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Feliciano, el triunfo de la elegancia

Manuel Sánchez Gómez

Londres, 23 jun .- Hace poco más de un mes, Feliciano López perdía en primera ronda de Barcelona para quedar fuera del top 100 del mundo por primera vez desde junio de 2002.

El español afrontaba Queen's como invitado con recuerdos del pasado y melancolía del futuro. Este domingo, el romanticismo del tenis le devolvió a la gloria.

Como ya hiciera el estadounidense Pete Sampras en 1999, Feliciano se llevó el trofeo partiendo como invitado, pero no al estilo del campeón de 14 Grandes, que lo hizo porque decidió apuntarse a última hora, sino porque el ránking le impedía entrar directamente.

Pocos contarían con él y no era algo reprochable. Desde que se proclamase campeón en estas mismas pistas en 2017, Feliciano no había vuelto a pisar una final. Ni siquiera unas semifinales. El ocaso de su carrera parecía cada vez más cerca y comenzó a tomar cartas en el asunto y asumió la dirección del Masters 1000 de Madrid que apuntaba hacia un adiós que este título aplaza.

Porque Feliciano, el jugador español más atípico de la historia, escalará setenta posiciones en el ránking y se despertará este lunes en el puesto número 53; su mejor clasificación desde julio del año pasado.

Y es que el idilio del de Portillo (Toledo) con el club londinense de Queen's es casi más arraigado que el que tienen los ingleses con los sombreros, las fresas con nata y la crema solar y las quemaduras.

Cuando Feliciano entra en este coqueto entorno situado en el oeste de la capital inglesa, su tenis parece convertirse en eso a lo que siempre apuntó en Wimbledon y que nunca llegó a concretar en el All England Club por la explosión del tenis de fondo.

Queen's es para Feliciano, a, obviamente, una escala menor, lo que para Rafael Nadal Roland Garros o para Roger Federer Wimbledon. Un sitio especial. Un lugar privilegiado para un tenis en peligro de extinción y del que cada vez parece haber menos enamorados. Porque se teme por una desaparición del elegante conjunto de ingredientes con el que Feliciano ha construido su figura a lo largo de los 22 años de carrera que atesora.

No quedan ya apenas jugadores de saque y volea como reclama el césped de la pista, al que cada vez más se maltrata de fondo mientras la hierba cercana a la red pasa la semana sin altibajos.

Sin más molestia que la de un toledano que desafía al tenis actual y que aún sube a la red como amenaza permanente, al que no le importa estirarse para tratar de cazar la pelota como si fuera una mariposa o al que ir hacia adelante con un segundo saque no le parece una temeridad, si no una forma de vida.

Si hubiera nacido varios años antes, las lágrimas y el triunfo de Goran Ivanisevic en Wimbledon 2001 podría haber sido suyo. En lugar de ello, Feliciano luchó contra un panorama distinto y encontró su hueco entre el tenis de fondo. Un triunfo para la elegancia, un triunfo para un tenis en peligro de extinción.

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