Popovic y el último triple de una leyenda
Miguel Ángel Moreno
Fuenlabrada (Madrid), 26 may .- El escolta croata Marko Popovic, de 36 años, se despidió del baloncesto fiel a su esencia: con un triple lejanísimo y decisivo para ganar un partido para el que estaba descartado por lesión, y con el que puso el broche de oro a su carrera en Fuenlabrada, donde ya es considerado una leyenda.
El tirador balcánico, que no había entrenado junto a sus compañeros en las dos últimas semanas por su lesión de rodilla, pidió a su entrenador, José Ramón 'Jota' Cuspinera, despedir 21 años de carrera en el baloncesto profesional jugando. Y no pudo hacerlo de otra forma que siendo, una vez más, decisivo.
"No podía imaginar que acabaría de esta manera, ha sido un sueño para mí... Tenía que haber estado de baja de 4 a 6 semanas, habían pasado dos pero decidí dar todo lo que tenía a este club y a esta afición que me han dado todo y me han aceptado como uno de los suyos", explicó Popovic tras el encuentro.
El carismático escolta balcánico, que con sus 12 puntos de hoy se convirtió en el quinto anotado histórico del club (1.460 puntos), no quería despedirse del baloncesto sin pisar el parqué, en un partido especial en el que vinieron a verle amigos y familiares de su localidad natal: Zadar, en Croacia.
"Comentó a mis ayudantes que quería jugar y yo le pregunté y el me dijo: 'Es mi retirada, no estoy recuperado pero no tengo malas sensaciones'. Determinamos que él me iba a ir orientando si tenía molestias, de hecho él me ha pedido el cambio dos veces. Y el final lo hemos visto todos. Me he emocionado hasta yo, ha decidido arriesgar y le ha salido", confesó el entrenador tras el encuentro.
La despedida fue redonda desde el inicio, en un partido en el que todos sus compañeros jugaron con su apellido sobre su dorsal. Una legión de 'Popovics' para homenajear al hombre del día, en un partido en el que el Fuenlabrada no se jugaba nada, ante un rival, Iberostar Tenerife, que peleaba por una plaza de 'playoff'.
Recibido con una bandera croata ondeando en una de las esquinas del pabellón y con cartulinas rojas con su cara y el lema "un Marko incomparable", Popovic calentó como si su rodilla no le doliera.
Saltó el croata con unas zapatillas blancas personalizadas con la cara de sus dos hijos, Amelia y Adrian, en los dos exteriores del pie. Como era lo esperado, no figuró en el quinteto inicial y esperó su oportunidad en el banquillo.
El momento llegó antes de lo esperado, en el minuto 9, con el Fuenlabrada 12 puntos por debajo en el marcador (10-22). Se aproximó a la mesa de los jueces para salir, y con él amanecieron los aplausos. Sacó de fondo el esloveno Luka Rupnik y buscó a su compañero croata, que encontró la carrera de Christian Eyenga para que el congoleño encestara la bandeja y sacara falta.
No tardó mucho en llegar su primera canasta, una penetración con bandeja lanzada con la mano derecha que inauguró su marcador particular y supuso el 15-24 con el que se clausuró el primer cuarto.
La fe del tirador croata no se quedó ahí, ya que con él continuó el parcial del Fuenlabrada, con un triple de más de siete metros y provocando una falta cuyos tiros anulaban la ventaja tinerfeña (23-24, min. 12). Poco después se retiró, con 7 puntos, dos asistencias, un rebote y dos balones perdidos.
Su retorno a la cancha se produjo en el momento más dulce del partido para el Fuenlabrada, en el tercer cuarto cuando los madrileños le habían dado la vuelta al marcador (54-48, min. 28); y sus últimos minutos fueron en los momentos calientes, los últimos 30,4 segundos con un 75-73 en el marcador
En el tiempo extra, siguió en el parqué, probó un triple en el que el aro escupió su lanzamiento, pero el lanzamiento bueno, el necesario, el importante, a 17 segundos del final, sí que entró. Un intento lejanísimo, a más de diez metros del aro, tras un pase del esloveno Luka Rupnik, que sentenció el encuentro (87-82).
A la alegría de la victoria, finiquitada con un tiro libre más para su cuenta y el 88-84 final, le siguieron los abrazos y los homenajes, un vídeo que recordaba sus mejores momentos en cuatro años en Fuenlabrada, y el reconocimiento de las autoridades.
"Eres un jugador de leyenda", le dijo el presidente del Fuenlabrada, José Quintana. "En una ciudad donde nunca nos han regalado nada siempre nos ha gustado la gente luchadora como tú, nos has hecho vibrar", añadió el alcalde de la localidad, Javier Ayala, presente en el pabellón en plenas elecciones municipales.
Y cerró el propio Popovic. "Venir fue una locura venir, luego se convirtió en una pasión y ahora es amor. Nunca había pensado en tener una despedida como esta", finalizó, con su hija Amelia en los brazos y su mujer y su hijo bien cerca. "Ahora me van a tener en casa", añadió.
Aclamado por su afición, a la que saludó personalmente dando la vuelta al pabellón chocando las manos con todos los seguidores del Montakit, el escolta nacido en Zadar (Croacia) en 1982, cerró su carrera deportiva al borde de los 37 años, que cumplirá el próximo 12 de junio, en la que Fuenlabrada fue su hogar los últimos cuatro.
El tirador balcánico, formado en el KK Zadar de su localidad natal, pasó por Cibona de Zagreb, Valencia Basket, Efes Pilsen, Zalgiris Kaunas, Unics Kazan y Khimki, desde el cual llegó al Fuenlabrada en el inicio de la temporada 2015-16, cuando su compatriota Zan Tabak era entrenador del equipo fuenlabreño.
Dos participaciones en la Copa del Rey, una en los 'playoffs' de la Liga Endesa, y dos aventuras en la Eurocopa y la Liga de Campeones, son el bagaje de Popovic en Fuenlabrada, dentro de un palmarés que incluye dos Eurocopas ganadas con el Unics Kazan en 2011 (cuando fue el jugador más valioso de la final) y el Khimki en 2015, y títulos en Croacia, Turquía Lituania y Rusia.
Popovic, internacional con Croacia en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, el Mundial 2010 y varias ediciones del Eurobasket, solo dejará en su 'debe' no haber conseguido una medalla con el combinado arlequinado. El único lunar de una carrera que tocó a su fin en Fuenlabrada, con el último triple de un jugador de leyenda.