Ancelotti lo consigue y el Real Madrid ya tiene su gran galáctico
Esto sí que es un galáctico. Más allá de cualquier análisis técnico-táctico, de cuestiones estadísticas, la clasificación del Real Madrid para los cuartos de final de la Champions League entra en el capítulo de partidos para el recuerdo del club blanco y del fútbol internacional por lo inesperado y hasta casi irracional por todo lo que ocurrió en el momento que Karim Benzema pulsó el interruptor de la magia.
El París Saint Germain y todo su multimillonario proyecto, reforzado para esta ocasión con la llegada de Leo Messi como estandarte, con Achraf Hakimi, con Sergio Ramos, que ya disponía de una relación de primeros espadas, entre ellos Neymar, cabalgaba a lomos de un inconmensurable Kylian Mbappe por el Santiago Bernabéu. Ya en la ida, en el Parque de los Príncipes, el cuadro del argentino Mauricio Pochettino había podido sentenciar. En el segundo partido su puesta en escena estaba también por encima a la de un Real Madrid superado.
Se llevaban 150 minutos de eliminatoria con superioridad parisina no reflejada en toda su medida en los marcadores de ambos partidos, aunque el 2-0 para el PSG en el global parecía definitivo por el marcador y por las sensaciones. El Real Madrid, caía víctima del fulgurante Mbappe.
Karim Benzema lo cambia todo en el Real Madrid
Benzema es un '9' con alma de '10'. Es mucho más que un delantero al uso. No es el atacante bregador, de lucha constante. Aún así ya es historia del Real Madrid por los goles marcados. De hecho superó al mismísimo Alfredo di Stéfano en esta noche para el recuerdo.
A lo largo de su carrera ha dejado retazos casi impropios de las características que le sitúan en el olimpo internacional. Por ejemplo, lo hizo ante el meta del Bayern Sven Ulreich y sobre todo lo hizo en la final de la Champions ante el Liverpool ante Loris Karius para desnivelar el partido.
Frente al PSG volvió a hacerlo. Fue a presionar a Gianluigi Donnarumma, considerado a tenor de los últimos galardones el mejor guardameta del mundo. Y encontró el premio. El conjunto galo reclamó falta de Benzema, pero el colegiado Danny Makkelie dejó seguir la jugada. El balón golpeado por el italiano fue a parar a Vinicius, que sirvió a Karim el 1-1.
El '9' blanco había apretado el interruptor. El encuentro y la eliminatoria dio un giro absoluto. El Real Madrid, reforzado por el vigor que dieron Eduardo Camavinga, Rodrygo Goes y Lucas Vázquez, y liderado por un excelso Luka Modric, se comió al PSG, que se diluyó de forma absoluta.
La magia del Bernabéu en la Champions
El Bernabéu se encendió y, como diría posteriormente Ancelotti, apareció la magia de las citas más históricas. Equipo y afición comenzaron a creer tanto como a hundirse los parisinos. Algo inexplicable ante lo acaecido hasta el momento. Más allá de cuestiones técnicas se trató de algo casi espiritual.
Un equipo que dispone de una pléyade de estrellas como Leo Messi, fichado para alcanzar por fin el título, Neymar, el propio Mbappe -el único que realmente lo siguió intentando-, Verratti, Di María.... se disolvió como un azucarillo, desapareció y como tocado por los dioses creció el Real Madrid para completar la remontada y la clasificación con dos nuevos goles de Benzema entre el delirio de la afición blanca y la decepción de los hinchas parisinos que no habían dejado un solo segundo de cantar desde la grada alta del Bernabéu.
Ancelotti se pudo quitar parte de la espina que tenía clavada desde que su Milan desperdició, también inexplicablemente, un 3-0 en la final de la Liga de Campeones de 2005 ante el Liverpool.
Aquel día su equipo se situó con tres tantos de ventaja en la primera parte del encuentro disputado en el Olímpico Ataturk de Estambul. Pero tras el descanso se produjo el milagro, el equipo 'red' que dirigía el español Rafa Benítez equilibró el partido con tres goles en seis minutos y se acabó llevando el título en la tanda de penaltis.
Otra referencia de lo irracional, y de lo que convierte al fútbol en un deporte de masas, es la final de 1999 en el Camp Nou de Barcelona, en la que el Manchester United se hizo con la corona tras remontar un partido perdido ante el Bayern Múnich con dos dianas en la prolongación de Teddy Sheringham y el noruego Ole Gunnar Solksjaer.
Benzema cambia a un Real Madrid irracional
El interruptor de Karim lo cambió todo en el Bernabéu, donde no se remontaba un gol desde hacía veinte años o donde no se revertía un marcador adverso desde que un triplete de Cristiano liquidó al Wolfsburgo de Julian Draxler -de nuevo víctima ayer- y con un 3-0 revirtió el 2-0 sufrido en la ida.
Hace cuatro años, en la ida de octavos, el PSG ya había sido víctima del ADN del Real Madrid en la Liga de Campeones. El equipo blanco ganó por 3-1 con dos tantos seguidos en el tramo final de Cristiano Ronaldo y Marcelo que completaron otra remontada, pero de dimensiones absolutamente inferiores.
Lo volvió a experimentar el conjunto parisino, pero en su máxima expresión. El 'botonazo' de Benzema apagó la luz francesa y encendió como en las mejores ocasiones la de un Real Madrid que fue un auténtico vendaval con el que aplacó las cabalgadas de Mbappé, que por el momento fue casi un Usain Bolt por el verde del Bernabéu.
Obviamente ese cambio de decorado, el apagón del PSG y el encendido del Real Madrid, se tradujo también en las estadísticas. Al descanso la posesión era de 44-56%, al final fue de 47-53%. Los disparos pasaron de 8-9 a 21-12 (3-5 a 7-5 a puerta). Los pases completos de 218-339 a 410-548.
A la postre el Real Madrid atacó más (67-48), recuperó más balones (36-32), corrió más (105,7 km-102,4), ganó más disputas (10-4) y tuvo más pegada. De nada le valió al PSG dominar la posesión, desplegar más pases y mandar durante una hora.
