Los fans de los metroidvanias cuentan últimamente con un gran número de títulos con los que disfrutar, como el reciente Prince of Persia: The Last Crown o Ultros. Este Tales of Kenzera: ZAU, que llega bajo la iniciativa de títulos indies de EA Originals, no inventa nada nuevo y de hecho toma un gran número de cosas de títulos ya conocidos, pero todo lo que hace lo hace bastante bien, cuenta con un apartado gráfico y musical realmente brillante y hace algo no muy habitual en el género: lo más importante es la historia que quiere contar.
Ya cuando se presentó el título en la gala de The Game Awards 2023, su creador y fundador del estudio, el actor Abubakar Salim (conocido por sus papeles en series como Raised by Wolves o su inminente aparición en La Casa del Dragón, además de haber puesto la voz a personajes de videojuegos como Bayek en Assassin’s Creed Origins) ya anunció que el juego era un homenaje a su padre, fallecido tras enfrentarse a un cáncer, una manera personal de enfrentarse a su pérdida (para una persona que ama los videojuegos desde su infancia). Y de eso principalmente trata la historia tras Tales of Kenzera: ZAU, del duelo, de la pérdida y de cómo gestionarla.
Estamos ante un metroidvania directo y muy rápido que cuenta con una ambientación realmente interesante. El juego está inspirado en leyendas africanas y su estilo visual es de lo más llamativo, con colores chillones y efectos de neón que llaman poderosamente la atención. Con una ambientación ‘afrofuturista’ nos muestra la tierra de Kenzera, en un futuro que nos recuerda a la Wakanda de Black Panther. Allí un joven llora la reciente muerte de su padre. Su madre, para intentar mitigar su dolor, le ofrece un escrito de padre perdido en el que éste le cuenta la historia de su vida, la historia de cuando Zau perdió también a su ‘baba’.
Zau es un joven chamán que acaba de perder a su padre y que decide hacer un trato con Kalunga, el dios de la muerte, para recuperar el espíritu de su progenitor. Para ello tendrá que iniciar un viaje muy peligroso, un viaje donde estará acompañado por Kalunga y donde tendrá que tener muy presenta las enseñanzas de su padre. Es aquí donde comienza una aventura cargada de plataformas, desafíos y combate por un intrincado mapeado que, como buen metroidvania, tendrá caminos vetados hasta que consigamos adquirir nuevas habilidades.
Zau es un joven inexperto pero que cuenta con un gran poder, dos máscaras que le entregó su padre. Estas máscaras, la del Sol y la de la Luna, otorgan distintos poderes a Zau que pueden intercambiarse según el momento del juego. La máscara de la luna ofrece ataques a distancia y la del sol otorga poderosos ataques cuerpo a cuerpo. Con estos mimbres, la posibilidad del doble salto y un poderoso dash para cubrir grandes distancias, atravesar cascadas y colocarnos tras la espalda de los enemigos más poderosos, comenzaremos a recorrer un peligroso viaje iniciático.
Como buen metroidvania, estos poderes y habilidades son solo el principio. A medida que avancemos en el juego y descubramos nuevas zonas, tendremos la opción de mejorar nuestro sencillo árbol de habilidades, que otorgará nuevos poderes a ambas máscaras mágicas. Enseguida podremos congelar temporalmente el agua o a los enemigos, lanzar una especie de lanzas eléctricas y demás. Estas nuevas habilidades nos darán acceso a nuevos caminos, nuevas zonas en el mapa y nuevas formas de enfrentarnos a los enemigos que encontraremos. Todo en una aventura bastante lineal pero que si nos permite cierto retroceso para visitar zonas ya exploradas anteriormente y algunos desafíos opcionales (sobre todo físicos y de habilidad) que nos tentarán con cuantiosas recompensas.
Esta exploración y estos momentos de reflexión (que contrastan con la velocidad y frenetismo del camino marcado del a historia principal) permiten al juego volver a su tema principal. En estos recovecos y nuevas ubicaciones desconocidas, Zau encontrará voces del pasado e irá reconstruyendo su historia junto a su padre y procesando sus recuerdos, intentando sobrellevar el duelo y aceptar la pérdida. También aquí se enmarcan las conversaciones con Kalunga, que intentará que Zau aprenda y abandone esa actitud prepotente e imprudente que, todos sabemos, no va a terminar bien.
Estos momentos de parón sirven para sumergirse en la historia y a mi no me han molestado, sino que los he disfrutado e incluso ‘sufrido’, porque la historia que cuenta el juego merece la pena ser escuchada (tal vez a mi me toque especialmente porque yo he perdido a mi padre recientemente y aun me encuentro en ese proceso que intenta reflejar el juego) pero para muchos jugadores puede resultar un freno demasiado brusco.
Y es que el título parece diseñado para no parar de correr y pelear y estos momentos pueden cortar el ritmo. Al igual que corta el ritmo muchos momentos en los que se cierran las puertas y no podemos continuar corriendo por el mapa y se nos encierra con un número ingente de enemigos para que nos deshagamos de todos antes de poder continuar. Es cierto que se trata de desafíos de combate interesantes, pero esa manera de frenar a Zau (que parece diseñado para deslizarse y correr a lo ‘Sonic’) resulta anti-natural.
A medida que ganamos en poderes y habilidades el juego va ganando también en dificultad y hay que destacar la aparición de algunos jefes finales realmente grandes y poderosos, con los que hemos disfrutado de lo lindo. En contra, los enemigos 'pequeños' no ofrecen demasiada variedad. El sistema de combate es de lo mejor del juego, una mezcla de combos y habilidades que podemos combinar y que nos ha recordado a algunos hack and slash como Devil May Cry. Y eso se combina con las fases más plataformeras que también son satisfactorias, pero con las que hemos tenido más pegas, sobre todo por la precisión de los dobles saltos, los rebotes en las paredes y el recorrido del dash (nunca le he terminado de coger el punto exacto).
A nivel audiovisual solo puedo decir cosas buenas de este título. Los entornos son variados y preciosos, mezclando momentos de selvas exuberantes con grutas oscuras, cumbres escarpadas o pueblos indígenas. Todo con toques de colores chillones y hasta fluorescentes que combinan a la perfección y dan un toque paranormal y surrealista al juego.
Y la banda sonora y las voces son una auténtica maravilla. Puedes elegir al cast de actores en inglés o escuchar todas las voces en kiswahili (idioma africano muy extendido, conocido también como swahili) y con subtítulos en castellano. La banda sonora, en la que han participado también artistas africanos, está realmente cuidada.
El título de debut de Surgent estudios es un solvente y divertido metroidvania. Puede que no invente nada que no se haya visto anteriormente en el género pero lo que hace, lo hace bien. Además está acabado de manera brillante, sin bugs ni fallos y con un diseño de niveles y apartado artístico realmente impecables. Además, cuneta una historia profunda y necesaria que se queda dentro si te apetece escucharla.
Lo peor
80/100