El Valencia sufre para salvar los muebles

El Valencia CF se clasificó con muchos más apuros de los previstos para octavos de final de la Copa del Rey tras empatar a cuatro contra el Rayo Vallecano en Mestalla en el partido de vuelta de octavos a de final y, así, hacer bueno el resultado de ida, encuentro en el que los de Nuno vencieron por un gol a dos. Eso sí, durante una hora el conjunto de Mestalla estuvo eliminado. Nuno quiso dar descanso a demasiados jugadores y tuvo que reaccionar para no tirar la competición del KO. 

Nuno hizo muchísimos cambios. Retocó todas las líneas. En la zaga sólo repetía Mustafi; en el medio se dejó fuera al omnipresente Javi Fuego y, aunque junto a Filipe Augusto estuvieron los 'titulares' Parejo y André Gomes; se echó en falta al asturiano. El trivote no supo contrarrestar el juego de un Rayo, que saltó con una disposición táctica más arriesgada que de costumbre -tres defensas-, ante lo que el equipo valencianista se confió. 
Con una delantera totalmente inédita -Rodrigo, Carles Gil y Alcácer- los de Mestalla acogotaron a su rival en una salida fulgurante. En el primer minuto Rodrigo Moreno se marcó un jugadón que acabó en asistencia para Parejo y el disparo de éste en paradón de Cristian Álvarez. Poco después, era el jovencísimo Cancelo el que hacía diabluras por la derecha y, ya en el 7, el Valencia inauguraba el marcador. Rodrigo se iba de todos por la derecha, disparaba y su rechace quedaba franco para que Paco Alcácer inaugurara el marcador. Parecía resuelta la eliminatoria. Craso error.
A partir de ahí el equipo se durmió y se dejó sorprender por un Rayo lanzado al ataque que, en un abrir y cerrar de ojos, dio la vuelta al partido y empató la eliminatoria. Así, Jozabed remataba de cabeza adelantándose a la defensa valencianista una falta sacada desde el costado del área de Yoel. El meta nada pudo hacer ante el remate a bocajarro, ni tampoco cuatro minutos después cuando Pozuelo, a la media vuelta y desde la frontal, ponía el 1-2 en el electrónico. Entre los dos bofetones Alcácer se había quedado sólo ante el meta visitante y, cuando lo más sencillo era marcar, hizo una vaselina ingenua que acabó en las manos de Cristian Álvarez.
El escaso público presente en Mestalla alucinaba y empezaba a desesperarse y silbar. Y eso que lo peor estaba por llegar. El Rayo era mejor en todo y en el 34 vio como le anulaban un gol legal a Jonathan Pereira quien, sin embargo, no perdonó en el 37. Un nuevo pase entre líneas que la zaga valencianista no supo reachazar y el punta no perdonó ante la salida de Yoel. Al descanso el Valencia estaba eliminado.

Triple cambio, reacción y épica

Nuno reaccionó más rápido de lo que acostumbra y sentó a Filipe Augusto, Joao Cancelo y Carles Gil, que pagaron los platos rotos y dejaron su puesto tras el descanso a Negredo, que formó con Alcácer arriba, a De Paul y a Piatti. Y el público y el equipo se enardecieron. A los pocos segundos de la reanudación Alcácer hacía el 2-3. El de Torrent remataba un rechace tras disparo previo de Piatti y gran jugada de Negredo. 
Con el Tiburón en el campo todo era distinto y Paquito Alcácer se movió con más libertad aprovechando el trabajo del madrileño. En el 49 el punta valenciano fue objeto de penalti no señalado. El Valencia necesitaba marcar otro gol y se lanzó a por él. De Paul pudo marcar en el 55; Negredo remató alto por poco en el 57 tras pase de cabeza de Rodrigo.
Con el Valencia lanzado, Embarba hizo el 2-4 de tiro cruzado y parecía todo perdido. Pero la cosa era diferente, con un once más parecido al de gala y con dos puntas natos sobre el campo, el equipo se rehizo. En el 64 Alcácer marcaba de nuevo tras otro jugadón de Rodrigo, impresionante ayer.
Faltaba un gol y llegaría. Rodrigo obtenía el premio a su buen encuentro y voleaba desde el interior del área un balón suelto a media altura para poner el 4-4 que, de nuevo, clasificaba al Valencia. Una hora después el equipo y su grada recuperaban el aliento. Quedaban diez minutos, todo parecía -al fin- controlado, pero el hispano-brasileño pecó de inexperiencia y propinó una patada por detrás a un defensor del Rayo que le costó la expulsión. Ganar ya era impensable, tocaba aguantar, sufrir, apretar los dientes y salvar los muebles. Fue un final no apto para cardiacos en el que, aunque el Valencia logró clasificarse, tampoco lo hizo con la superioridad que se le suponía.