Derrota y luz de alarma en Los Pajaritos
Alerta roja en el Real Zaragoza. Esta vez fue tras jugar un partido muy discreto, con una primera parte tirada a la basura y una certeza: jugando así no se ascenderá. El equipo aragonés perdió uno a cero por culpa de un penalti inexistente cometido por Grippo (Cristian no pudo ser está vez el héroe), pero más allá de eso, el partido la sensación de que se sigue sin evolucionar.
Mala primera parte
El Real Zaragoza empezó el partido jugando demasiado tranquilo. Lo más destacado en el centro del campo lo puso un James que, de mediapunta, se quiso dejar notar. El momento más peligroso en toda la primera parte para los blanquillos llegó al inicio, en el minuto seis: un centro de seda de Zapater (tras una falta provocada por Pombo) que Verdasca remató fuera por poco.
También hubo muy poco por parte del Numancia. Lo más peligroso fue un centro de Unai que despejó Cristian con algún problema y un disparo muy flojo de Valcarce que se perdió por la línea de fondo. Los sorianos jugaban con argumentos, buscando atacar por las bandas, pero no inquietaban a un Cristian muy tranquilo.
El Real Zaragoza jugaba minimizando riesgos; no salía de su campo de manera fluida ni generaba peligro, pero el Numancia tampoco llegaba con claridad. En el 25, los sorianos volvieron a generar peligro por su banda izquierda: un centro de Valcarce desde la izquierda fue despejado hacia atrás con Grippo con algún que otro apuro. En el córner posterior, el Numancia sacó al primer palo de Cristian, pero la jugada quedó en nada. Cuatro minutos después, otro córner botado por Alain fue cabeceado casi en el área pequeña por el central David Calvo: su buen balón se fue fuera por poco...
Espoleado por los saques de esquina tan seguidos (sacó siete en la primera parte por cero del Zaragoza), el Numancia se empezó a sentir muy cómodo, presionando muy arriba, pulverizando el centro del campo aragonés y atacando por las bandas continuamente. Mientras los sorianos acumulaban ocasiones, los de Idiakez optaron por balones en largo hacia Pombo. Mal síntoma de un equipo que había perdido por completo el rumbo y ya no lo recuperó. 0-0 al descanso y muy malas sensaciones.
Leve mejoría tras el descanso
La segunda parte amanecía con el cambio de Aguirre por Eguaras. Cambio de registro y de actitud. Igbekeme retrasó su posición y el Zaragoza intentó morderle más al Numancia. Al igual que en el primer acto, la primera ocasión la tuvo Verdasca, con un derechazo desde fuera del área que atrapó Juan Carlos en dos tiempos. Algo había cambiado en un equipo más enchufado en el partido.
La entrada de Aguirre, además de reforzar a Lasure en la banda izquierda, corrigió los defectos de un equipo que no había protegido nada bien los costados con el rombo de inicio. El Numancia, eso sí, seguía a lo suyo, lanzando balones a las bandas para aprovechar la velocidad de Yeboah, Valcarce o Alain.
En el 60 se lesionó Álvaro Vázquez. Soro entró para ocupar la banda derecha y Pombo se quedó en punta. Tres minutos después, Diamanka (azote del zaragocismo en los últimos tiempos) disparó dentro del área y Cristian Álvarez taponó bien. La respuesta llegó minutos después de la mano de Aguirre, Soro, Benito y Pombo. Los cuatro hilaron una buena contra que Pombo mandó a saque de puerta.
A partir de ese momento del Zaragoza mejoró, y pudo hacer algo que le había resultado imposible durante la primera mitad: tocar en el centro del campo y enlazar numerosos pases seguidos en campo contrario.
Drama al final por un penalti injusto
El equipo aragonés encaraba el último cuarto de hora con una duda: si dar por bueno el punto (no perder en un campo difícil) o si iba a por la victoria (tan necesaria como el respirar). Y los aragoneses se lanzaron arriba, en parte gracias a Aguirre y Soro. El toledano se encargó de lanzar al equipo por las bandas; el ejeano, de ofrecerse y combinar con Pombo.
En el 84 llegó el drama: Marc Mateu le ganó la posición a Lasure en el área y golpeó un balón que se estrelló en la mano de Grippo dentro del área. Penalti que lanzó Viguera. Esta vez Cristian no hizo el milagro. 1-0, pena máxima de un Grippo que tal vez tenía las manos pegadas al cuerpo y sensación de amargura.
Con Medina en el campo el Zaragoza intentó reaccionar bombardeando el área del Numancia. Grippo pudo resarcirse con un gol de cabeza tras un córner, pero no fue suficiente.
Otra derrota más, otra primera parte horrible, otra vez la sensación de que no se es superior a ningún rival y una certeza irrefutable: el ascenso se aleja conforme pasan las jornadas sin ganar.