Tan sencillo, tan difícil
Ni una semana ha tardado el Sevilla en renovar a José Luis Mendilibar tras la consecución de la séptima UEFA Europa League. El técnico de Zaldibar llegó, vio y venció, nunca mejor dicho, tras escribir una nueva página dorada en la historia de la entidad rojiblanca en poco más de dos meses. Qué sencillo suena escrito así, pero qué difícil conseguirlo.
El juguete roto y vapuleado del Coliseum por el que pocos profesionales hubiesen apostado a reparar en el tramo final de competición fue la gran oportunidad de la carrera deportiva de un entrenador de 62 años que estaba en el paro. Debe ser sencillo decir 'sí' a un club de tal magnitud cuando estás acostumbrado a trabajar en equipos de menor nivel (sin desprestigiar ni mucho menos su dilatada carrera), pero qué difícil es hacerlo cuando dicha entidad atraviesa un peligroso contexto no conocido desde hace más de dos décadas.
Sin la necesidad de recordar lo logrado por José Luis Mendilibar en su hasta ahora corto pero exitoso periodo como sevillista, pues basta con echar un vistazo a la imagen que preside este artículo, también es justo centrarse en el cómo.
Las heroicas eliminatorias ante el favoritísimo Manchester United y la competitiva Juventus de Turín, rematadas a la perfección en el imponente Puskás Aréna de Budapest donde, a su manera, hincó rodilla el mismísimo José Mourinho, han puesto en el mapa europeo con total merecimiento a un técnico currela, directo y sencillo, pero para nada simple.
A pesar de todo lo citado, aún hay quien trata de autoengañarse catalogando la propuesta del técnico sevillista como simple. Ya lo dijo Johan Cruyff: "Jugar al fútbol es sencillo, pero jugar un fútbol sencillo es lo más difícil que hay".
Mendilibar ha logrado una practicidad inimaginable en un equipo al que llegaron a decirle por escrito qué debía hacer sobre el césped con el partido en juego. La zaga sevillista, que durante una buena fase de la temporada fue digna del circo de los Hermanos Tonetti, acabó erigiéndose como pilar fundamental en la inmediata recuperación liguera. El centro del campo comenzó a derribar y construir, a pesar de que Ivan Rakitić tenía la misma edad que antes de la llegada del entrenador vasco a Nervión. Y los extremos volvieron a actuar como actuan tradicionalmente los extremos del Sevilla, insistentes y voraces, como el renacido Lucas Ocampos. Qué complicado es lo que ha conseguido 'Mendi', amén de los Loic Badé, Gudelj, Suso o En-Nesyri. Porque claro, es más sencillo si tienes en nómina a este tipo de futbolistas, pero a pesar de ello, qué difícil fue hasta que comenzó el mes de abril.
Al igual que nadie quiere esa copa como la afición rojiblanca, a la que ya buscan otro hueco en el antepalco del Ramón Sánchez-Pizjuán, nadie como los sevillistas ha puesto en valor el trabajo de Mendilibar en Sevilla. Así se pudo percibir en Budapest cuando dos horas antes del comienzo del partido, José Luis, en solitario, caminó por el césped del Puskás Aréna en dirección a la grada local entre miles de aplausos y gritos de aliento. Qué sencillo es que una afición como la del Sevilla te muestre su cariño, pero qué difícil es ganárselo con humildad, trabajo y compromiso desde el día uno.
El fútbol, ese deporte que no debe nada a nadie, pone ahora en valor la figura de José Luis Mendilibar tras una larga trayectoria alejado del gran foco. Y aunque nada le debiese la pelota, sí que merecía con creces ampliar su contrato con el Sevilla tras su excelente gestión durante los dos últimos meses de competición. Como si fuera tan sencillo lograrlo de una tacada en la primera gran oportunidad que le han concedido; como si no fuera tan difícil grabar para la eternidad su nombre en plata.
