El descubrimiento de Super Mario Party Jamboree me tenía algo nervioso semanas antes de su lanzamiento, y eso sólo sucede cuando hay una conexión directa. Esa ilusión enrabietada que no te deja dormir como siempre la noche antes todavía aparece para sondear videojuegos como este. Jamboree es atemporal, es brillante y tiene las mejoras necesarias para hacer del juego algo hasta ahora nunca visto.
Super Mario Party Jamboree es un museo jugable capaz de encontrar cualquier tipo de jugador para su causa. La mayor virtud del título no es la denominación de ser el más grande de su historia, sino el más capacitado para atraparte según las necesidades. Online, cooperativo, un Mario Party normal o minijuegos sueltos, un componente más de la próxima quedada en amigos y familia.
Mis recuerdos de Mario Party, por extraño que parezca, empiezan en casa de un colega con Pokémon Stadium. La vinculación con aquellos simpáticos videojuegos alejados de las peleas fueron un shock para mi juventud, no sé si por lo bien que se me daba o por la conexión con aquel vicio constante de unos minutos. Eso conectó con el multitap de PS1, poco después con el Crash Bash y a la larga con Nintendo y la saga de Mario Party.
En ese proceso hasta descubrir que había vida más allá la primera consola que te regalan tus padres el enamoramiento fue automático. Tomar ahora el mando para continuar esa tradición con la peque de la casa es darle espacio a lo que Super Mario Party ha construido a lo largo de los años: continuidad, comunidad y muy buen rollo dentro de su competición.
En un juego donde la suerte domina a todos los jugadores, Super Mario Party Jamboree mantiene su esencia. Antes de analizar modos y posibilidades, me quedo con Wario. Su minijuego es la demostración de cómo cuajar en sólo unos minutos una carrera perfecta entre acertijos, movimiento y rapidez mental. Hay espacio para todo, y es el reflejo de lo que significa Jamboree dentro de la saga.
La explosión del online en Super Mario Party Jamboree es crucial con la entrada de un modo competitivo tan divertido como Bowseratlon. La carrera a 20 jugadores es frenética, intensa, a veces frustrante, pero siempre pide más. El añadido del Paseo Servicial para descubrir minijuegos en lo más parecido a un Modo Historia, y funciona a la perfección.
Con ese proceso la potenciación del cooperativo es el segundo arco de la saga. La exposición de ocho modos de juegos diferenciales hace aún más interesante testear desde el globo. En casa estamos enamorados de la cocina rítmica, pero depende de a quién le des el mando, la elección es diferente.
Con respecto a las partidas del modo Mario Party todo pasa por el filtro de, 'Cómo alucinaría una personaje nueva que nunca lo haya probado'. Siempre hay un ejemplo de ese amigo al que poder introducir en el universo. Si en este caso saborea todas las novedades como forzar los duelos con determinados objetos, el acompañante en partida y la fuerza del azar, Jamboree sale ganando en todos los aspectos.
Super Mario Party Jamboree se cuela a partir de ahora en la lista de juegos favoritos para sacar en una conversación en casa. Y tengo la suerte de que casi siempre propongo mi techo para la charla, copa y Switch. Lo es porque ofrece alternativas jugables, fomenta la competitividad, también la conversación durante la partida y funciona aún más que las entregas anteriores.
Cualquier jugador puede quedar enamorado con los nuevos minijuegos, pero el acercamiento al online y las mejoras del cooperativo hacen aún más fieles a los amantes de la franquicia.
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84/100