El proceso de Brawl Stars para construir un envoltorio perfecto alrededor de su juego va mucho más allá del fandom y de la creación de una narrativa tiene una nueva vertiente para conocer a los personajes, un viaje al pasado y al futuro para llegar a brawlers como este joven Bull.
El lore de un videojuego tiene tantas alternativas como la imaginación de los jefazos en la toma de decisión, una barrera inexistente en el caso de Brawl Stars que genera una historia desde el cuadro incluido en una imagen a un imán en la nevera de una cinemática, pero se supera con la última creación.
Poner en marcha un minijuego dentro del juego principal es un movimiento de genios viniendo de un título móvil, pero Supercell ha sido capaz de incorporarlo no solo para el disfrute de sus usuarios al pasarse las cuatro fases, sino para ampliar sus fronteras en la historia de varios brawlers.
En este caso la imagen habla por sí sola, sobre todo porque un análisis de la misma genera una retrospectiva de Bull cuando le vemos con ese famoso tupé pero sin las patillas, sin el pendiente en la nariz y por supuesto en una actitud infantil haciendo de bully.
Lo que parece un mal recuerdo en la infancia de 8-bit en un enfrentamiento con Bull nos ayuda a entender que ambos se conocieron en el pasado en esa narrativa que toma al robot como protagonista no solo durante los cuatro niveles del videojuego, sino con todas las escenas previas y posteriores al mismo.
De hecho si vamos más allá y analizamos la primera pantalla de carga tras abrir el minijuego vemos cómo el código nos lleva a entrar directamente en el código de memoria de 8-bit, en sus recuerdos, en su historia...¿pero es realmente lo que le pasó o le han incrustado esos archivos?
Dentro del minijuego sabemos que se enfrenta a ese Player 2 con todo lo que eso significa, pero según leemos el texto parece que 8-bit tiene un virus y tenemos que salvarlo para descubrir quién es realmente. Alguien está jugando con nosotros al implantar este juego...y nos encanta.