Luis Miguel PascualParís, 5 jun .- Dos opciones de semifinalistas, una muy realista con Juan Martín del Potro frente al croata Marin Cilic y otra pendiente de la fe y la garra del joven Diego Schwartzman, colocan a Argentina como la nación mejor situada en Roland Garros.
Ningún otro país cuenta con dos representantes entre los ocho mejores del cuadro masculino del Grand Slam de tierra batida, dos opciones que, de concretarse, se aproximarían a aquel 2004 en el que tres de los cuatro semifinalistas y que acabó ganado Gastón Gaudio.
Sobre el papel, quien tiene más opciones es Del Potro, que ya jugó unas semifinales en 2009, antes del calvario de lesiones del que, poco a poco, parece haber salido.
El de Tandil ha completado un recorrido brillante en Roland Garros tras haber perdido el set de debut, y su juego ha ganado enteros, hasta que en octavos de final derrotó con aparente facilidad al estadounidense John Isner.
Para regresar a semifinales tendrá que vencer al croata Marin Cilic, un rival a quien tiene tomada la medida, porque no pierde contra él desde 2011 y al que ha ganado diez de los doce duelos.
"Nos conocemos mucho. Él sabe cómo hacer para ganarme y viceversa. Veremos qué pasa. Será un interesante partido y bonito de ver", señaló el argentino.
Son dos tenistas con muchos puntos en común. Los dos tienen 29 años y ambos cuentan con una victoria en el Abierto de Estados Unidos cuando ganar un Grand Slam era casi imposible, si no el apellido no era el de Nadal, Federer o Djokovic.
Además, ambos se emplearon a fondo en la penúltima eliminatoria de Copa Davis, que acabó con triunfo del argentino, aunque el marcador fue muy ajustado y se cerró en cinco sets.
"Los marcadores han sido muy ajustados, nos conocemos bien, pero no creo que hagamos el mismo tenis", aseguró el croata, que en octavos se dejó dos parciales frente al italiano Fabio Fognini.
De conseguir el pase Del Potro, serían sus segundas semifinales de un Grand Slam desde su retorno a las pistas en 2016 y marcarían su recuperación definitiva.
Del Potro tendría enfrente por un puesto en la final al ganador del duelo entre su compatriota Schwartzman y el español Rafael Nadal.
Vencer al diez veces ganador de Roland Garros en su "segunda casa" de París, a cinco sets parece una quimera, pero si hay alguien que puede afrontarlo con cierto optimismo es el "peque" Schwartzman.
La garra que demostró en octavos de final frente al sudafricano Kevin Anderson, a quien remontó dos sets en contra, han solidificado la confianza del menudo tenista de Buenos Aires, que hasta ese duelo no había perdido ningún set en París.
"Si no pensara que puedo ganarlo no jugaría", aseguró el tenista, que consideró que en los cinco duelos que le han medido a Nadal ha tenido más opciones de las que refleja el marcador, siempre con derrota para el argentino.
Reputado especialista sobre tierra batida pese a su juventud, 25 años, Schwarzman asombró al torneo con la remontada contra Anderson y ahora se apresta a afrontar un reto aun más complicado.
En los cinco duelos solo en el pasado Abierto de Australia le arrancó un set. Posteriormente, ya sobre tierra batida, el español se impuso en dos mangas hace unas semanas en Masters 1.000 de Madrid.
Tras superar un momento difícil de la temporada, el argentino pasó unos días en la academia balear de Nadal, lo que llevó al español a ironizar diciendo que no volvería a invitarlo porque "de allí sale disparado".
En realidad, ambos son buenos amigos e incluso compartieron 45 minutos de práctica y se conocen a la perfección.
Schwarzman, que ya usó tras su duelo contra Anderson la metáfora de David contra Goliat, necesitará más que una honda y mucha puntería para alcanzar la primera semifinal de un grande en su carrera.