Marco Sanz
París, 29 oct .- Thibaut Courtois, el portero belga del Real Madrid, tuvo un modelo muy cercano en sus comienzos: su hermana Valérie, la primera de una familia de deportistas que llegó a confirmarse como internacional -como jugadora de voleibol- y que recuerda en una entrevista con Efe su influencia sobre su hermano.
"Pienso que para él, en nuestros comienzos, yo era una motivación para poder conseguir lo mismo, porque siempre fue su sueño, estaba como loco por ser profesional", comenta Valérie, jugadora del equipo Stade Français Paris St Cloud.
De conversación natural y espontánea, Courtois habla con la libertad de no tener que medir hasta su última palabra.
"Cuando ves a tu hermana -dos años mayor- que juega de titular en el equipo nacional creo que da una motivación añadida, porque él también estaba en la selección, pero no jugó mucho, solía jugar delante otro portero", dice.
Valérie (de 28 años), ganadora del premio a la mejor líbero de Europa en 2013, asegura que ella siempre tuvo una actitud respecto al deporte distinta a la de Thibaut. Ella lo veía como una diversión, por el placer de jugar; su hermano, por contra, tuvo desde pequeño la ambición de triunfar como profesional.
Las jugadoras de "Les Mariannes", como se conoce al equipo donde milita, se entrenan con intensidad, animadas por música rap, en un polideportivo parisino.
"Es nuestra diversión", insiste, "es como cuando hay familias de músicos; nosotros -la familia Courtois- encontramos nuestra felicidad practicando deporte".
Sus padres, cuenta, no eran profesionales del voleibol, pero sí que jugaron a un alto nivel en Bélgica. "Mi padre jugó alguna competición europea, pero siempre combinándolo con algún trabajo 'normal'", apunta.
"Jugar profesionalmente al voleibol en Francia me permite ganarme la vida", asegura, y explica que su equipo pone a su disposición un apartamento y, para aquellas jugadoras que viven lejos del estadio, un coche del que ella no hace uso.
Opina que queda un largo camino por recorrer para alcanzar la igualdad entre el deporte masculino y el femenino.
"Entrenamos en un viejo polideportivo que a la televisión no le gusta retransmitir, mientras que los hombres, que están en una categoría inferior a la nuestra, disponen de un campo nuevo", argumenta, para añadir que las autoridades no impulsan ningún cambio al respecto.
Cuenta también el respaldo que, desde siempre, sus padres han supuesto para ella y su hermano.
"Me acuerdo de que durante los Juegos Europeos en Bakú (Azerbaiyán), en 2015, solo vinieron ellos. Vale, Azerbaiyán no está cerca, pero ahí estaban mis padres. Les gusta seguirnos desde siempre y compartir estos momentos", evoca.
"Mi hermano es distinto, porque no tiene mucha ocasión de venir a verme", lamenta. "La última vez que vino fue en el campeonato de Europa en 2015 en Bélgica" cuando se recuperaba de una operación de menisco.
Entre París, Madrid o Londres, ella se queda con París. Su hermano, con Madrid. "Aunque todavía no ha vivido en París, ¿eh?", advierte en tono burlón.
En España, Courtois vivió su momento de mayor felicidad, y es allí donde residen sus dos hijos, Alejandra y Nicolás.
"Siempre dijo que, aunque no jugara más en la Liga española, volvería al acabar su carrera. España es su segundo país", desvela.
"Él es feliz en Madrid y en el Real. Ahora está pasando dificultades porque está luchando por un puesto de titular con (Keylor) Navas. Pero es algo que ya ha conocido; le tocó vivir la misma situación en el Chelsea con Petr Cech", sostiene.
"El fútbol es así, nunca se sabe, en el Chelsea estuvo años sin ganar nada y otros en los que ganó el campeonato", agrega.
Para Valérie Courtois, como profesional, lo más importante es seguir en la pelea.