Popovic: "No quería acabar mi carrera en otro sitio que en Fuenlabrada"
Miguel Ángel Moreno
Fuenlabrada (Madrid), 16 may .- Marko Popovic lo deja. En la frontera de los 37 años, que cumplirá el 12 de junio, tras una temporada castigado por las lesiones, su prioridad a partir de ahora será su familia y ha decidido cerrar 21 años de exitosa carrera en Fuenlabrada. "No quería acabar en ningún otro sitio", asegura a EFE.
El escolta del Montakit Fuenlabrada, doble ganador de la Eurocopa -con dos equipos rusos: Unics Kazan en 2011 y Khimki en 2015-, ídolo del Zalgiris Kaunas lituano y estandarte de su Zadar natal (Croacia), dejará el baloncesto en dos semanas. Lo anunció una vez logrado el objetivo del conjunto madrileño, la permanencia en ACB.
"No quería acabar en ningún otro sitio, quería acabar aquí. Son los últimos diez días, quiero disfrutar, charlando de todo lo que hemos vivido juntos aquí en cuatro años", explicó durante una conversación con la Agencia EFE en el Pabellón Fernando Martín, en la que hizo balance de su amplia trayectoria profesional.
Mientras sus compañeros del Montakit Fuenlabrada terminan el entrenamiento, el escolta croata acaba de regresar de unas pruebas médicas. Su rodilla pone en peligro que pueda cerrar su carrera sobre el parqué en los dos partidos que restan, ante el Baxi Manresa fuera y el Iberostar Tenerife en casa. "Casi seguro que no jugaré contra el Manresa, aunque no se sabe al cien por cien", admitió.
"Sería muy bonito despedirse jugando, pero si no puede ser la verdad es que tengo recuerdos en cuatro años que no voy a olvidar (...) Es una celebración para mí, vendrá mucha gente de Croacia, mis amigos, son 21 años de carrera, va a ser especial", añadió sobre el que será su último partido, el 26 de mayo en el Fernando Martín.
Popovic asegura que la decisión de retirarse es para él "emocionalmente dura" ya que el baloncesto es "una gran parte" de su vida, pero ahora su prioridad será su familia, de la que ha estado separado los últimos años, ya que sus hijos están escolarizados en Croacia.
"Ahora toca ser padre, marido, estar más comprometido que hasta ahora, porque no tenía tiempo de estar con ellos. Ha llegado ese momento. No estoy triste, sí lo voy a estar unos días, pero cuando pase el tiempo estaré muy orgulloso por lo que he hecho en mi carrera", se sinceró Popovic.
Dejará el baloncesto tras cuatro temporadas en el club madrileño, en las que se ha convertido en un jugador franquicia que quedará tanto en la retina de los aficionados como en el historial de la entidad: tercer jugador del 'Fuenla' en triples anotados, sexto en puntos y asistencias, octavo en valoración y décimo en minutos.
Y eso que su llegada al club tuvo mucho de azar, o de oportunidad. "Cuando vine aquí desde Khimki fue por la famosa historia de Amelia", recordó Popovic. Amelia es su segunda hija, que nació en septiembre de 2015, cuando el jugador se había dado un parón competitivo tras salir del poderoso Khimki ruso.
"Ella nació el día 27, cinco días después recibí la oferta del Fuenlabrada, Zan (Tabak) y Ferrán (López) contactaron conmigo y yo estaba en un barco con un amigo. Dije "¿por qué no?" Para mí era una aventura. Había tenido una mala experiencia en Valencia y pensé que quería jugar otra vez en España, la mejor liga de Europa después de la Euroliga", rememoró.
Para Popovic el modesto club madrileño, era "una aventura" muy diferente a los anteriores de su carrera, ya que pasaba de pelear por los títulos a luchar por mantener la categoría, aunque logró dos clasificaciones a la Copa del Rey, un 'playoff' y dos billetes a competiciones europeas (Eurocopa y Liga de Campeones).
"Llegué después de haber estado entrenando solo, y sufrí muchísimo. Poco a poco, jugando mejor, mejorando físicamente, a partir del partido que perdimos contra Sevilla aquí, donde fallé una bandeja, cambió todo. De una aventura, se convirtió en una pasión, una conexión con la gente de aquí, con la afición. Y cuatro años después puedo decir que hay un amor mutuo", agregó.
