Unai Simón, Agirrezabala, Iribar y el Athletic, grandes entre los grandes

Qué bueno es levantarse leyendo que Julen Agirrezabala elige seguir con nosotros... Porque saben, estimados lectores de ElDesmarque Bizkaia, que nos llamen el Bilbao, la verdad, me trae al fresco. Que nos metan pullitas con que no guardamos una ortodoxia extrema con la filosofía del Club, lo mismo. Si seguimos ganando nos exigirán que los jugadores del Athletic tengan que nacer en Lezama o en la Alameda de San Mamés...

Lo que llevo peor, realmente no lo aguanto, es que cuando se habla de los grandes del fútbol español, no se incluya al que tiene tanto merecimiento para serlo como es el Athletic Club.

Es estos días felices por el temporadón del Athletic, vuelvo a oír cosas como que Unai Simón podrá hacer una gran carrera en el Athletic, 'pudiendo haber fichado por un grande'. Y lo peor es que este tipo de comentarios no sólo vienen de las grandes o pequeñas centrales mediáticas de Madrid; es que parece que aquí también lo tenemos interiorizado como si fuera cierto.

Porque vamos a ver. ¿A cuáles se llama equipos grandes, según las tesis imperantes?

Lo serían el Madrid y el Barcelona, más el Atlético de Madrid en los últimos años. También han llegado a llamar grandes a estrellas  que brillaron en momentos determinados, como el Dépor, el Valencia o el Sevilla, cuyos dispendios económicos les han dejado para el arrastre.

Por cierto, Barcelona y Atlético también son hoy víctimas de haber vivido por encima de sus posibilidades, y si el Madrid se salva, es por el inmenso pelotazo de la Ciudad Deportiva. Por otra parte, es paradójico llamar al Real Madrid grande del fútbol español cuando en ocasiones no alinea ni a un jugador seleccionable por España.

En una reciente edición de la Tertulia Athletic, de Radio Popular, a la que de vez en cuando me convoca por amistad el gran Patxi Herranz, junto a gente que de verdad entiende de fútbol, no como yo, me preguntó por lo que me había parecido lo más bonito de la final de  copa.

Y como lo llevo tan dentro, no tuve que pensarlo mucho. Y mira que había cosas bonitas. Para mí, lo más bonito de la final y de toda la temporada es que el Athletic ha mostrado al mundo la diferencia entre equipos ricos y equipos grandes.

Rico es el que tiene tela. Cualquiera puede serlo, con dinero. Y si cuando se les acaba el dinero, la gente les da la espalda, es que no eran tan grandes. Miren ahora a Joan Laporta con los cubiletes de las palancas, y Montjuic lleno de turistas.

Por otra parte, se pueden ir preparando, porque llegan los del turbante con dinero de verdad. En Europa cada vez  va a costar más competir frente a los árabes, que no necesitan palancas ni recalificaciones. Y aquí nos llega el jeque Mansour, que con sus crecientes inversiones, quiere hacer del Girona un nuevo grande al abrigo del City.

El sesgo diferente y reconocible del Athletic: a contracorriente

Frente a eso, hay equipos que pueden esperar 40 años a una Copa, querer más al club cuando peor está, llevar 100.000 personas a un partido a mil kilómetros de distancia a pesar de todas las finales perdidas, echar a otro millón a la Ría para celebrarlo ante el asombro del mundo entero…

Y hacerlo con lo propio, sin que eso sea incompatible con estar en el top en cuanto a títulos conseguidos. Por cierto, que no hemos estado desaparecidos estos 40 años, pues sólo en los últimos 15, hemos disputado 11 finales y ganado tres títulos, incluso goleando al mejor Barça de Leo Messi.

Estamos aquí desde siempre, con lo nuestro. Con pasado de Rey hasta que el fútbol dinero se impuso al fútbol deporte, presente de campeón y un futuro espléndido, en el que habrá que pelear sin desfallecer un momento.

Y llenando todas las categorías de la selección de jugadores de nuestra cantera. Al que no le parezca que eso es de equipo grande, por lo menos que lo explique.

P.D. Por cierto, mi mayor alegría por el ascenso del Deportivo de La Coruña, equipo que ha demostrado su grandeza en Primera RFEF, categoría en la que su afición le ha respaldado más aún que cuando jugaba la Champions. Grandes.

· Por Gonzalo Arroita Berenguer, Letrado y Urbanista