Se busca identidad
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El Sevilla continúa buscando ser un equipo reconocible
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Ni la 'plata' en Budapest puede tapar los problemas del equipo
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Los principios de Mendilibar
¿Otra vez? Sí, otra vez. Contaba hace años Pepe Castro que esa famosa frase que tanto ha repetido en los últimos meses la vivió con Platini, tras la entrega de la tercera Europa League, cuando el expresidente de la UEFA bromeaba sobre la insistencia del Sevilla con dicho título. Ahora, por desgracia, podría valer para volver a contar que, por enésima vez, por cuarta vez en apenas un año, el club sigue, a base de bandazos, buscando estabilidad, buscando identidad. ¿Otra vez? Sí, otra vez.
La plata lo soporta todo, decían. Nadie olvidaría lo conseguido, decían. Preguntadle a Julen Lopetegui, el mejor técnico de la historia del Sevilla, o a José Luis Mendilibar, el último salvador de la historia blanquirroja. Ahí estaban, ahí están.
El Sevilla, por cuarta vez en un año, vuelve a buscar inquilino para un banquillo, líder para un vestuario, que parece imposible de conducir. No es que el grupo de jugadores sean rebeldes (o eso dicen), no es que los futbolistas sean malos (o eso dicen), pero es que el equipo vuelve a estar moribundo. Y la razón, al menos en mi humilde opinión, es evidente: este equipo ha perdido señas de identidad.
El conjunto de Nervión, por el gran trabajo realizado por muchos dirigentes (algunos están y otros ya no están), se convirtió hace no demasiado en un auténtico león competitivo. No era bonito, no era atractivo; era letal. Y eso le gustaba a su gente.
Los equipos de Juande, de Unai, de Lopetegui e incluso el que ganó con Mendilibar la Europa League (aunque no le guste al técnico reconocerlo), se ganaron a su grada a base de garra, de coraje, con mucha calidad (innegable) y, por encima de todo, con identidad, siendo reconocibles. El león que mira al elefante, como decía Rakitic.
Si algún sevillista es capaz de recordar los porcentajes de posesión de sus equipos en las finales que ha ganado, o si la sacaba jugando o en largo, que firme aquí debajo. Lo que sí estoy seguro es que los aficionados blanquirrojos reconocían a su equipo, sabían a lo que iban y sabían que tenían serias opciones de ser muy felices.
El Sevilla, sin embargo, bañado por la gloriosa plata de Budapest (que se dice pronto y no está a la altura de muchos), empieza a sumar años dando bandazos, sin saber bien a lo que juega, discutiendo sobre si deben sacarla en corto o en largo, cambiando sus ideas en plena temporada. En resumidas cuentas, y viendo que Lopetegui, Sampaoli y Mendilibar se parecen casi lo mismo que la mandarina, el plátano y la manzana, el Sevilla ha perdido su identidad.
Visitar el Sánchez-Pizjuán se ha convertido en una cita más, apostar al Sevilla ante equipos como Real Madrid o Barça es imposible, y creer que el equipo puede pelear contra otros como la Real Sociedad o Atlético de Madrid por una plaza en Champions, parece una broma. ¿La razón? La pérdida de identidad.
A estas alturas, en un deporte en el que todo está inventado, el nombre del sustituto debe importar poco, pero lo que sí debe saber el elegido es la identidad del Sevilla, lo que sí deben saber sus jugadores es en el club en el que juegan, lo mínimo que pide su gente, porque esa identidad fue la que le llevó a pelear un día por todo y con todos, y porque esa falta de la misma es la que le ha llevado... a pelear contra casi nadie.
¿Lopetegui el mejor de la historia? ¿No le suenan un tal Ramón Encinas, Juande Ramos o Unai Emery? Por favor...