El milagro de la irreductible afición de La Romareda
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El año 2017 quedará en el recuerdo de la afición del Real Zaragoza como uno de los peores de su historia. Dos proyectos diferentes, con múltiples cambios tanto en el banquillo como en la plantilla que sin embargo ha guardado un elemento común entre ambos: la incapacidad de hacer del estadio de La Romareda un fortín.
Doce meses en los que el conjunto blanquillo ha firmado unos números paupérrimos para un club que pretende luchar por algo más que no sea únicamente la permanencia en la categoría de plata del fútbol español. Tras 21 choques en La Romareda, los aragoneses tan sólo han sido capaces de sumar cuatro victorias, a lo que hay que añadir hasta ocho derrotas y nueve empates.
Por eso, parece casi milagroso que ante todas las adversidades, frente a los malos números como local y sin una mejora notable lejos de la capital del Ebro, el Real Zaragoza siga conservando un número de aficionados a la altura de pocos equipos del país. En concreto, el estadio municipal de La Romareda cerró sus puertas en 2017 tras sumar una media de 16.294 espectadores. Un periplo que se abrió de la misma manera que se cerró, con derrota. La primera frente al Girona ante 18.596 aficionados, la última ante el Cádiz y con 14.199 almas en las gradas.
Lo cierto es que a la vista de los números, la parroquia blanquilla parece sufrir una amnesia colectiva cada verano que le lleva de nuevo a creer en las opciones de su equipo. Eso explica que la cifra de aficionados se redujese durante la primera parte del año, en la recta final de la temporada 2016/17 en la que se alcanzó una media de 15.684 espectadores, una cifra que remontó con la llegada de la 2017/18, que ha cerrado el año con 17.107 aficionados. Del mismo modo, la asistencia a La Romareda sufrió una abrupta bajada en el último encuentro de la temporada anterior, ya que por los sinsabores vividos y la falta de aliciente, el encuentro ante el Tenerife apenas albergó a 11.847 personas; en el lado contrario, el partido de máxima rivalidad frente a Osasuna, en plena festividad pilarista alcanzó los 22.679 aficionados.
Así, si existe un deseo de todos los zaragocistas de cara al año que ha de empezar, no puede ser otro que el de ver al Real Zaragoza corresponder a sus aficionados con resultados. Una mejora necesaria no sólo por el bien de una afición maltratada durante años sino por la imperiosa necesidad de sumar de un conjunto que no puede dejar de mirar a la zona baja de la tabla.