La plantilla encuentra su mejor terapia
El día que el Málaga decidió suspender totalmente su actividad por el coronavirus, allá por el pasado mes de marzo, entre todos los jugadores sorprendió la imagen de Juankar abandonando el Estadio Ciudad de Málaga con un balón debajo del brazo. Quizá, el zurdo ya barruntaba lo mucho que iban a echarlo de menos en fechas posteriores, aunque era imposible atisbar cuánto iba a durar el parón obligado. Casi 60 días estuvo la plantilla sin tocar el césped, más allá del de sus domicilios particulares. La Rosaleda pasó a ser una ilusión, hecha realidad el pasado fin de semana. Desde entonces, y para contrarrestar la falta de contacto entre los futbolistas y la lógica falta de fondo físico, la mejor solución para cualquier mal está siendo sencilla: un balón.
Pellicer y su cuerpo técnico así lo ha entendido y poco a poco, sesión tras sesión, el trabajo con el cuero está tomando cada vez más protagonismo. Algo que no es extraño para el grupo, ha sido una máxima del técnico castellonense desde que tomó el relevo de Víctor Sánchez del Amo. Un empujoncito más, como el de permitir la música a todo volumen por la megafonía de La Rosaleda, para que el futbolista pueda sentirse lo más cómodo posible en una situación extraña. "Estoy contento por tocar de nuevo la pelota", confesaba este jueves Sadiku, una felicidad que compartieron días atrás otros compañeros.
Y es que, después de que las primeras sesiones fueran prácticamente físicas y de reconocimiento de nuevo entre el cuerpo técnico y la plantilla, los ejercicios con balón se han multiplicado. Todo con mucha imaginación de por medio, ya que cada futbolista posee un balón y no puede pasarlo con otro compañero. Así, las paredes ahora son devueltas por cajones preparados para los entrenamientos de los equipos y los regates se hacen exclusivamente a picas. También han aparecido pequeñas porterías para volver a recobrar la sensación de chutar a puerta. Menos da una piedra, que diría aquel.
Camino de la semana de trabajo
Sólo hace falta ver las miradas de los jugadores al balón en cada imagen que LaLiga comparte a través de sus canales oficiales. Han vuelto a recobrar el tacto y, aunque la competición y los entrenamientos en grupo aún queden algo lejos, el simple hecho de volver a encontrarse con su 'amigo' ya cambia la forma en la que se toma el trabajo diario. Este sábado el equipo cumplirá una semana exacta de entrenamientos -obviando el día de descanso otorgado por Pellicer-. Los jugadores comienzan a adquirir velocidad de crucero. Y si es con balón, mejor.