El sueño carioca fue incompleto para María Bernabéu
En Río de Janeiro, la primera ciudad olímpica de América del Sur, la española María Bernabéu estaba dispuesta a firmar la página más brillante de su carrera.
Lucía Santiago
Su objetivo antes de partir esta mañana desde la Villa Olímpica con destino al Carioca Arena 2 era conseguir una medalla que la erigiera en la sucesora de la judoca Isabel Fernández en el podio olímpico. Desde el año 2000 en Sydney, con el oro de la alicantina, no celebra un éxito la delegación española.
Esta sequía de dieciséis largos años no pudo ser interrumpida hoy por otra judoca afincada en esa provincia de la Comunidad Valenciana, nacida en Salamanca pero de padre alicantino y madre guineana. María Bernabéu lo intentó, pero no pudo esquivar el infortunio que acompaña a la disciplina en las cuatro últimas citas olímpicas: Atenas 2004, Pekín 2008, Londres 2012 y Río 2016.
La quinta y última participante con pasaporte español jugó a ganar en Río de Janeiro. Le salió cruz, aunque fue la única que abandonó el complejo deportivo con la sensación de haber podido competir por la gloria.
El madrileño Fran Garrigós, la cordobesa Julia Figueroa, el vitoriano Sugoi Uriarte y su esposa, la valenciana Laura Gómez, dijeron adiós demasiado lejos de las fases finales.
Una medalla no cuelga tampoco del cuello de María Bernabéu.
No es una de las tres mejores judocas de la categoría de menos de 70 kilogramos, aunque con esa posibilidad se permitió soñar mucho antes de su llegada a Brasil.
Hace exactamente 348 días, la española firmó el mayor logro de su historial. Fue plata en el último Campeonato del Mundo.
Compitió en Astana (Kazajistán) el 28 de agosto de 2015 y en ese escenario cimentó su mayor deseo. Quería llegar a la ciudad carioca para disfrutar de sus primeros Juegos Olímpicos pero, sobre todo, para competir sabiéndose con "opciones de conseguir medalla".
Por esta razón completó parte de su preparación en Japón, la cuna del judo. Después se unió a la concentración que reunió al equipo español en la localidad barcelonesa de Castelldefels e, incluso, tuvo tiempo para refugiarse en la calma de Eslovenia.
Esas tres etapas fueron necesarias para que María Bernabéu pudiera sentirse con posibilidades de ser medallista olímpica en Río de Janeiro. Fue quinta. Se le escapó la recompensa que perseguía después de una exigua preparación que comenzó meses antes de su irrupción en la ciudad brasileña y que incluyó un metódico análisis de sus rivales en el torneo olímpico.
Ese deseado metal, "necesario para el judo español" según remarcó a EFE la campeona olímpica Miriam Blasco, se alejó en el último suspiro de las manos de la española tras una fatigosa jornada que arrancó a las 10.00 (hora local).
En su primer combate, ya en octavos de final por su condición de cabeza de serie, doblegó a la polaca Katarzyna Klys.
Un shido le bastó para avanzar a la ronda que reúne a las ocho mejores, donde le aguardó la colombiana Yuri Alvear, tres veces campeona del mundo, bronce en la cita olímpica londinense de 2012 y subcampeona este miércoles en Río de Janeiro. Con un certero ippon, por Tani-otoshi a falta de 2:03 minutos para la conclusión del duelo, la judoca de Jamundí le negó las semifinales.
La española se rehizo de ese revés y combatió con "fe" en la repesca. María Bernabéu, que viaja a las competiciones con una Biblia y que jamás oculta la relevancia que para ella tiene la religión, se encaró con la israelí Linda Bolder.
La derrotó exhibiendo la fuerza que aceleró su progreso desde las categorías inferiores e irrumpió de pronto en el definitivo combate por el bronce. Ahí la alemana Laura Vargas Koch le privó de la gloria. Sin medalla, pese a su meritorio quinto puesto, no pudo quitar los amarres que mantienen al judo español anclado en el pasado. La disciplina se mantiene en las seis preseas olímpicas.
"Necesitábamos tanto esta medalla para el judo...", lamentó en zona mixta Bernabéu, abatida todavía por el error que la bajó del podio, "pero a veces este deporte es injusto".