¿Puede que estemos un poco saturados de terror animatrónico? Si, definitivamente ya estamos saturados. Pero siempre podemos echar un vistazo a una nueva propuesta que quiere ponernos los pelos como escarpias con sofisticados y espeluznantes bichos robóticos de apariencia infantil pero sádicas intenciones.
Finding Frankie intenta subirse al carro del éxito de licencias como Five Nights at Freddy’s combinando plataformas, humor negro y una estética inspirada en programas de concursos infantiles… con un giro mortal. El resultado es un cóctel curioso: una especie de Fall Guys teñido con la atmósfera del juego de Scott Cawthon, y condimentado con unas gotas de El Juego del Calamar. Suena raro, lo sé. Y el resultado es igual de raro.
Tras su paso por el PC, el título acaba de desembarcar en consolas y nosotros hemos probado la versión de PS5. Finding Frankie no es un juego largo, ni particularmente pulido, pero tiene algo que lo hace difícil de ignorar: una propuesta colorida, ligera, con carisma... aunque muy desaprovechada.
La premisa de Finding Frankie es tan simple como surrealista: tras encontrar una de las cuatro invitaciones doradas escondidas en las cajas de cereales de Frankie, somos el afortunado participante de un concurso de parkour televisado, que se desarrolla en un ‘parque de bolas’ gigantesco tematizado con la imagen y personajes de Frankie y cuyo gran premio son cinco millones de dólares. Todo parece inofensivo y divertido hasta que las mascotas animatrónicas del show, como el inquietante Henry Hotline o el propio Frankie, revelan su lado más psicótico y convierten el programa en una trampa mortal.
La narrativa no busca profundidad, ya está, no te van a contar nada más. Aquí el argumento es solo una excusa para lanzarnos a correr, saltar, escalar y sobrevivir. Y aunque no se desarrolla mucho más allá de ese punto de partida, tiene el tono justo de sátira y locura para mantenerse interesante durante su corta duración.
En lo jugable, Finding Frankie apuesta por una mezcla de parkour, algunos puzles sencillos y mecánicas de supervivencia. Podemos deslizarnos por el suelo, correr por las paredes, colgarnos de barras o impulsarnos entre plataformas. Todo para intentar llegar al otro lado de cada sección, sin caer en las manos de los animatrónicos sedientos de sangre
El problema es que, aunque el sistema de movimiento es funcional y tiene momentos donde todo fluye con naturalidad, la mayoría del tiempo nos vemos obligados a repetir obstáculos poco inspirados o lidiar con controles muy poco precisos (conseguir agarrarse a una barra es a veces una lotería incomprensible). En ciertas zonas, basta un mal cálculo para quedar atrapado en la geometría del escenario o chocar con el entorno, ralentizándonos y haciéndonos perder injustamente en persecuciones con límite de tiempo.
El diseño de niveles es desigual: algunos tramos brillan con algo de ritmo y un diseño visual atractivo, como el “Frosted Tundra” o la fase amarilla de Deputy Duck. Otros, en cambio, se son aburridos, genéricos o están muy mal aprovechados. El juego introduce elementos como el escáner de Deputy Duck (una linterna con capacidad de revelar objetos ocultos), pero apenas se utiliza un par de veces en todo el juego, lo que deja claro el nivel desidia de sus desarrolladores para introducir nuevas mecánicas.
Aunque Finding Frankie se autodefine como un juego de terror, no esperéis grandes sustos ni atmósferas densas. Se trata más de una experiencia de “terror divertido”: hay tensión en las persecuciones, sí, y un par de momentos inspirados como el laberinto oscuro con Henry Hotline acechándonos. Pero en general, la estética de parque de atracciones, los colores vibrantes y el tono humorístico hacen que el juego sea apto para un público adolescente e incluso infantil. Hay algún intento de susto aislado, pero no es demasiado espeluznante.
Esto no es necesariamente malo: Finding Frankie sabe a quién se dirige y no intenta ser más oscuro de lo necesario. Sin embargo, para los fans del terror más intenso, puede resultar decepcionante.
El juego sí que brilla en su presentación artística. Los escenarios tienen una estética de parque de bolas ochentero, con colores psicodélicos, neones, plataformas flotantes y obstáculos exagerados. Las mascotas, como Frankie o Henry, tienen diseños memorables que equilibran bien lo adorable y lo inquietante. A pesar de que estamos un poco cansados de estos diseños y de esta ambientación ya un poco manoseada, no se puede decir que los artistas del equipo de desarrollo no hayan hecho un buen trabajo.
La banda sonora, por su parte, es pegadiza y alegre, lo que contrasta con la premisa del juego y potencia esa dualidad humor-terror. Hay ritmos electrónicos que recuerdan a programas juveniles de los 90, y efectos de sonido que aportan personalidad a los entornos y enemigos.
En su duración es donde el juego muestra su mayor debilidad. Terminar Finding Frankie puede llevar entre una y dos horas. No hay mucha variedad en los desafíos, y la estructura del juego se basa en repetir una misma mecánica: llegar a una zona, activar interruptores en tiempo limitado, y escapar. Si te entretienes un poco es poque estarás luchando contra un fallo físico, un obstáculo mal diseñado o una plataforma más frustrante que la media.
Aunque el juego incluye coleccionables y un cronómetro visible que sugiere cierto guiño a los speedruners, su duración es realmente corta y su rejugabilidad nula. Da la impresión de tratarse de una demo extendida o el primer capítulo de una idea más ambiciosa.
Finding Frankie no está hecho para todos. No es un juego profundo, ni innovador, ni técnicamente pulido. Pero puede resultar muy divertido para streamers, creadores de contenido o un público más juvenil que busque una experiencia rápida, visualmente atractiva y con un toque de humor macabro. Finding Frankie tiene corazón y estilo, pero tropieza en su ejecución. Es una experiencia breve y sin complicaciones, con destellos de creatividad que podrían brillar en una posible secuela más ambiciosa.
Plataforma analizada: PlayStation 5
Lo mejor
Lo peor
55/100