La Federación de Voleibol deberá decidir este verano si autoriza al IBSA Gran Canaria a inscribir por primera vez en la Superliga a una jugadora transexual, en un caso sin precedentes en la máxima categoría, pero que ya no resulta extraño en este deporte, ni siquiera en España.Si consigue su objetivo, la joven grancanaria Omaira Perdomo, nacida como Omar, seguirá los pasos que ya han recorrido en los dos últimos años en el mundo del voleibol otras jugadoras como Tiffany Pereira, en Italia; Tia Thompson, en Estados Unidos; o Antia Fernández, en la segunda división del voleibol femenino en España.
En enero del año pasado, Antia Fernández se convirtió en la primera transexual española en participar en una competición nacional en un deporte olímpico, al poder disputar los partidos de la segunda división de voleibol con el Calasancias de La Coruña.
Su caso ya tenía un precedente en España, el de Óscar Sierra, que había jugado con los Zaragoza Hurricanes en la tercera división de fútbol americano. La conquista de Sierra pasó más desapercibida por tratarse de un deporte no olímpico, pero no solo fue avalado por su Liga Nacional, sino también por el Consejo Superior de Deporte
Antia Fernández hizo pública su experiencia orgullosa de haber conseguido su meta como deportista, pero al cabo de un tiempo (en el aniversario de su debut) difundió una carta en la que demandaba su derecho a pasar desapercibida, a ser una más.
También ha tenido amplia repercusión en España el caso de la jugadora brasileña Tiffany Pereira, que ha abierto camino este mismo año en el voleibol italiano, al ser autorizada a disputar los partidos de la segunda división de ese país con el Golem Palmi.
El logro de Pereira tuvo amplio eco en el voleibol español porque antes había jugado en la máxima categoría de este deporte en España, en la Superliga masculina, cuando se llamaba Rodrigo Pereira y militaba en el Ortodent Caravaca y el Cajasol Juvasa.
Rodrigo Pereira jugó por última vez con ese nombre en la liga de Bélgica en 2015, con el proceso de cambio de sexo ya en marcha. Ahora es a todos los efectos Tiffany, una rematadora de 1,92 metros.
Este mismo año se ha producido un caso igual en Estados Unidos, después de que la entidad que gestiona la liga de ese país, USA Volley, haya autorizado a jugar en competición femenina a una jugadora transexual hawaiana, Tia Thompson, de 32 años.
Thompson no solo está orgullosa de que la reconozcan como es, sino que además ha declarado a varios medios de su país que sueña con estar en el equipo estadounidense en los Juegos Olímpicos de Tokio en 2020.
Omaira Pereira, conocida como "Omy" por sus compañeras de equipo, no se siente del todo identificada con la etiqueta de "transexual", porque defiende que ella siempre ha sido una mujer, aunque naciera con órganos genitales masculinos.
Sin embargo, sí está dispuesta a seguir adelante con su reto y a poder apoyar "algún día a esas personas que no se atreven a decirle a la sociedad 'aquí estoy yo'" o que necesitan la ayuda que ella echó en falta de niña, según ha explicado a Efe.