¡Habrá quinto!

¡Habrá quinto partido entre el Unicaja y el Barcelona! Nueva gesta histórica del equipo de Joan Plaza que ha resucitado cuando parecía rozar la muerte clínica. 77-66 en un nuevo alarde de furia, de corazón, de arrestos. Una nube volvio a envolver al conjunto malagueño que se jugará su pase a la final el domingo en el Palau Blaugrana.

20 años después de aquella mítica final, el Unicaja tiene la oportunidad de vencer por primera vez en su historia al Barcelona en una ronda de play off. Esta mística que rodea al Palacio malacitano hacía tiempo que no se sentía. Y es que...
Lo intentamos, jugamos con las palabras, rebuscamos entre los adjetivos para tratar de hacerles entender lo que es el Carpena. Pero es imposible. Es algo que hay que vivir, pero no para contarlo, sino para saberlo. No lo comprenderá si no.
El infierno verde subió un poco más la apuesta si cabe, parecía imposible viendo lo que ocurrió el miércoles, pero Málaga sabe poner la frontera un poco más lejos. En este clima, los jugadores del Unicaja sólo podían morir en la cancha.
El primer cuarto fue una locura. 9-0 de arranque y más de tres minutos sin anotar el Barcelona. El conjunto con hechuras de NBA del Palau, reducido a la mínima expresión. Sólo Huertas consiguió darles algo de sentido y de paso cinco puntos cargados de oxígeno. Aun así, 20-14.
No entraba en el guión, sin embargo, lo que se vio en el segundo cuarto. El único que parecía saberlo es Xavi Pascual, que ni siquiera se dirigía a los árbitros cuando había alguna jugada dudosa. Estaba desesperado, no entendía cómo sus jugadores eran incapaces de salir del campo de acción cajista.
9-1 de parcial de nuevo para iniciar el segundo parcial. Y daba igual uno que otro. Toolson, Markovic, Fran, Germán, Granger, Golubovic… Nada chirriaba. Al contrario, dos acciones de clase y bemoles de Kuzminskas terminaron de llevar al éxtasis al pabellón. ¡41-22, ver para creer! Tomic hizo que fuese un 41-24, pero no se sintió apenas.
Quedaban 20 minutos por delante. El Unicaja calentaba mientras Pascual todavía estaba encerrado con sus hombres. La bronca debió ser antológica. No aparecieron en el parqué hasta tres minutos antes de dar comienzo la segunda mitad… Sin embargo, en Málaga se sabe que con los terceros cuartos hay que ser prudentes.
Pero no tocaba en este mágico viernes de vino, Carpena y rosas. Fran y Stefansson pusieron el 44-24 en el tanteador. Aunque el Barça mejoró su defensa y al Unicaja se le encasquilló el rifle. Varios triples errados y algunas ‘faltitas’ de ataque ayudaron a los culés a ponerse 48-33. Pero Plaza, que meneaba el banquillo como si fuese balonmano, tiró de Germán y Golubovic, que desde la línea de personal volvieron a alejar al rival (52-33). Ahí espabiló el Barcelona en un pseudoamago de acercarse (52-40), pero Vasileiadis, el único que faltaba por anotar del equipo verde, se sacó un triple de la chistera de los que le gustan a él. Con ese 55-40 había derecho a creer.
Era el primer parcial que perdía el Unicaja, pero sólo por dos puntos (14-16). En el definitivo, el Barcelona enseñó colmillo. Huertas y Navarro firmaron un 4-12 que dejaba a los azulgranas a siete (59-52). El Unicaja contestó con un 8-0 (67-52), pero la tensión era brutal.
Estaba tan cerca que daba vértigo, Pascual ya no sabía qué más hacer y Navarro falló tiros importantes mientras el Unicaja apretaba los dientes y sudaba la gota gorda. Cada segundo, cada suspiro, acercaba más y más al equipo a un triunfo épico.
Los jugadores tuvieron que regresar como héroes a saludar a la gente. La ocasión lo merecía, pero más de uno tuerce el gesto pensando “ay, el factor cancha…”.