2-2, m. 56: Sandro
0-2, m. 51: Waldo (p)
2-2: Roberto invita a un aperitivo en Huesca
El Real Valladolid necesitaba sustento y alimento en Huesca. El equipo de Sergio González llegaba al Estadio de El Alcoraz con la necesidad de conseguir tres puntos "como fuera". La exigencia del entrenador catalán hablaba de sumar una victoria para cambiar la dinámica pucelana.
Nada importaba cómo se consiguieran esos tres puntos. El entrenador catalán quería ganar como fuera para poder 'comer'. Superada esa falta de alimento, el equipo podría mirar a cotas más altas, a formas más llamativas de juego y a objetivos más ambiciosos. El duelo marcaría hasta dónde podía llegar el Real Valladolid y sólo gracias a Roberto Jiménezs los pucelanos se fueron de Huesca con un aperitivo, pero no con la comida que pedía Sergio y que demandaba el entorno.
Tras una primera parte igualada aunque con más control del balón y de los tiempos de la Sociedad Deportiva Huesca, Bruno González aprovechó una acción a balón parado para dar ventaja al Real Valladolid. Los visitantes, con el marcador de cara, se vieron mínimamente cómodos y supieron controlar el duelo hasta su segundo gol.
El tanto de Waldo Rubio, en lugar de confirmar las hechuras del equipo, las debilitó. Fue una cuestión de poca fuerza, poca credibilidad y poca consistencia para exigencias resultadistas altas.
Bruno González y Roberto Jiménez
Igualado, sin grandes ocasiones y con más presencia en el centro del campo que en cualquiera de las dos áreas. La Sociedad Deportiva Huesca y el Real Valladolid terminaban los primeros 45 minutos con una acción casi aislada de Bruno González. El '6' pucelano hacía el gol que marcaba la diferencia en el tiempo de descanso, algo muy lejano a lo que iba a ocurrir en los segundos 45 minutos.
Entre el tanto del canario y un par de acciones de Roberto Jiménez, el duelo llegaba al final de sus primeros 45 minutos sin grandes ocasiones. Los detalles marcaban el control y no los goles, todo lo contrario de la segunda parte, donde nada tuvo dominio ni seguridad.
Todo lo que odia Sergio
Tras el paso por los vestuarios, el encuentro entre el Real Valladolid y la Sociedad Deportiva Huesca estuvo muy lejano a los registros de la primera parte y, sobre todo, a los movimientos que quiere Sergio González. En la base del estilo que busca el catalán, el primer gol del equipo oscense es improbable. Tras el segundo tanto blanquivioleta, el duelo debe llevar un control que el Pucela no tuvo porque no sabe crear ahora.
El gol de Rafa Mir es imperdonable para un equipo hecho y conjuntado, todo lo contrario de lo que es el Pucela actualmente. La renta de dos goles de diferencia en un encuentro como el que quería proponer Sergio González es una distancia innegociable que los blanquivioleta regalaron con demasiada facilidad. Tras ello, la Sociedad Deportiva Huesca se creció y se apoderó del duelo, llevando al Pucela a una sensación total de derrota.
Dominando todos los detalles, los oscenses hicieron que el Pucela fuese muy inferior. Los visitantes querían jugar una final pero demostraron por qué no están hechos aún para ello. Perder una renta de dos goles en un encuentro de la exigencia tan alta como la que querían vender los pucelanos en la previa es imperdonable.
Las dudas previas de Sergio
No era momento de dudar y Sergio González lo hizo en la previa. Asustado por el puesto de colista y los dos puntos sumados en cinco partidos, el entrenador quiso cambiar su planteamiento y desequilibró al equipo. Rompió los esquemas de un grupo que nunca hubiera perdido una renta de dos goles en cualquier otro momento pero sí en éste, aquél al que no supieron responder.
Con todo, y asumiendo las exigencias pucelanas para el duelo, lo vivido en Huesca no es un simple empate ni el tercer punto de la temporada para los pucelanos. Es la sensación de derrota que genera el pobre aperitivo al que ha invitado Roberto Jiménez tras la demanda de comer que hizo Sergio en la previa.