Contra toda lógica y fortuna, más vivo que nunca
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Miles de malaguistas en el espectacular recibimiento al autobús de los jugadores
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No faltó la polémica: dos jugadas clave que enfadan (y mucho) al Cartagena
Estaba en la UCI y está ahora despierto del coma. Es el Málaga aferrado a la vida. Es una afición que pone su oxígeno si hace falta. Un gol de Pablo Chavarría, que siempre que marca parece que lo hace con el alma y no con la bota, fue suficiente para el 1-0 que te hemos contado en ElDesmarque. No se falló, y eso es una vida extra para este equipo, que una vez más supo cuándo morder y cuando ser mordido ante el Cartagena.
Fue un partido duro y complejo de ganar que pone al equipo de Pellicer a cinco puntos del Racing de Santander. A tres pasos menos de lo imposible. Paradojas del fútbol, la segunda victoria consecutiva, algo que no se daba desde noviembre de 2021 contra Tenerife y Las Palmas, ha llegado en el momento de mayor necesidad. Ahora sí que son bastantes más los que creen en la salvación.
Pellicer repitió el mismo once que dominó al Villarreal 'B' en La Cerámica, como cabía esperar. Lo que funciona, para qué tocarlo. Un 5-3-2 que le permitió entrar a comerse el mundo, pegarle un buen bocado y sentarse a reposar. El equipo no escatimó en esfuerzos para ser vertical hasta que llegó el 1-0 y, desde ahí, supo aguantar las embestidas del Cartagena.
Chavarría, liberado y como factor sorpresa apareciendo por banda izquierda, estaba siendo el más incisivo desde el inicio. A él le buscó la pelota y el destino para brindar el primero. El centro largo de Villalba, la llegada con fe al segundo palo de Cristian, el chico marbellí para un roto y para un descosido. Y el chico que ya es el máximo asistente del equipo con su quinto pase de gol al ariete argentino, que andaba con la caña en el segundo palo.
Aunque el partido empezó mucho antes. En los aledaños. Se confirmaría después que el grito de los 25.300 espectadores fue distinto. Había en él una alegría más desbordante de lo normal. El "¡Sí se puede" se escuchó en cada rincón de la provincia. A la fiesta se sumó el equipo, que la primera parte la jugó poseído, extramotivado, como si el recibimiento digno de Champions que hubo en el prepartido les hubiera servido de dopaje legal. Con sus excesos, por supuesto. Lo que tiene querer agradar al respetable.
La suerte, la polémica
Pareció hasta que el sol estaba de su parte. Feuillassier erró un gol cantado en un remate a bocajarro del que se lamentó porque la luz del sol le tapó visión. Y el no va más: hasta el árbitro se equivocó a favor de los boquerones, otorgando la amarilla más barata que se haya visto en La Rosaleda. El Cartagena no daba crédito a que la mano que sacó a propósito Esteban Burgos no fuera roja por cortar un contraataque clarísimo.
Visto el milagro, la maniobra kamikaze del central argentino se fue de rositas y Pellicer, tras el descanso, lo quitó para evitar una expulsión a posteriori. Y el Málaga se puso a defender como manda esta división de plata, que obliga al orden. Los despistes se saldaron con correcciones a tiempo.
Estas cosas no pasaban cuando todo estaba torcido y no se ganaba durante semanas. El domingo tocó también la lotería arbitral, porque hubo una jugada final taquicárdica donde se señaló penalti por mano de Escassi que acabó finalmente en fuera de juego. La duda mató al aficionado. Hasta acabó expulsado Manolo Reina por tirar un balón al campo para perder tiempo. Un final surrealista.
Ahora parece que llega la dinámica positiva que tanto se desea en el malaguismo. Tres victorias, dos empates y una derrota en los últimos partidos. Una tendencia cambiante. La regularidad, la suerte, las derrotas ajenas y otros miles de pequeños detalles dirán si es demasiado tarde o si hay tiempo para el milagro. De momento, está más cerca.