Un sueño llamado WTA Finals
Comenzar a creerlo y no parar hasta conseguirlo. Ver explotar un potencial entre las manos. Carla Suárez y Garbiñe Muguruza, que conquistan en Stanford, todo un Premier, su primer título de dobles en apenas su quinto torneo como pareja, todo un ejemplo de precocidad, empiezan a cernir sobra en la modalidad donde se discute entre cuatro raquetas.
Apretando el puño bajo el sol de california, la canaria y la caraqueña dieron un paso de gigante, porque la gloria les coloca como séptima pareja del año entrado el mes de agosto. Es decir, por primera vez respiran virtualmente posicionadas para acudir al WTA Finals, el torneo donde se reúnen las ocho mejores duplas del circuito a final de temporada. Y el mérito es gigantesco por motivos varios: lo han logrado jugando menos que nadie -entre las parejas punteras, hay quien ha jugado dos y hasta tres veces más torneos que ellas este año-, sin conocerse dentro de pista -si hasta 2014 jamás habían competido codo con codo, entre las mejores hay tándems que arrastran años de experiencia común- y, a diferencia de muchos casos que salpican la élite de la modalidad, sin dejar de lado la faceta single -Carla, número 16, y Garbiñe, ya en el puesto 27, atraviesan el punto álgido de sus trayectorias individuales.
Los resultados saltan a la vista: cuartos de final en Miami, final en Madrid, semifinales en Roland Garros, octavos de final en Wimbledon, título en Stanford. Con un notable balance de 16 victorias y 4 derrotas (80% de efectividad), reseñable para una pareja debutante, que en este breve tramo derrotó a dos de las mejores parejas de los últimos años: desde el primer partido, donde tumbaron a Sara Errani/Roberta Vinci pasando por el triunfo ante Su-Wei Hsieh/Shuai Peng, vigentes número 1, quedando aun set de la final en su primer Grand Slam hasta descorchar la botella en el torneo californiano. El éxito creciente ha empujado la ambición de una pareja, circunstancias que hicieron cambiar el rumbo sobre la marcha, apuntando a cotas mayores más allá de un feeling puntual que ir puliendo por los torneos más importantes del mundo.
“Teníamos dudas de empezar en Stanford o Montreal” reconoce Xavi Budó, técnico de Suárez. La canaria, cuya planificación incluye competir las cuatro semanas previas al US Open, algo que apenas tiene par dentro del top30, ha decidido hacer el esfuerzo extra. “Es su primer año juntas. Sólo habían jugado cuatro torneos pero las cosas han ido muy bien. Nosotros creemos mucho en esta pareja, y ellas se complementa muy bien en el doble”. La mezcla da como fruto una simbiosis deportiva. El carácter y la potencia de Garbiñe se equilibran con la pausa y la mano de Carla. La primera, con una planta que ejerce gran autoridad en mitad de pista, se engarza con la segunda, una piedra sobre la línea de fondo. Una conjunción de virtudes que se abre paso a marchas forzadas en el circuito por parejas.
“Sólo en 4 torneos se han puesto 10 en la Race” reconocía Budó, que este lunes observa cómo la dupla asciende al séptimo peldaño mundial tras apenas 5 eventos como sustento, una barbaridad efectiva que ha obligado a virar el timón. “Esto nos ha hecho cambiar un poco los objetivos del año”. A diferencia de años anteriores, esta temporada la puerta del WTA Finals se abre de par en par, pues en lugar de cuatro serán ocho las parejas que compitan en el torneo broche de temporada. “Desde WTA nos dijeron que había opciones serias de que llegaran al Masters. Para ello cuentan los mejores 11 torneos que hagamos, pero en nuestra planificación no entraba que ellas jugaran 11 torneos juntas. Una vez se ha abierto una posibilidad tan bonita, que al final tiene que ser una ilusión y nunca una amenaza, no podemos renunciar a ella” confiesa sobre dos jugadoras inmersas en el Programa Total de Control de Jugador de Élite de Novaelite, el centro radicado en Barcelona donde ambas realizan sus puestas a punto.
Cuando apenas resta el último tercio de la temporada, canaria y caraqueña ni siquiera acumulan el 50% de los torneos con que alimentar su ranking de cara al WTA Finals. Una circunstancia que obliga a solapar torneos de dobles a contrarreloj para alimentar el sobrevenido objetivo. “Hemos cambiado un poco el calendario. Ellas fueron las primeras que propusieron jugar más semanas el doble hasta poder llegar a jugar 10-11 torneos y sumar el máximo de los que cuentan para ese Masters”, un destino donde ninguna pareja compite bajo bandera española desde que Nuria Llagostera y María José Martínez Sánchez se proclamaran campeonas en 2009.
Llegar allí es pisar tierra en llamas, porque la cúspide del circuito desvela jugadoras con más finales de Grand Slam en las piernas que torneos de dobles disputaron Carla y Garbiñe como pareja, algo presente en el seno del equipo, que busca en el cemento americano terminar de pulir un rodaje común para perfeccionar la coordinación y los automatismos. “Las parejas que compiten de cara a este Masters juegan todo el año juntas. Debido a esto en Estados Unidos hemos decidido apretar y que estén juntas en Stanford, Montreal, Cincinnati y US Open” la primera gira de una pareja que se ha unido con cuentagotas hasta el momento.. “Así saldrían con ocho torneos” recalca Budó. Una vez completado ese tramo, la idea es unir fuerzas en dos torneos más entre la gira asiática y el indoor europeo para apuntalar la candidatura.
A la espera de la decisión que tome Garbiñe Muguruza de cara a 2015, indecisa entre defender la bandera venezolana o la española en Copa Federación para poder llegar así a los Juegos Olímpicos de 2016, el doble junto a Carla Suárez es una realidad con un objetivo entre las manos. “Podemos soñar con esa opción de llegar al Masters”.
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