Para ser honestos, hay que reconocer que el E3 de Los Ángeles, el mítico evento anual de la industria de los videojuegos, daba señales de extremo cansancio los años anteriores a la pandemia del covid19. Algunas compañías, de las importantes, lo habían abandonado y montaban sus propias fiestas y presentaciones, aunque lo hacían en los mismos días previos a la feria y en algún local de la ciudad californiana no muy lejano al L.A. Convention Center, lo que desde la distancia (de un continente y un océano) lo hacía indistinguible del ‘show del E3’.
Pero llegó la pandemia y se llevó los eventos presenciales por delante y el E3 terminó de morir. Con un par de ediciones virtuales descafeinadas, este año directamente se suspendió, sin plan a la vista para reaparecer. Pero al rescate llegó el inagotable periodista y presentador Geoff Keighley, que con el aval de The Game Awards a las espaldas (y un pasado manchado de Doritos) se sacó de la manga el Summer Game Fest y las empresas pasaron por el aro. La marca montó su propio evento estrella y consiguió colarse en las presentaciones individuales ideadas por las grandes compañías (el State of Play del pasado 2 de junio ya lucía el logo en la mitad de sus anuncios y las presentaciones posteriores que. quedan esta semana ya se enmarcan dentro de la agenda del Summer Game Fest y hasta se emiten en el cabal oficial de The Game Awards).
De manera oficiosa y próximamente oficial, el Summer Game Fest es ya el sustituto del E3 (el propio Keighley anunciaba al finalizar el evento de anoche que la edición del año que viene será online y también presencial). Pero, ¿estuvo a la altura?, ¿es este el E3 que nos merecemos?
Ante la emoción que embargaba a muchos los días previos de este ‘No-E3’, el propio Geoff Keighley se encargó de rebajar las expectativas con un tweet en el que aseguraba que no esperásemos muchos ‘megatones’ sino solo un puñado de nuevas imágenes y vídeos de títulos ya anunciados. Ya se lo veía venir y ponía la venda antes de la herida. Y es que la sensación general de las dos horas del Summer Game Fest de anoche fueron esas: un montón de juegos ya anunciados (algunos incluso ya a la venta como The Quarry) y alguna pequeña sorpresa poco memorable. El año pasado pasó tres cuartos de lo mismo, pero por lo menos nos enseñaron Elden Ring.
Y, más allá de las pocas sorpresas, podría decirse que lo peor del ‘show’ no fueron los juegos, ni los anuncios ni los tráileres, sino el ‘show’ en sí. O la falta total de elementos para considerarlo un ‘show’. El evento fue soso, triste, falto de toda intensidad y espectacularidad. El E3 del que nos enamoramos hace un par de décadas no era esto. Los The Game Awards son una entrega de premios que ha ganado todo el prestigio del mundillo y se pueden permitir un evento más sobrio, cargado de la seriedad de sus galardones, pero un evento veraniego que aspira a ser el próximo E3 no puede ser una gala con un señor frente a un croma, con un micro en la mano, pasando de un juego a otro sin gracia ni emoción ninguna. Si hasta la gala de The Game Awards es más espectacular y sorprendente…
Es cierto que con algunos juegos destacados, tuvimos a miembros de los equipos de desarrollo o de las compañías editoras en el plató, respondiendo a algunas preguntas, pero no fue suficiente como para que el show nos hiciera saltar del sofá. Todo lo contrario. Y es que hay que remarcar que fue una gala que comenzó con Call of Duty: Modern Warfare II (Activision ya se había encargado de anunciarlo todo un día antes) y cerró con el anuncio del Remake de The Last of Us Parte I para PS5 (un anuncio que la propia Sony ya se había encargado de arruinar unas horas antes del show). Se acabaron las sorpresas.
No todo fue aburrido en los casi 120 minutos de show monótono y lineal. Afortunadamente, algunos tráileres y algunos anuncios nos sacaron una sonrisa, con una mención especial al desternillante tráiler de Goat Simulator 3, una parodia delirante del mítico tráiler de Dead Island 2. Además, Fall Guys también llamaba la atención con un tráiler de ‘acción real’ para anunciar su llegada a PS5.
Entre las sorpresas más esperanzadoras de la tarde de ayer tenemos que destacar anuncios de títulos como Fort Solis (una aventura narrativa de terror espacial ambientada en Marte), el regreso de Wichfire (un proyecto de fantasía oscura al que habíamos perdido la pista pero que vuelve con fuerza), el RTS gratuito Stormgate, un interesante DLC para el genial juego de estrategia Humankind, el anuncio (30 años después) de la secuela de Flashback, Zenless Zone Zero, un JRPG de acción de los creadores de Genshin Impact, el anuncio de Aliens: Dark Descent o el nuevo y espectacular gameplay del esperado Nightingale.
Y, a pesar de no ser nada novedoso, hay que decir que se nos pusieron los dientes largos con lo nuevo de The Callisto Protocol (el sucesor espiritual de Dead Space), Marvel’s Midnight Suns, Call of Duty Modern Warfare II y el remake de The Last of Us Parte I (aunque, en serio, ¿hacía falta?). Y poco más…
En los tiempos más recordados del E3 hubo una compañía que fue la primera en ir a contrapié. Y es que, como protesta a los abusivos precios y condiciones de la ESA para ocupar un espacio oficial dentro del show, fue la primera en montarse su propio show, o podríamos decir contra-show. Y eligió como espacio para hacerlo el parking que hay justo enfrente del Convention Center de Los Ángeles, donde acostumbraba a montar unas recordadas fiestas y conciertos memorables para presentar sus juegos y, de paso, molestar un poco a la industria.
Esa compañía era Devolver Digital, una editora diferente acostumbrada a ir contracorriente en esta industria. Este querido sello especializado en videojuegos independientes se ha mantenido fiel a su propuesta, incluso en los tiempos de los eventos virtuales. Así, su show sigue siendo uno de los más aplaudidos por su originalidad, guiños (o más bien puyas a la industria) y su locura general.
En el show de ayer, que no podéis perderos, destaca un Suda 51 metido en un robot en una delirante sitcom genialmente producida. Pero, más allá del show (fabuloso) vinieron los juegos y Devolver anunció unas cuantas joyas, entre las que no podéis dejar de seguir tres: Ager Foot (un sorprendente shooter donde el principal arma es dar patadas), Cult of the Lamb (un alucinante juego protagonizado por unos adorables animalitos metidos en una peligrosa secta fundada por un corderito siniestro) y Skate Story (el juego de skate más sorprendente y prometedor que hemos visto en años).
Eso sí, hubo una dolorosa ausencia en la presentación de Devolver Digital: ni rastro de Return to Monkey Island. No ganamos para decepciones en esta semana del ‘no-E3’. Veremos cómo termina.