A veces es complicado encontrar el equilibrio entre el juego competitivo y el hilarante y alocado azar que provocan muchas cartas de Hearthstone. Parte del encanto del juego radica en esos efectos aleatorios que crean partidas únicas. Pero también suponen un desequilibrio importante en las competiciones más serias y profesionales.
La semana pasada se jugó un torneo de ascenso al Truesilver Championship (premio total de 30.000 dólares), la jugadora Eloise consiguió un puesto de clasificación gracias a la que actualmente es la carta más tramposa y peligrosa de todas: Yogg-Saron, el fin de la esperanza. El dios antiguo se basa en una de las mecánicas más absurdas y aleatorias de todas, y por ello quizás no debería ser utilizado en formatos de corte competitivo.
En el video se puede observar como Eloise le da la vuelta a la partida gracias a que la suerte se pone de su parte con la invocación de Yogg-Saron, ya que el tempo que generó su rival durante las primeras rondas le había permitido situarse en una posición muy sólida.
Quizás Blizzard debería pensarse si permitir la carta o no en torneos con tanto peso, en los que debería primar la habilidad de un jugador durante toda la partida y no los efectos aleatorios de una sola jugada. La mayoría de veces puede salir mal, pero todo eso lo compensa una sola que sí salga bien.