Incluso llegó a decir que no a ofertas de clubes de Euroliga. "Pienso que he sido fiel a este club, incluso cuando llegaron las ofertas de Málaga y Panathinaikos. He dado todo, siempre podría ser más, pero no tengo duda de que el respeto es mutuo", aseguró.
Hoy, Popovic reconoce gran parte de las caras que ve en el Pabellón Fernando Martín, un modesto recinto de unos 5.500 espectadores. "Sé dónde está sentado todo el mundo, conozco mucha gente a la que puedo llamar amigos. Y un día volveré", añadió.
El escolta nacido en Zadar (Croacia) en 1982, en familia de baloncestistas (su abuela, padre y madre jugaron), entró en un pabellón con dos meses y vivió la Guerra de los Balcanes siendo niño y esperando a la noche para ver a sus ídolos de la NBA: el estadounidense Michael Jordan y su compatriota Drazen Petrovic.
Tras pasar por su Zadar natal, el baloncesto universitario estadounidense, regresar a Croacia, tener una experiencia "difícil" en el Valencia Basket y ganar títulos en Cibona de Zagreb, Efes Pilsen, Zalgiris Kaunas, Unics Kazan y Khimki, el escolta croata no quiere destacar títulos, sino vivencias.
"Donde he más conectado emocionalmente ha sido en Zadar, Zalgiris y Fuenlabrada, sin duda, pero también en Unics Kazan, donde gané una Eurocopa, y Khimki. En Valencia estuve poco tiempo y no tuve una buena experiencia, pero fue una buena escuela para mí porque pensaba que era mucho mejor jugador de lo que era", reflexionó.
Pero el momento más complicado no fue con un club, sino con la selección croata en el Eurobasket 2005, cuando cayeron en la prórroga de los cuartos de final contra la España de Juan Carlos Navarro, Fran Vázquez y Jorge Garbajosa, dirigida por Mario Pesquera (101-85).
"No ganar ninguna medalla con la selección duele, porque ese es un amor que no se puede comparar con ningún club, cuando te apoya todo tu país, pero no pudo ser. Siempre di todo y jugué con el corazón para mí país, y la gente lo reconoció. Eso me vale mucho", valoró Popovic.
En dos décadas de trayectoria, Popovic tiene un buen número de compañeros a los que recuerda. "La entrevista duraría hasta mañana", bromeó al ser preguntado por ellos, aunque se detuvo en un nombre: su compatriota Dino Radja, miembro de la mítica Jugoplastika de Split bicampeona de Europa y con el que coincidió en Zadar.
"Cuando yo llegaba a un entrenamiento con 17 años, Dino Radja le dijo al primer entrenador que me quería ver en el quinteto el próximo partido. Lo hice bien, y siempre le estaré agradecido por lo que hizo por mí. Cuando viene de una persona que hizo todo en su vida, jugando NBA, títulos europeos, con la selección... Eso vale mucho", recordó.
También es larga la retahíla de entrenadores de los que Popovic ha aprendido en su carrera, una posición que ha aprendido a valorar con el tiempo.
"Al principio odiaba a los entrenadores, pensaba que tenían algo contra mí, pero al final he visto que ser entrenador no es fácil. Conectar doce cabezas, doce caracteres, doce culturas... En un vestuario pasan muchas cosas, es un laboratorio increíble", aseguró.
De hecho, Popovic que en los últimos años ha sido definido por varios entrenadores del Fuenlabrada como un técnico en la sombra, se está preparando para esa posición de cara al futuro, aunque tampoco descarta ser agente de jugadores.
"Me gustaría ser entrenador, pero eso supone volver a estar separado de mi familia. Ahora voy a hacer una pausa, sacaré el curso de entrenadores, pero tengo otra opción, que es ser agente. No sé si me va a llenar, porque estás cerca del baloncesto pero no es como ser entrenador. De momento son dos opciones abiertas, pero nunca se sabe qué puede pasar en el futuro", finalizó Marko Popovic.