Un brindis con regusto verdiblanco
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Las rotativas volvieron a pararse para aquellos que aman el fútbol de verdad, el de toda la vida, el de la cantera. El temporal que tanto ha azotado la capital hispalense en los últimos días pactó una tregua para salvaguardar una bella estampa en el derbi de juveniles en la división de honor, que enfrentó al tercer y al cuarto clasificado en el duelo que esperan todo el año los amantes del fútbol base. La cita en la que fue el Real Betis quien acabó brindando por la ansiada copa, que espera tener regusto teñido de verde y blanco.
La primera mitad supuso una enciclopedia medida de lo que significa un derbi en Sevilla. Ambos contendientes saltaron al tapete de la Ciudad Deportiva Luis del Sol con media liga en juego, conscientes de lo que podría suponer un triunfo en la cita de este domingo. La tónica del partido no cambió en esos primeros 45 minutos, con el conjunto visitante monopolizando el dominio del balón y el Real Betis esperando bien replegados en busca de encontrar un contragolpe óptimo.
Pese a ese dominio inicial, los pupilos de los hermanos Carrasco no lograban traspasar la retaguardia bética, con una dupla que, de seguir así, tiene el futuro asegurado en la entidad. Jorge y Álex regalaron un recital de lo que significa defender sin contemplaciones, imperiales al corte, incuestionables en las jugadas aéreas y sin fisuras en los uno contra uno.
El arte de apurar tus virtudes
El sol aparecía por la Avenida de Italia y eso parecía comenzar a contagiar a los cachorros verdiblancos, que lograron reponerse del asedio sevillista y comenzaron a rondar el marco defendido por Alfonso. Con un Rodri letal durante todo el partido, el Betis contragolpeó haciendo efectivo un balón dividido que ganó Baena, que asistió a trastabillas a un Meléndez que no desaprovechó para batir por el palo largo al guardameta sevillista y subir el primero al marcador.
El tanto inicial abrió el partido y deparó un ir y venir de ocasiones. Hasta en dos de ellas rozó el gol el Sevilla. En primera instancia, Simo dentro del área no supo aprovechar una magistral asistencia de Bryan y erró su disparo en el corazón del área. Apenas un minuto más tarde, Viedma mandó un trallazo desde el balcón del área que Dani Rebollo atajó en dos tiempos. De ahí hasta el paso de vestuarios, las disputas se hicieron dueña de un partido que poco tuvo destacado más allá de numerosas tanganas. Algo que resume lo que es un derbi, pero que cuesta creer en equipos que aún están en formación y que no deberían estar habituados a ese tipo de prácticas.
La segunda mitad poco tuvo de provecho más allá de esa tensión propia de un derbi. Las necesidades obligaron al Sevilla a tomar riesgos y Dimas Carrasco introdujo toda la artillería disponible en el tapete de la Luis del Sol. Charaf y Viedma recogieron los galones necesarios para este tipo de partidos y se hicieron con el dominio en la sala de máquinas, volcando el juego por las alas exteriores.
Bryan y el recién salido de la lesión Javi Pérez buscaron una y otra vez los uno contra uno para intentar aprovechar el poderío aéreo del Sevilla. Una superioridad que solo fue impedida por la dupla bética en la retaguardia, que privó a los rojiblancos de obtener un merecido botín mayor. Al igual que en la primera mitad, el conjunto local fue encontrando su sintonía con el paso de los minutos y los baluartes del equipo volvieron a aparecer.
Uno de ellos, Ismael, no logró aprovechar un claro contragolpe a favor de los intereses locales, con hasta tres jugadores en superioridad numérica.l El mediocentro recorrió medio campo y cuando rondaba el balcón del área vio claro el hueco y no se lo pensó para poner a prueba al guardameta visitante, obligado a estirarse para evitar el gol que hubiese sentenciado el encuentro.
En el último tramo, el Real Betis logró madurar el partido y dormir el dominio del tiempo y el esférico, que corrieron a su favor para dejar los ansiados tres puntos en las arcas locales y conseguir un triunfo importantísimo para seguir acechando esa segunda plaza que da lugar para la Copa, a expensas de un pinchazo del San Félix.