ADN Sevilla FC

El ADN lo forman una molécula de azúcar llamada desoxirribosa, un grupo fosfato y uno de cuatro posibles compuestos nitrogenados llamados bases. Eso en términos genéticos. Luego está lo que lleva el Sevilla FC en las venas, en la sangre, desde que en este siglo XXI cambió sus moléculas de azúcar, sus grupos fosfatos y sus bases. Esto último sobre todo. Y las sentó de nuevo. Las fabricó de nuevo. Y por azúcares puso bemoles, por fosfatos puso amor propio y a las bases le dio la vuelta, para convertirlas en espíritu ganador, en carácter y en grandeza. Por ese ADN, que tiene muchos científicos responsables pero que está en cada granito de Nervión, siempre saca su mejor versión en momentos alicaídos. Por ello cuando la temporada parecía que se venía abajo el Sevilla ha levantado una situación complicada hasta meterse, otra vez, en una semifinal de la Copa del Rey. Por ello cuando peor pintaba la cosa, y aparecía delante un gigante, se ha erigido hasta recuperar su grandeza, equipararse y superar a su rival, todo un Atlético de Madrid. 

Por eso, por ese ADN, y porque Montella, ya sí, tiene su peso en el cambio que ha dado este Sevilla. Quizás el derbi le cogió pronto, y el partido llegó en mal momento. Pero el italiano ha empezado a tocar piezas, a tomar decisiones. Todas respaldadas por la lógica y el acierto, todas respaldadas por el rendimiento y los resultados. Eliminar al Atlético de Madrid no es cualquier cosa, y hacerlo como lo ha hecho, fruto del merecimiento, del mejor juego, del mejor plan, menos.
El Sevilla se ha metido en otras semifinales, está otra vez a un paso de una final, palabras todas manidas en la jerga sevillista. Pero sobre todo el Sevilla ha revivido, ha reaccionado. El Sevilla juega, contragolpea, marca, defiende, el Sevilla se ha convertido en un colectivo que hasta sabe sufrir, porque también ha sufrido este martes. El Sevilla gana y el Sevilla crece. 
Ante el Atlético de Madrid, además de virtudes casi innatas en Nervión, aquellas de la intensidad, la pelea, la garra, la casta, el coraje, añadió inteligencia. El partido, a pesar del gol tempranero de Escudero, se pudo ir de las manos tras el empate. Ahí fue mejor el Atlético. Pero entonces tiró Montella de inteligencia, de táctica. Echó al equipo atrás, lo juntó, dio al partido lo que pedía para que su equipo se encontrara más cómodo, más hábil. Se sostuvo el Sevilla, para en la segunda parte dar los golpes definitivos.
Montella ha recuperado el rendimiento individual de los jugadores, pero sobre todo ha hecho funcionar al equipo como un colectivo, y la defensa es el mejor ejemplo
Y lo hizo a través de esos viejos nuevos jugadores. Porque entre decisión y decisión Montella ha recuperado a Correa, partidazo el suyo y penalti forzado para decantar la eliminatoria, ha recuperado a Mercado, de infame a lateral a correctísimo central. Ha recuperado a Nzonzi, que nadie se explica como se pudo perder. Incluso saca ya cosas de Muriel, incluso Navas se hace lateral, a Sarabia por fin le dejan rendir y Banega es capitán general, ya lo era.
Y por todo ello fue mejor ante el Atlético. Y por todo ello es justo semifinalista. Empieza a ser raro que este Sevilla no esté entre los cuatro mejores de algo. O entre los cuatro mejores de la Liga Europa, y tanto, de los cuatro mejores en la Liga, cuarto el año pasado, o entre los cuatro mejores de la Copa, a semifinales. Y si gustan, expliquemos al detalle cómo lo ha conseguido este supermartes.

Inicio fulminante

El Sevilla ha recuperado la competitividad. Ha recuperado su rostro lleno de cicatrices, la mala leche, ha recuperado la garra y la pelea. Y con esos ojos ensangrentados miró a la cara de tú a tú al Atlético, un equipo del más alto nivel, más alto que el equipo nervionense, que además puso sus cinco sentidos en cómo meter mano a los de Montella. El partido, porque este Sevilla parece que ha recuperado el hambre, el nervio, la intensidad, comenzó de manera idílica, con una jugada maestra que acabó en 25" con un bonito gol de Escudero que daba aún más colchón al conjunto andaluz y que forzaba al Atlético a marcar dos goles para alcanzar como mínimo la prórroga.
Ese tanto sevillista, de una manera de otra, fue una anestesia, que duró unos 10 minutos, en los que el equipo nervionense se veía superior y capaz de todo ante un Atlético que quedó tocado. Pero por algo el Atlético está al máximo nivel continental y español en los últimos años. Tras ese golpe recibido, el partido se mostró como realmente era, como realmente iba a ser. Los colchoneros tomaron el pulso a través de un golazo de Griezmann en el que el francés se coronó con una espectacular volea que en cualquier caso dejó en mal lugar, nunca mejor dicho por su mala colocación, a Sergio Rico.
Ese tanto ponía el partido en el escenario previamente supuesto. Con un Atlético capaz de todo y golpeando y buscando romper las costuras sevillistas. Entró el duelo en una fase visitante, en la que Vrsaljko entraba por la derecha sin apenas oposición (alguna que otra pertinente instrucción de Montella a Correa intentó solucionar el problema), en la que Griezmann se movía con demasiada comodidad en la mediapunta y en la que el Atlético gozó de dos o tres ocasiones con relativa facilidad. Corrigió el Sevilla esa tendencia acotando espacios, echándose algo atrás y juntando líneas, aunque dejó de aparecer en ataque salvo en una clara ocasión del Mudo tras gran pase de Navas.
El Sevilla pasó malos momentos en la primera parte tras el empate, pero Montella supo corregir esa tendencia, el equipo se sostuvo y luego se sobrepuso para aniquilar las opciones colchoneras
Como en la primera, el inicio de la segunda parte fue de impacto. En apenas un par de jugadas, Correa se plantó en el área y forzó un penalti en una desmesurada entrada de Saúl. Banega no perdonó y el partido de nuevo recobró margen para el equipo hispalense. Se avecinaban, o eso parecía, momentos complicados ante todo un Atlético de Madrid. Pero el caso es que, salvo una clara ocasión de Correa con paradón de Rico, el Sevilla transitó durante la segunda mitad de una forma sorprendente, digna de la mejor versión sevillista. Se defendió con orden, disciplina y garra. Salió con criterio con la pelota, hasta llegar a posiciones de peligro. Y anuló al Atlético, que casi ni hizo cosquillas a su rival. El caso es que más que sufrir, el conjunto de Montella puso tierra de por medio, incluso hizo un tercer gol merecido por el gol y por Sarabia, que se marcó un partidazo.
Como partidazo se marcó a su espalda, a la del madrileño, Navas, que se hizo grande con los minutos. Como partidazo se marcó Banega controlando el tiempo y como partidazo se marcó el Sevilla enetero, partidazo que disfrutó Nervión que de nuevo se encuentra en su hábitat, se encuentra en su entorno. En semifinales, a dos partidos de una final, en un camino en el que brilla la plata. Ese es el hábitat del Sevilla, lo lleva en el ADN.
 

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