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Peliwo, el adolescente del tenis

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Filip Peliwo cumplió 20 años al inicio de este 2014. “¡20 años cumplidos hoy! Sienta bien poder decir que no seré un adolescente nunca más”. Lo siento, Filip. Sigues siendo un adolescente. Al menos en términos tenísticos. Atrás quedó la época en que un chaval de 17 años llamado Boris Becker podía ganar Wimbledon. Hoy la media de edad de los diez mejores tenistas del planeta roza los 28 años. Al menos tú puedes estar orgulloso de haberlo hecho en tu categoría. En 2012 arrasaste en el circuito júnior, triunfando en Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos justo después de sucumbir en la pelea por el título en el Abierto de Australia y en Roland Garros. Cuatro retos de Grand Slam, cuatro finales. Pocos tenistas pueden presumir de algo así.

Precisamente en Londres demostraste que estás hecho de otra pasta. En plena Catedral no te pesaron las dos finales perdidas y tumbaste al australiano Saville, tu verdugo meses antes en Melbourne. Pero el detalle diferencial lo firmaste en la cena de campeones, cita obligada al término del torneo. Te sentaste a la mesa junto a Federer y conseguiste sorprenderle: en vez de preguntarle por su carrera, sus títulos o su irrepetible talento, le preguntaste por sus gemelas. Myla Rose y Charlene Riva. Al parecer Roger no lo ha olvidado.
Y a la capital inglesa volviste el pasado noviembre. Por allí te vimos asfixiado y orgulloso. Como jugador Tecnifibre y gracias al papel de la marca como partner de la ATP, fuiste uno de los jóvenes tenistas que entrenabais a diario con Rafa Nadal o con el propio Federer en la Copa de Maestros. Hasta cuatro entrenamientos al día a un ritmo impropio de tu edad, con la presión de ver al otro lado de la red 30 títulos del Grand Slam (a día de hoy, 31). Entre raquetazos de idolatría y carreras de admiración, agradecimiento. “Sólo quiero dar las gracias a Tecnifibre por traerme aquí a pelotear con estos tipos. Ha sido la experiencia más alucinante de mi vida”.
Más plausible aún es tu forma de enfocar los partidos: “da igual de cuánto vaya perdiendo, yo sigo luchando. Me ha funcionado muchas veces. Incluso cuando pienso que al final no voy a ganar, doy todo lo que tengo en cada punto. Punto a punto, así soy yo”. Y así conquistaste tu primera victoria en un Masters 1000. Fue en casa, en Montreal, ante Nieminen. Y fue un triunfo de los que retan al corazón y a la mente, salvando un punto de partido por el camino.
Nos alegramos cuando supimos que Galo Blanco iba a entrenarte. El trabajo que hizo con tu compatriota Milos Raonic habla por sí solo. Que el tenis canadiense está creciendo es una evidencia. Mientras Daniel Nestor sigue repartiendo lecciones con pluma y pergamino, Raonic o Bouchard, incluso Pospisil, empiezan a escribir su historia con lápiz táctil y tableta digital. ¿Recuerdas cuando te lesionaste celebrando la victoria de Canadá en la Copa Davis ante España? La lesión más dulce de tu corta carrera.
“Dónde sea que el juego me lleve”, es tu ubicación en el perfil de Twitter. Italia, Uzbekistán y Canadá han sido tus últimos destinos. Vercelli, Samarkanda o Richmond. Más de 15.000 kilómetros en apenas dos meses. La vuelta al mundo diaria. “Si sabes lo que es mejor para ti, deberías seguirme”, amenazas. Guante recogido en TENNISTOPIC. Ahora te toca a ti, Filip.

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