Cuarentena sin fútbol, día 7: Váyanse a la... playa y no vuelvan
Nada, que es imposible. Y mira que puse ayer bien a mis queridos hermanos andaluces, pero hay algunos para echar de comer a un lado, por decir algo bueno. Ahí siguen, en sus cochecitos camino de sus destinos playeros, como si no hubiera otro momento para hacer la maleta y viajar hasta la playa. Manda cojones, con perdón. Los mayores amigos del coronavirus.
Pero no sólo pasa en Andalucía. Basta con echar un repaso, no muy grande, a las redes sociales, para comprobar que hay mentes sin mente. Hay personas a los que les da igual todo, que le entra por una oreja y le sale por la otra todo aquel mandato de confinamiento en casa. Pues así nos va a durar esta condena por el maldito coronavirus mucho más tiempo. Luego no se quejen si les toca a uno o a algún familiar. Se lo habrán ganado con creces.
Yo sigo en casa (en el chalet de mis suegros, para decir la verdad), con mi gente, y me enorgullezco de ello. Estoy a punto de pedir un sitio en la próxima edición de Gran Hermano porque no tengo muchas ganas de salir a la calle. Cumplo lo que me mandan para que todo acabe ya. Aunque ese ya, me temo, será dentro de bastante tiempo. Más de un mes seguro. Que no habrá fútbol en España lo tengo cada día más claro. Ojalá me equivoque.
Ojalá podamos ver partidos pronto, sobre todo para que mi hijo pueda disfrutar con su Betis. No se pierde un partido, dentro y fuera, y no viaja porque todavía es pequeño. Lo bonito que es ver a tu equipo ganar lejos de tu casa. Tiene césped para jugar sus partidos y ganarle a su padre. Porque quiere ganar y se pica cuando pierda. Tiene veneno, vaya que si tiene veneno.
Él, como muchos béticos, como muchos aficionados, prefieren estar con su equipo y no quedarse en casa o ir a la playa los fines de semana. Que los hay, y conocidos en el mundo del fútbol. De Zahara a Islantilla, de Conil a Matalascañas. Por favor, no se vayan a la playa ahora, déjenlo para cuando se pueda. Por favor.