Las pilas de Cordón y el santo Pellegrini

Las gargantas profundas del Real Betis se han llevado todo el verano deslizando sotto voce el supuesto descontento de Haro y Catalán con el trabajo de Antonio Cordón. Teniendo en cuenta la difícil situación económica que atraviesa el club, sobre todo en lo que respecta al límite salarial, al cierre del mercado no cabe sino reconocer que Cordón se ha puesto las pilas, aunque el grueso de la planificación obligará a Manuel Pellegrini a pasar de mago a santo.

Porque si los dirigentes béticos quieren seguir viendo a un Real Betis europeo y que gane más que pierda con tres competiciones por delante el entrenador chileno tendrá que hacer otro milagrito, una nueva exhibición en la gestión de recursos, y en el control mental y anímico de un plantel aún con lagunas importantes. No es lo que se encontró la pasada temporada, entre otras cosas porque ya a ése le dio la vuelta psicológica purificándole la mentalidad, pero sí se ve insuficiente para mantener el nivel exhibido la pasada campaña (especialmente desde enero) en LaLiga Santander y no hacer el indio en Europa y en el torneo copero.

La buena soldada que percibe el director deportivo y su irrupción la pasada temporada en el Real Betis como el nuevo gurú de la dirección deportiva no han acabado de justificarse del todo de momento. Más que por los fichajes en sí, por los no fichajes. Y, principalmente, por la incapacidad para haberse deshecho de alguno de los jugadores que no han demostrado mucho y, sin embargo, cobran lo más grande.

Lo fichado está bien

Lo fichado está bien, no hay que ser especialista en fútbol internacional para verlo: Rui Silva es un magnífico efectivo para una portería que cojeaba por la inconsistencia de Joel Robles y la edad de Claudio Bravo; Sabaly pinta bien y esperemos que la inoportuna lesión no retrase demasiado su adaptación a un fútbol mucho más competitivo que el francés; Bellerín es un jugadorazo al que no se le habrá olvidado su trabajo y además siente como si hubiera nacido en Reina Mercedes; Pezzella se ha hecho como central de fuste y vuelve, con una Copa América en el pecho, a un Betis mucho menos convulso que el que conoció; y Wilian José tiene calidad y condiciones como para ser el killer que necesita el equipo o al menos para pelearlo con Borja Iglesias.

Con estos mimbres y los moldeados la pasada campaña Pellegrini puede hacer otro buen cesto. Otra cosa será si vuelve a tener la habilidad de tapar los agujeros que se taparían con los mimbres que no le ha dado Cordón. Porque tampoco hay que ser Maldini para ver que al Betis le urge otro central (o dos), un futbolista con desborde en banda (o dos), un pelotero con último pase en sus botas y probablemente otro lateral izquierdo (ya que Alex Moreno no se ha podido colocar). El reto del chileno estará en encontrar alternativas con lo que hay cuando esas lagunas afloren y convencer a jugadores como William Carvalho o Tello de que tienen que aportar más. Una barbaridad más, en concreto.

No obstante, aún más importante si cabe será que logre motivar lo necesario a Canales y Fekir, quienes siguen siendo las dos piezas claves del nuevo proyecto del Real Betis. Al primero, para que vuelva a emerger como la luz futbolística de un equipo que lo necesita como el comer para no ser plano y previsible. Al segundo, para que aparque las niñatadas sobre el césped y traduzca su temperamento en orgullo para dar al conjunto verdiblanco el toque diferenciador que vale tanto dinero en el fútbol. Y él, por cierto, lo cobra.

Pellegrini, con más tiros dados que la cantimplora de un palestino, apenas se ha quejado con la boca pequeña. De momento. El arreón final de Cordón en un mercado ciertamente atípico ha terminado de cerrársela. Ahora tiene por delante una empresa complicada que va un poco más allá de la magia. Y, si no, la magia la tendrá que hacer ya de una vez por todas Cordón en el mercado de invierno.