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Diez años del día que el Getafe rozó la gesta ante el Bayern
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Diez años del día que el Getafe rozó la gesta ante el Bayern

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EFE / ElDesmarque

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El "Partido del Siglo" fue un término que se acuñó para definir el Italia-Alemania de las semifinales del Mundial de México 1970 que acabó 4-3 tras una prórroga de infarto que de decantó del lado transalpino. Las escenas de ese choque se repitieron 38 años después, en 2008, en una noche de locura para que el siglo XXI tuviera su propio "Partido del Siglo" en el Coliseum Alfonso Pérez.

Han pasado diez años desde aquel mágico 10 de abril de 2008, en el que los sueños del Getafe se derrumbaron tras arrodillarse con dignidad ante el Bayern Múnich en los cuartos de final de la Copa de la UEFA. El conjunto azulón empató 3-3 después de firmar tablas en el choque de ida (1-1) y fue eliminado en otra prórroga igual de épica que la de aquel lejano Italia-Alemania.
De Roberto Boninsegna y Franz Beckenbauer a Cosmin Contra y Franck Ribery. De Luigi Riva a Gerd Müller y del "Pato" Abbondanzieri a Luca Toni. Épocas distintas, jugadores diferentes, pero con un final distinto: el 10 de abril de 2008 ganaron los alemanes, como casi siempre. Y, además, de la forma más cruel.
Pero la historia de aquel Getafe-Bayern tuvo otras intrahistorias antes del célebre enfrentamiento del Coliseum. El Getafe tenía una plantilla joven, con nombres como Rubén de la Red, Esteban Granero, Pablo Hernández o Jaime Gavilán que se mezclaban con veteranos como David Belenguer, Abbondanzieri o Cosmin Contra.
Todos formaban un equipo dirigido por el danés Michael Laudrup, que imponía un fútbol preciosista en un equipo humilde que se plantó en los cuartos de final después de grandes partidos ante el Tottenham o el Benfica. Un camino hasta cuartos resuelto con brillantez que iba a tener su colofón con los cuartos de final ante el Bayern.
¿Pero qué pensaron en el club alemán cuando el sorteo emparejó a su equipo con el Getafe? Simplemente, encendieron la mecha que a punto estuvo de explotar en la cara de la entidad germana. Franz Beckenbauer, entonces presidente del Bayern, lanzó una frase que envalentonó a los jugadores azulones: "No sé dónde está Getafe", dijo.
"Eso nos picó un poco, claro que sí. Sobre el papel no eran superiores, pero en los dos partidos, sobre el terreno, no lo fueron. Nos crecimos más. En Getafe vimos que no estaban acostumbrados a jugar en un campo así. Todo salió perfecto quitando los últimos diez minutos", recuerda a EFE Jaime Gavilán.
Antes de esos últimos diez minutos fatídicos de la prórroga del choque de vuelta, el Getafe arrancó un empate a un tanto en el Allianz Arena. Un gol de Cosmin Contra al final silenció al estadio del Bayern y cerró muchas bocas.
"Me acuerdo de sus palabras. Ellos, incluso el presidente, decían que no tenían información nuestra. Éramos un equipo debutante en la competición. Eso nos hizo más fuertes. Después de dos eliminatorias vieron quién es el Getafe. Se acordarán siempre", recordó el autor de ese gol.
En Getafe, con el rey Juan Carlos en el palco, y con una expectación increíble, esperaron once gladiadores dispuestos a dar el golpe final al Bayern. Había ansiedad por dar la puntilla al cuadro germano. Y estuvieron a punto de conseguirlo. Se dejaron llevar en volandas por la grada pese a un primer palo a los diez minutos con la expulsión de Rubén de la Red.
"Recuerdo perfectamente esa imagen. Fue un jarro de agua fría", afirma Gavilán. Sin embargo, después el Getafe se recuperó y Cosmin Contra, de nuevo, en una cabalgada épica, marcó el primer gol del Getafe antes del descanso. El 1-0, daba el pase al conjunto madrileño. Había que aguantar con un hombre menos todo el partido.
Y casi lo consiguieron hasta que Ribery emergió de la nada en el último minuto para empatar el duelo y mandar la eliminatoria a la prórroga. Igual que en el Italia-Alemania de 1970, cuando apareció Karl-Heinz Schenellinger para deprimir a Italia en el minuto 90. 1-1, y a la prórroga. Y, como entonces, se desató la locura.
Si en el estadio Azteca de la Ciudad de México marcaron Burgnich, Riva y Rivera para los italianos y Müller en dos ocasiones, los protagonistas en el Coliseum fueron primero Javier Casquero y Braulio Nóbrega para subir el 3-1 en el marcador a falta de 24 minutos para el final. Todo parecía hecho. Pero no fue así, en apenas cuatro minutos, llegó la desgracia.
Primero, en el 115, con un error de Abbondanzieri que recordará toda su vida, cuando se le escapó de las manos una pelota fácil que rebañó Luca Toni para hacer el 3-2. Y, después, a 20 segundos de que el árbitro pitara el final, con el portero Oliver Kahn en el área para rematar una falta, apareció de nuevo Toni para empatar y dar el pase al Bayern.
"Recuerdo perfectamente esas dos imágenes del partido. No se me va cuando se le escapa el balón al Pato y cuando Luca Toni marca el tercero. Pensé que cómo me podía estar pasando eso a mí. Poco antes veías a Schwensteiger sobrepasado, a Lahm que no sabía ni cómo animar a los suyos... ¡les estábamos pasando por encima con uno menos!", afirma Gavilán.
Pero la verdad es que después del segundo tanto de Luca Toni, llegó el derrumbe. Jugadores tirados en el suelo consolados por futbolistas del Bayern y después un vestuario hundido.
"Hubo muchas lágrimas. Yo el primero. Lágrimas de impotencia, de rabia. El fútbol nos lo tenía que devolver en algún momento. Fue un momento de no decir nada. Las miradas lo dicen todo, pero al día siguiente fueron todo portadas y halagos. El reconocimiento de la gente es lo que queda", añade Gavilán.
Aquel 3-3 quedó para la historia del fútbol. Kahn, después del partido, aún cariacontecido, en las entrañas del Coliseum Alfonso Pérez, declaró que los jugadores del Getafe "jugaron como dementes". Nunca más dirían que no sabían donde estaba la ciudad del sur de Madrid. Jamás la olvidaron.
Y, para muchos, aquel partido épico, aunque hayan pasado diez años, representó la esencia de un deporte en su máxima expresión. El Getafe, una semana después, hundido moralmente, perdió la final de la Copa del Rey contra el Valencia y sufrió para conseguir la salvación. Pero nadie quita a esos hombres un día histórico que diez años después aún se recuerda.
"Si lo tengo que definir con dos palabras, diría "bendita locura". "Fue un partido para el espectador, para nosotros, para toda la gente de España que lo vio. Con diferencia, es la mayor locura que he vivido en un campo. Fue un partido que no tuvo el resultado que queríamos, pero que fue muy bonito. Dignificó el fútbol". Sin duda, fue el otro "Partido del Siglo".

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