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El derbi de la manita
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El derbi de la manita

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Los jugadores del Sevilla celebran en una montaña un gol de Reyes.

Álvaro Ramírez IIIComo prefieran, el derbi de la manita, el derbi rojo, el derbi de la sangre o el del escarnio bético. El duelo de la máxima rivalidad fue en realidad una masacre llevada a cabo por los hombres de Míchel, que incluso pudieron infligir a sus eternos rivales una derrota más dolorosa y subrayada en la historia, aún más.

La dimensión del triunfo sevillista la ofrece la historia. Es la cuarta 'manita' que el Sevilla logra ante su eterno tival (2-5 y 5-0 en la temporada 1942/43 y 5-3 en 1962). Y para colmo pudieron caer algunos más.

Crónica on-line
Árbitro
Teixeira Vitienes. Amarillas a Spahic (21'), Paulao (34'), Palop (56'), Rubén Pérez (56' y 61'), Medel (63'). Roja a Rubén Pérez por doble amarilla (56' y 61').
Formaciones
Sevilla FC: Palop; Cicinho, Fazio, Spahic, Fernando Navarro; Medel, Maduro (Hervás, m. 76), Rakitic; Jesús Navas, Negredo (Babá, m. 83), Reyes (Perotti, m. 64). 
Real Betis: Adrián; Nelson, Paulao, Mario (Amaya, m. 48), Álex Martínez; Beñat, Cañas (Pereira, m. 27), Rubén Pérez; Juan Carlos (Salva Sevilla, m. 71), Rubén Castro, Pozuelo.
Goles
1-0, 13": Reyes. 2-0, m. 5: Fazio. 3-0, m. 32: Reyes. 4-0, m. 42: Fazio. 4-1, m. 65: Rubén Castro. 5-1, m. 91: Rakitic.
Incidencias
Estadio Ramón Sánchez Pizjuán.

El cómo en un derbi se pasa a la teórica igualdad, incluso al posible favoritismo bético, a una auténtica paliza la explica a la perfección una primera parte impecable de los locales, en los que se comieron literalmente a su rival, y una actuación ridícula e impropia del equipo de Pepe Mel.  
Los sevillistas salieron como lo que era el partido, un derbi. Los béticos directamente no salieron, se quedaron en el Villamarín, en el derbi del pasado mes de mayo o no se sabe muy bien dónde. Eso explica que el Sevilla a los 17" fuera ya por delante en el marcador con un regalo-asistencia de un horrible Adrián a Reyes y que a los cinco minutos pusiera tierra de por medio con un gol de Fazio ante la siesta monumental de todo el Betis.
Los errores béticos se sucedían y los sevillistas olieron sangre, sangre fresca. Un desconocido Reyes, para bien, volvía loco a toda la zaga bética, Rakitic era una especie de figura todopoderosa que todo lo atraía, Medel metía miedo a unos verdiblancos timoratos que no sabían que hacer con el balón, Navas hizo de su banda una autopista de dos carriles, otro para Cicinho, y Negredo volvía locos a Paulao y Mario. El dominio sevillista fue absoluto, abrumador, incluso cuando ante la bonanza del marcador se echó algo atrás, dominó la situación a la perfección, y cada llegada suya ponía de los nervios a un Betis descompuesto y un Adrián que perdió todos los méritos contraídos hasta la fecha.
Para el Betis ya era peligroso que Adrián no supiera dónde andaba, qué significan los derbis y que no cogiera una pelota y concediera rechaces por doquier, pero no lo era menos que Nelson, Paulao y Álex Martínez olvidarán a qué estaban jugando. Las pérdidas de concentración fueron inadmisibles y enfrente se encontraron un rival asesino, que no dejó títere con cabeza y que ganó todas las peleas, las colectivas y las individuales. Casi todas en ataque, pero también en defensa. Fazio se agigantó como siempre se ha esperado y no solo tiró de anticipación, de seguridad, de juego aéreo, sino que tiró de goles. Porque a su tanto tempranero añadió otro al filo del descanso en asistencia de un gran Reyes, por fin.
Los béticos se miraban entre sí, Pepe Mel se salía de sí en la banda, los futbolistas se enfadaban (Cañas, al ser sustituido) y los sevillistas disfrutaban de lo que ya era una masacre que pudo ser incluso mayor.
Quedaba una segunda mitad por delante, quedaban 45 minutos que se podían hacer muy largos para los verdiblancos porque psicológicamente el equipo, además de haber perdido prácticamente, estaba perdido. Suerte que el Sevilla en la segunda mitad levantó el pie del acelerador, dosificó su esfuerzo a pesar de encontrarse ante diez e incluso se dejó ir hasta conceder el gol de Rubén Castro.
Al final, el tanto de Rakitic certificó una goleada histórica que frena la tendencia de la temporada pasada en los derbis, que da fe de que el Sevilla cuando quiere puede y que sume al Betis en un mar de dudas.
Los derbis son dolorosos, y el Sevilla ha hecho sangre en su eterno rival, ha sacado sus peores vergüenzas y las ha puesto encima de la mesa en el peor escenario posible, pensarán los verdiblancos, y en el mejor, pensarán los sevillistas.

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