Antonio Torres del CerroParís, 2 jun .- Comenzó como un tiro Roland Garros, pero las dos últimas prestaciones del jugador más prometedor del circuito han provocado un molesto murmullo. El alemán Alexander Zverev, de 21 años, comienza a sentir el peso de unas altas expectativas.
"Estoy intentando ganar. Es lo que cuenta. No importa cuánto dura, cuánto tiempo paso en la pista. Tampoco importa si hago 9-7 en el quinto set o es un 6-1, 6-1, 6-2. Estoy en la siguiente ronda y eso es lo que cuenta", se defendió el espigado jugador (1,98 metros), después de ganar el viernes al bosnio Damir Dzumhur (29) salvando una bola de partido.
Su rival en los octavos será el ruso Karen Khachanov (38º del mundo), que liquidó este sábado a la mejor raqueta francesa, Lucas Pouille. Difícil prever cómo será la prestación del chaval de Hamburgo mañana, lunes, cuando buscará los cuartos y mejorar su participación en un "Grand Slam" (también hizo octavos en el Wimbledon de 2017).
Lo cierto es que el ganador en Madrid y Múnich y actual número tres del mundo ha venido de más a menos en la arcilla parisina, en la que se le considera como uno de los rivales más serios de Nafa Nadal.
El alemán empezó volando ante el lituano Ricardas Berankis (6-1, 6-1 y 6-2), pero empezó a atascarse ante el serbio Dusan Lajovic, al que doblegó por 2-6, 7-5, 4-6, 6-1 y 6-2.
Su exhuberante y contundente tenis ha dejado paso a periodos de dudas y de golpes fallados. Fueron 73 ante el aguerrido Dzumhur, frente a 53 contra Lajovic.
En su partido ante el bosnio, celebrado en la pista central Philippe Chatrier, se le vio desconcentrado e impotente, aunque se recuperó a tiempo, beneficiado también por la clemencia de su rival, que no le remató a tiempo en la bola de partido que tuvo.
Un bajón psicológico que en un jugador de alto nivel puede ser letal, por muchas condiciones técnicas y físicas se tengan.
El entrenador de Zverev es su padre Alexander. Un extenista profesional ruso procedente de la antigua Unión Soviética (URSS), un régimen conocido por su tremenda exigencia con los deportistas.
El hijo lanzó una defensa cerrada al trabajo de su progenitor: "El entrenador es aquel que se da cuenta en lo que debes mejorar, incluso antes de que te des cuenta lo que no funciona en ti. Es lo que mi padre viene haciendo desde hace 20 años y lo ha hecho de manera fantástica".
En todo caso, las expectativas con Zverev son tremendas. Con solo 21 años, acumula ocho títulos ATP, entre ellos tres Masters 1.000, así como cinco finales, incluyendo las de los Masters 1.000 de Roma y Miami de 2018.
El propio tenista intenta contemporizar en cada rueda de prensa y quitarse presión. Después de vencer a Lajovic confesó una charla que tuvo con Roger Federer.
"Me dijo que él no había superado los cuartos (en un Grand Slam) hasta que no tuvo unos 23 años, así que aún tengo tiempo. Escuchar eso de un gran jugador es reconfortante", terció el tenista.
Como consuelo, Zverev, que participa por duodécima vez en el cuadro principal de un gran torneo, también puede tener en mente que Federer ganó su primer "Grand Slam" (Wimbledon) en su 17º intento y a los 22 años.