Hay para más

En estas líneas no se va a hablar de la situación institucional del Málaga CF, ni de la posible venta del club a los inversores cataríes, ni del nombramiento de Richard Shaheen como director deportivo. Avisados estáis.

El discurso de "las 17 fichas profesionales" está más que manido. También conocemos todos los condicionantes que han afectado a la planificación de la temporada y numerosos y variopintos problemas a los que se ha tenido que enfrentar el cuerpo técnico y el plantel. Sin embargo, con todo eso sobre la mesa, creo firmemente que este Málaga tiene equipo para más que ser cuarto por la cola en esta LaLiga SmartBank.

El pasado viernes fue la Ponferradina la que venció al conjunto dirigido por Víctor Sánchez del Amo. Necesitó poco, muy poco. Apretar lo justo en una fase del partido en la que el Málaga no se encontraba le sirvió para aprovechar una serie de desajustes y hacer el gol. Marcó Yuri, que con 37 años estuvo más rápido y pillo que todos los de su alrededor. ¿Pudo merecer más el equipo? Sí. Sobre todo en el arranque, con varias ocasiones desperdiciadas. También hizo méritos en otros encuentros en los que acabó perdiendo o empatando. Pero resignarse a esa cantinela teniendo jugadores en plantilla como Munir, Luis Hernández, Lombán, Adrián, Dani Pacheco, Juanpi o Keko, entre otros, me parece poner el listado demasiado bajo.

Al margen de todo lo que sucediera en verano, este equipo puede y debe estar mucho más arriba. ¿Falta acierto? Sí. ¿Las limitaciones son obvias por disponer sólo de 17 profesionales? Sí. ¿El reglamento tampoco facilita la labor de Víctor? Sí. Pero el Málaga tiene efectivos de sobra para ganar a una Ponferradina que, con todos los respetos, jugó con Caro, Diori, Ríos Reina, Isi o Kaxe, por citar sólo a algunos. Y al Mirandés, y al Sporting e incluso al Albacete.

No sumar de tres se está convirtiendo en un problema para los de Víctor, pues tras un tercio del campeonato ocupan los puestos de descenso. Mirar atrás sirve de poco a un equipo que lo que tiene que hacer es demostrar sobre el césped que tiene nivel (de sobra) para (al menos) salvarse sin llegar a la última jornada con el agua al cuello. Y lo que ocurra en los despachos, ya se verá...