
Luego, pasó al equipo juvenil femenino del CV 7 Islas Vecindario, hasta que Manuel Campos -vicepresidente y alma máter del CV IBSA Gran Canaria- la vio jugar y le ofertó fichar en su club.
Feliz de que en su nuevo equipo la han acogido con los brazos abiertos, Omy Perdomo no ha tenido una vida sencilla, aunque ha afirmado que se siente una "luchadora" que ha ido eliminando barreras.
Lamenta haber sufrido acoso en colegios e institutos y que en la calle la critiquen y la hagan sentir como un "bicho raro", aunque por otro lado, ha dicho que tiene claro que ha disfrutado de oportunidades en la vida debido a su esfuerzo y perseverancia, además de haber contado con el apoyo y respaldo de sus familiares, a los que considera personas abiertas.
"Ahora mismo me apetece relajarme y encontrarme a mí misma, porque he soportado una carga muy complicada debido al acoso sufrido", afirma la juzgadora, quien también considera que tiene la oportunidad de ser "la voz de otras personas" en su situación y que necesitan la ayuda que ella echó en falta cuando era niña.
Mantiene, por ello, que confía "en apoyar un día a esas personas que no se atreven a decirle a la sociedad 'aquí estoy yo'" y que su intención es luchar por cambiar "muchísimas cosas" referentes a los derechos del colectivo LGTB, para intentar facilitarle a esas personas su integración en la sociedad.