Rubén Sobrino, el Guadiana que se cansó de vivir a la sombra de otros
Rubén Sobrino se ha revindicado con un gol, su primero en Mestalla, que le erigió como héroe en una tarde noche te apuntaba a tragedia. Esta es su historia
Nacido en el pueblo de Daniel el 1 de junio de 1992, a escasos metros de donde el Guadiana y sus ojos ven la luz, el delantero fue el héroe inesperado en una noche en la que había algo más que tres puntos en juego. Su gol, de cabeza, imperial, era el grito al cielo, a la luna de Valencia, de un delantero que quiere dejar de ser como el Guadiana; el río que aparece y desaparece a escasos kilómetros de donde Sobrino comenzó a dar patadas a un balón a los seis años y de donde salió muy muy joven, en plena adolescencia en busca de la gloria que en su pueblo -18.000 habitantes- no podía tener.
En la cantera del Madrid creció y llegó a ganarle una copa juvenil al Valencia CF pero una y otra vez Raúl de Tomás se cruzaba en su camino arrebatándole la gloria y minutos que Sobrino buscaba y merecía. Siempre que volvía a casa, cerca de su Guadiana, el río que aparece y desaparece, y consciente de que quería más, que quería subir más por eso, tras probar fortuna en la Ponfe, se enroló en el proceloso mundo del Manchester City, que lo cedió a Girona y Vitoria, donde de nuevo recuperó la fuerza de su tierra. Se ganó un traspaso y, su buen hacer en el norte, etapa que él recuerda con cariño aunque le impidiera regresar a Daimiel con asiduidad, le permitió regresar a la élite con el Valencia CF.
Su partido ante el Sevilla, como su carrera en Valencia, es como la historia del Guadiana, uno de los ríos más importantes del país que nace y desaparece bajo tierra en busca del Océano Atlántico.
Rubén Sobrino y el Valencia CF, una relación intermitente
En Mestalla el delantero de Daimiel repitió la historia. Llegó en enero de 2019 y nunca tuvo continuidad. Su debut en Europa League fue grandioso, un gol y una asistencia, pero otros le tapaban. Eran los tiempos de Mina, Rodrigo y Gameiro.
Ver esta publicación en InstagramUn día muy feliz para mi 💪🏼 #losquenuncafallan #trabajo #ilusion #humildad #amuntvalencia
Este año en verano se resistió a salir. Con Marcelino no iba a contar y llegaba Vallejo. Otro escollo, otro reto para superar. En estos años, siempre que podía, se marchaba a su pueblo, con los suyos, con su familia (tiene un hermano y una hermana). Allí es un ídolo para los niños de esta localidad, cuya población se dedica mayoritariamente al vino y la agricultura, y donde Sobrino aprendió que hay que patear y golpear muchas puertas para encontrar un hueco e la élite del fútbol español. Por eso, cuando ayer al salir le paraban en el coche acompañado de su novia sonreía a la noche de Valencia. El Guadiana ha reaparecido y quiere quedarse
Llegó Celades y la cosa cambió. Las lesiones le abrieron la puerta a las convocatorias y después minutos y el gol. Su primero en Mestalla.
Y su futuro ¿?
Pero Rubén tiene el colmillo afilado y no se fía. No quiere vivir a la sombra de otros. “No creo que por haber marcado un gol vaya a tener más minutos. Estoy preparado para jugar 5 ó 10 minutos o los que haga falta. Me quedé en este club sabiendo la competencia que hay porque quería luchar, no quería irme a los seis meses por la puerta de atrás. El futbol no es fácil nunca, no he hecho nada del otro mundo”, explicaba el castellano-manchego al final del partido. ¿Y salir en invierno?: Pues tampoco lo descarta. Va en su ADN, como el Guadiana, pero quiere que eso acabe y triunfar. “No lo sé, la verdad. Aún falta mucho y yo quiero seguir luchando aquí hasta que crea que debo salir. Tengo que seguir haciendo lo mismo que hasta ahora para ser útil el tiempo que juegue”.