Fue en un Nintendo Direct donde nos llamó la atención por primera vez Star Overdrive, un ambicioso y llamativo juego de mundo abierto que llegaba de la mano del estudio independiente italiano Caracal Games. El juego mostraba un enorme y precioso mundo lleno de colores y un héroe surcando sus diversos biomas montado sobre un veloz y versátil ‘hoverboard’ (vamos, un aeropatín de toda la vida). El juego, sin duda, entraba por los ojos pero, ¿qué tal su jugabilidad, historia y experiencia general?
Pues Star Overdrive se atreve con una propuesta atrevida, fusionando acción, música, exploración y velocidad en un planeta alienígena repleto de rampas naturales y secretos por descubrir. El juego está disponible hoy mismo, 10 de abril, en Nintendo Switch, y cuenta con una versión para PC en camino, y tras jugarlo un buen número de hjoras podemos adelantarte que el título propone una experiencia tan estimulante como irregular.
Desde el inicio del juego nos ponemos en la piel de BIOS, un explorador que responde a la llamada de socorro de NOUS, su compañera perdida, y termina estrellándose en el planeta Cebete. Lo que sigue es un viaje por biomas desérticos, estructuras abandonadas y enfrentamientos contra criaturas hostiles, mientras recogemos cintas de audio y desbloqueamos poderes al más puro estilo Zelda. Pero aquí, la estrella no es un escudo ni una espada mágica, sino una grav-board que redefine el sentido del movimiento y la libertad por este vasto planeta de llanuras interminables.
No hay que dar muchas vueltas para reconocer las influencias del juego. The Legend of Zelda: Breath of the Wild y Tears of the Kingdom son referencias inevitables: estructuras elevadas que revelan el mapa, poderes ambientales, biomas estilizados con estética cel-shading y una narrativa fragmentada por grabaciones dispersas. Pero donde Caracal Games logra destacar es en su sistema de desplazamiento por su mundo abierto.
La grav-board es ágil, veloz y altamente personalizable. Desde el primer momento, se convierte en una extensión natural de nuestro personaje. Saltar colinas, encadenar trucos, surfear tras un gusano gigante del desierto… Cada sesión es un espectáculo de movimientos. Recuerda a joyas como SSX o Tony Hawk, pero adaptado a un contexto sci-fi con sabor propio. Los puntos de interés están muy lejos entre sí y nos obligan a surfear en el aire a gran velocidad para conseguir que el ritmo de juego sea dinámico.
El otro gran pilar jugable es el Keytar, un híbrido entre guitarra eléctrica y arma blanca que, aunque resulta visualmente llamativo, no logra ofrecer una experiencia de combate tan satisfactoria como se esperaría. El impacto es ligero, sin sensación de peso ni precisión. Aun así, su función va más allá del combate: permite activar habilidades, manipular el entorno y se integra musicalmente con la banda sonora del juego.
Y hablando de música, Star Overdrive sorprende con una ambientación sonora que apuesta más por la atmósfera que por la épica constante. La banda sonora, cargada de sintetizadores y toques punk espaciales, se intensifica en momentos clave, logrando un equilibrio casi cinematográfico. Además, podemos recolectar cintas de casete con códigos QR para desbloquear temas originales. Todo esto le da al juego una identidad auditiva única, realmente cuidada.
Cebete es un planeta vasto, con colinas, desfiladeros, lagos enormes, puentes naturales y zonas ocultas. Es un entorno construido con el propósito claro de fomentar el desplazamiento, la exploración y el dominio del hoverboard. Sin embargo, más allá de su diseño, se percibe enseguida una profunda falta de contenido interactivo. Hay estructuras y enemigos, sí, pero no tantos como nos gustaría. Algunas áreas están desiertas más allá de su estética. El síndrome del mundo abierto vacío aquí aparece muy a menudo, lamentablemente. Un pequeño estudio independiente tiene muy complicado llenar de vida un mundo tan enorme, especialmente enorme porque decidieron que su protagonista se desplazara por él a velocidades absurdamente altas.
Los puzzles, por su parte, recuerdan a los santuarios de Zelda: sencillos, bien distribuidos, pero sin demasiada complejidad. Nos invitan a experimentar con habilidades como plataformas reboteadoras, rayos energéticos o manipulación de objetos. Estas herramientas aportan variedad, aunque el consumo de energía las limita y, en momentos tensos, puede resultar frustrante no poder usarlas con libertad.
En el combate es donde Star Overdrive tropieza más. Aunque las habilidades desbloqueables y la posibilidad de atacar desde el hoverboard ofrecen cierto dinamismo, el combate en tierra es impreciso y muy poco satisfactorio. Los enemigos carecen de variedad y sus patrones pueden resultar molestos más que desafiantes. Además, la falta de un sistema de fijación adecuado hace que los golpes muchas veces no impacten como deberían (tampoco notamos cómo impactan de ninguna forma cuando acertamos, así que da un poco igual).
Más allá de los sosos y repetitivos enemigos del montón, los jefes ofrecen algunos momentos más memorables: grandes criaturas, enfrentamientos cinematográficos y mecánicas más trabajadas. El primer gusano gigante es un ejemplo brillante del potencial que tiene el sistema cuando todas las ideas de sus creadores funcionan bien y a la vez.
La grav-board no solo sirve para moverse: puede personalizarse tanto en apariencia como en rendimiento desde el principio del juego. Usando materiales recogidos en la aventura (desde cristales hasta restos de enemigos pasando por minerales, flora y fauna del planeta), mejoramos velocidad, estabilidad o incluso añadimos la capacidad de desplazarnos sobre agua y otras superficies especiales. Además, el tinte estético no es puro capricho: mantiene limpia la tabla y mejora su eficacia.
El sistema de progresión es intuitivo y flexible. Permite adaptar tanto nuestro arma como el estilo de desplazamiento a nuestra forma de jugar. Y aunque no llega al nivel de complejidad de juegos RPG, es un sistema que nos mantiene entretenidos y ofrece recompensas justas que mejoran la experiencia en las siguientes fases de la aventura.
Star Overdrive rinde sorprendentemente bien en Nintendo Switch. Ya sea en modo portátil o en dock, mantiene una estabilidad aceptable, aunque no exenta de caídas de frames y algún que otro bug menor. Los menús pueden fallar, y en combate puede haber desincronización de algunos movimientos.
Visualmente, Cebete es una delicia: colores pastel, biomas variados, fauna alienígena bien diseñada y un diseño artístico coherente con su propuesta. Se nota amor por el detalle, aunque como hemos dicho a veces se percibe desaprovechado por lo vacío de algunas zonas.
Star Overdrive es una experiencia desigual pero bastante original. Brilla con fuerza en esos momentos en los que volamos sobre las dunas o las colinas a ritmo de música y cuando exploramos algunos de sus escenarios yresolvemos sus intrincados puzles. Pero también decepciona por su evidente falta de contenido, algunos fallos técnicos o combates poco satisfactorios. En cualquier caso, es una propuesta que merece ser experimentada, aunque solo sea por esos momentos en los que todo encaja y sientes que estás volando entre las estrellas al ritmo de un solo de keytar.
Plataforma analizada: Nintendo Switch
Lo mejor:
Lo peor:
71/100