Witch Rise es un juego de acción en primera persona, con una mecánica de shooter estilo Doom clásico, pero con ambientación de fantasía medieval, inspirado en clásicos como el mítico Heretic de Raven Software. Pero todo con un toque muy especial: unos gráficos 2D de pixels gordos como puños en un entorno 3D y una mecánica de RPG retro directa y sin artificios. El juego, creado por el desarrollador brasileño lightUP y editado por el sello india Ratalaika Games, supuso un auténtico flechazo. Así que lo hemos jugado y podemos decir que ha merecido la pena.
Witch Rise salió hace unos meses en PC (Steam) pero ahora llega a PlayStation 4, PlayStation 5, Xbox One, Xbox Series X/S y Nintendo Switch y, según lo define su desarrollador, “es un juego de disparos en primera persona, sin florituras, directo y sin tonterías, ambientado en un reino mágico”. Y así es.
Una hechicera convertida en cerda
Witch Rise nos cuenta una sencilla pero interesante historia de un mundo mágico donde vivía una joven, bella y amable hechicera. Todo el mundo la quería y la pedía consejo, pero con el tiempo, la hechicera intentó aumentar su poder y tomó caminos que la llevaron a la corrupción, convirtiéndose en una temible bruja cargada de odio. Nuestra protagonista en el juego era una pequeña niña que comenzaba a explorar el mundo de la magia, una aprendiz de hechicera con muy buena mano para la magia y que aprendía con mucha velocidad. Su meteórica evolución en la magia llegó a los oídos de la bruja que, movida por los celos y el odio, la convierte en una cerdita. Ahora, la única esperanza de la joven hechicera es encontrar cuatro báculos de poder y enfrentarse a la bruja en una batalla final, para volver a ser la de antes.
Con esta sencilla y simpática historia, nos metemos en la piel de la pequeña hechicera-cerdita y comenzamos a repartir golpes a todo tipo de criaturas desde el primer minuto de juego. Primero con una pequeña espada corta, por los que tendremos que asegurarnos de estar suficientemente cerca para acertar con nuestra estocada, pero no tanto como para recibir daño. Como ya hemos dicho, los entornos y enemigos están diseñados en 2D, con enorme pixels, pero nos movemos por un entorno 3D que nos permite avanzar en cualquier dirección. Todo en unos entornos que se dividen en habitaciones, como los antiguos RPG clásicos estilo The Legend of Zelda y que cuentan con puertas que nos llevarán a otras habitaciones expandiendo un intrincado mapa que tendremos que tener a mano para no perdernos.
A medida que avancemos encontraremos nuevas armas, como los 4 báculos mágicos que tenemos que encontrar para poder enfrentarnos a la bruja. Los báculos nos permitirán lanzar proyectiles mágicos de distinta clase. Aunque la magia requiere de maná, por lo que tendremos que conseguir este preciado recurso o esperar a que la barra de maná se rellene de nuevo lentamente. Por supuesto, los mapas están plagados de dos recursos principales: maná y vida. Al derrotar a los enemigos, también pueden soltar estos dos recursos, de los que tenemos que estar pendientes en todo momento.
El juego nos invita a seguir avanzando e ir derrotando a los enemigos que vamos encontrando en las distintas habitaciones, cada vez más exigentes y con sus propias rutinas. En las habitaciones iremos encontrando nuevas rutas y algunas puertas cerradas que requieren de llaves específicas para continuar por ahí. También encontraremos habitaciones (marcadas con unas señales que advierte de la presencia de un monstruo) con fieros enemigos finales que, si derrotamos, soltarán todo tipo de recompensas.
El juego, como afirma su creador, es directo y sencillo, sin artificios ni ‘tonterías’. Tenemos nuestras habilidades y tenemos que avanzar eliminando enemigos. A medida que avancemos también subiremos de nivel de experiencia, lo que mejorará nuestras habilidades. El mapa también está repleto de monedas y cofres con recompensas que hay que descubrir, y luego podemos pasarnos por algunas tiendas que hay en el mapa, para adquirir mejoras de todo tipo: como aumentar nuestros puntos máximos de salud y maná.
A medida que exploramos los 4 diferentes biomas que presenta el laberíntico mapa del juego, vamos descubriendo la necesidad de volver varias veces a distintos puntos, conseguir recursos que nos permitan aumentar nuestro poder y, sobre todo, conseguir las llaves que nos abran las siguientes puertas para continuar avanzando. Tenemos varios objetivos, pero todos apuntan al mismo, hay que hacer cada vez más fuerte, conseguir los cuatro báculos mágicos y tener las maras suficientes para enfrentarnos a la bruja en el combate final con garantías de éxito.
Los cuatro primeros biomas del juego son más o menos abiertos, por lo que podemos explorar en cualquier dirección y volver atrás las veces que queramos para encontrar más recursos o conseguir monedas para comprar alguna mejora. Cada bioma tiene sus propios enemigos, su nivel de dificultad, su propia tienda y su jefe final. Hay que matar muchos monstruos en las habitaciones de cada bioma (que se reinician cada vez que salimos de ellas y volvemos a visitarlas, como en los RPG clásicos) y recoger muchos recursos para prepararse antes de los combates con los jefes finales.
Witch Rise no es un juego demasiado largo, pero es tan bonito, tan sencillo y tan agradable de jugar, que hemos pasado unas pocas horas enganchados a sus sencillas y nostálgicas mecánicas. A nivel artístico y técnico, ya lo hemos dicho, los gráficos 2D de estilo retro sobre los entornos 3D son adorables, al igual que la paleta de colores y el fabuloso diseño de niveles. Aunque estamos entre los obligados muros de las ‘habitaciones’ que conforman el mapa, podemos ver e imaginar un enorme y misterioso bosque porque vemos árboles, setos y vemos caer las hojas mientras nos acercamos a un enemigo e intentamos derrotarlo. Por supuesto, la música y el audio también son un homenaje a lo que escuchábamos en la era de los 8 bits.
En definitiva, Witch Rise es un genial homenaje a una época, pero a la vez un entretenido título que disfrutarás con una sonrisa en la boca si adorabas aquellos tiempos.