Kunitsu-Gami: Path of the Goddess es una sugestión artística hecha videojuego, un lugar de paz, un título diferente y a la vez una evolución del género. El defense tower con estética tradicional japonesa es la primera capa de un concepto narrativo inmaculado que teletransporta a cualquier jugador al monte Kafuku. Y ese descubrimiento entre batallas, cuidado de aldeas y recuperación de las máscaras robadas lo hace un must para el que busque algo diferente.
El análisis de Kunitsu-Gami: Path of the Goddess, visto hace unos meses en el Showcase, tiene tantas aristas como maneras y dificultades para disfrutar. Y todo pasa por entender la evolución del control de oleadas con el manejo de un único personaje de ataque. Y entre todo, una pincelada de calma con la reparación de aldeas entre tanta corrupción.
La eterna pregunta sobre qué busca el jugador presenta en el juego de Capcom varias vías. El mainstream tiene la opción principal de tener la acción a manos de Soh como el elemento central de los combates, pero la historia te persigue para saborear la táctica. Y entre tanto, el más purista encontrará que ese sólo es un ángulo del que disfrutar esta historia.
Kunitsu-Gami no necesita diálogos. Con una simple introducción sobre la avaricia del hombre y las hordas de arrestos, Yoshiko y Soh lideran el viaje de la salvación con una relación divina y sutil. La ceremonia de purificación es la puerta de entrada a un juego que coloca al humano como generador de la corrupción en el mundo. Y en la búsqueda de esa salvación, la colocación de aldeanos en según qué roles es la base de los combates. Aunque no siempre.
La combinación de la pausa y la acción es el mejor descubrimiento en los combates de Kunitsu-Gami. Con el contrapunto de día y noche para preparar la zona, rescatar aldeanos y preparar la lucha, el verdadero filón del juego está en manos de cada jugador.
Soh es el nexo de unión para elegir dónde combatir y contra quién mientras los peones hacen el trabajo encomendado. Pero la ejecución de esos combates es ideal, porque la mayoría de luchas son diferentes. El patrón no siempre es el mismo y la acción equipara la balanza con el control de oleadas según el mapa.
En esa búsqueda de la perfección, Kunitsu-Gami brilla gracias a su rejugabilidad. Aunque la base principal del juego no es difícil, que sí osada en algunos jefes, los retos internos son realmente complicados en el primer intento. Y eso obliga al jugador a interpretar cada partida de manera diferente para llegar a los logros.
La aparición de los jefazos cambia el concepto y es quizás ahí donde el juego pierde algo de su esencia. La estrategia pura cambia por completo en algunos bosses donde todo pasa por la persecución a Soh, por lo que el manejo como jugador es el epicentro del éxito.
La continuidad de Kunitsu-Gami: Path of the Goddesspasa por ejecutar purificaciones y posteriormente manejar llenar de paz cada aldea. El despliegue de bases es el punto más cercano a levitar en un universo similar al de las películas del Studio Ghibli, tanto por la banda sonora como por la esencia.
El mimo por la naturaleza en los detalles, el aspecto vital de cada aldea y la percepción de recuperar el mundo es parte del juego. A veces es excesivo y pesa por el hecho de tener que preservar cinco bases a la vez después de un combate, sobre todo en busca de recompensas. Pero es una ventana alternativa para llegar a todos los premios.
Donde Kunitsu-Gami brilla con el sobresaliente es en el apartado artístico. La creación de personajes, entornos e historia en esa Japón tradicional es brillante. Pero cuando entramos en los menús, el juego sube de nivel. La creación de los menús, el mimo en cada objeto, en los pergaminos, en su historia...todo es una obra maestra.
Es sorprendente cómo Capcom juega en otra liga en este tipo de detalles cuando el juego está tan lejos de un triple A. Y en cambio, la búsqueda de esa fuente de atención para transmitir de mil formas el mensaje que envía el título es incontrolable. Y ya depende de cómo cada uno se tome la experiencia, si sólo en la jugabilidad o perdido en la historia como un aldeano más en busca de cada una de las máscaras.
Es un juego que aspira a ser algo más que una alternativa independiente al defense tower con la incorporación de la acción pura del protagonista. No es transgresor pero innova y el acompañamiento artístico lo hace incomparable a lo existente. El entorno y el mundo que genera es perfecto para el jugador que busca algo diferente, y ahí Kunitsu-Gami te atrapa.