Edevasto Lifante declara como testigo que Juan Cuenca falsificó su firma
Edevasto Lifante, dueño de la cantera de mármol de Abanilla (Murcia) cuya venta se sospecha estuvo en el origen del asesinato de la jugadora holandesa de voleibol Ingrid Visser y de su pareja, Lodewijk Severein, ha declarado hoy que el principal acusado, Juan Cuenca, falsificó su firma para intentar vender su propiedad.Lifante, que ha prestado declaración como testigo, ha dicho durante el interrogatorio que no tuvo ninguna noticia sobre la llegada a Murcia de la pareja de holandeses, ocurrida el 13 de mayo de 2013, el mismo día en que fueron asesinados en una casa rural ubicada en la localidad de Molina de Segura.
"La primera noticia de su desaparición la tuve el día 18 cuando una antigua jugadora del equipo de voleibol, Priscilla, me envió un 'whatsApp' desde Suiza dándome la noticia", ha dicho Lifante.
Durante su declaración y a instancias de la Fiscalía se le ha exhibido un contrato en el que aparece su firma y, según el cual, ofrecía a un inversor una opción de compra sobre la cantera, previa entrega 300.000 euros.
Lifante ha reiterado en varias ocasiones que "jamás" estampó su firma en el documento, y que la firma fue falsificada por Juan Cuenca, ya que tenía acceso a la documentación que obraba en el club de voleibol, del que Lifante era dueño y en el que Cuenca colaboró para la organización de unos campeonatos.
También ha revelado que cuando cesó la relación con Cuenca comprobó que habían desaparecido de las oficinas de esta entidad deportiva documentación sobre la misma y los ordenadores, por lo que exigió a Cuenca su devolución, a lo que se negó diciendo que no lo haría hasta saldar las deudas que tenía con él.
En declaraciones a EFE, Lifante ha dicho que el caso no está agotado y que se debe profundizar más en algunos aspectos de la investigación.
Ha añadido que a lo largo de estos tres años ha tenido la posibilidad de analizar lo que consta en el sumario y de sacar sus propias conclusiones sobre la participación de cuantas personas pudieron hacerlo en los asesinatos y los posibles móviles.
Según Lifante, "en todo esto hay unas claves" que cree haber conseguido descubrir, aunque no ha querido adelantar cuáles son.
Por otro lado, ha dicho estar convencido de que él mismo iba a ser una de las víctimas, conclusión a la que dice haber llegado tras analizar lo ocurrido.
Esta cuarta sesión de la vista oral, que se desarrolla en la Ciudad de la Justicia de Murcia ante un jurado popular, ha dado comienzo con la declaración de Serafín de Alba, propietario del huerto de limoneros donde fueron enterrados los cadáveres de la pareja, acusado de encubrimiento.
De Alba ha negado en varias ocasiones que Cuenca le hubiese hecho la menor referencia sobre los crímenes y también que conociera que los restos morales habían sido enterrados en su finca.
En esta sesión también han declarado, en este caso como testigo, D.F., quien ha asegurado que en varias ocasiones le prestó dinero a Cuenca y que entró en contacto con él porque le había ofrecido la compra de la cantera.
El testigo ha añadido que desistió de formalizar la operación porque sobre la misma pesaba una hipoteca de 40 millones de euros.
En calidad de testigo ha declarado asimismo M.M, quien ha señalado que comenzó a prestar servicios para Juan Cuenca como chófer de forma esporádica, pero que en un determinado momento lo dejó porque siempre lo "llevaba en promesas" de buscarle trabajo y nunca lo cumplía.
Al preguntarle la fiscal del caso si recordaba los motivos por los que durante el día en que se produjeron los asesinatos y los dos días posteriores había recibido 19 llamadas de Cuenca en su teléfono móvil, ha contestado que no recordaba el contenido de las mismas y que Cuenca lo llamaba con mucha frecuencia, por lo que tampoco le dio importancia.