Fernando Alonso y su Aston Martin Valkyrie se convierten en 'atracción turística' en Mónaco
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El Valkyrie de Fernando Alonso, objetivo de los turistas
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Decenas de vídeos circulan en redes con el piloto asturiano como protagonista
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El Casino de Mónaco, el Palais Princier, la Catedral de San Nicolás, el puerto deportivo, la Iglesia de Santa Devota, las curvas del circuito... Mónaco tiene un sinfín de atracciones y monumentos para los más de 350.000 turistas que visitan las calles del Principado al año y, desde hace unas semanas, tiene una más con Fernando Alonso como protagonista.
Desde que Fernando Alonso recibió su Aston Martin Valkyrie de tres millones de euros a finales de agosto, en Mónaco se ha convertido en todo un acontecimiento intentar fotografiar o grabar al piloto asturiano a bordo de su lujoso coche de calle. Basta con introducir en cualquier red social las palabras 'Alonso' y 'Valkyrie' para encontrar decenas de vídeos grabados por personas de todo el mundo que tienen la suerte de coincidir con el piloto en su visita al Principado.
Fernando Alonso, 'profeta' en Mónaco
De día, de noche, circulando, en parado, con Fernando Alonso dentro, con sólo el coche parado, con Melissa Jiménez... los turistas han captado el coche del ex de Alpine de todas las formas posibles. Incluso... ¡Grabándole de cerca mientras conducía!
Ir a Mónaco y ver de cerca el lujoso Aston Martin Valkyrie se ha convertido en un must obligatorio para todo aquel que quiera viajar a una de las ciudades más singulares del planeta. Y, si Fernando Alonso no está en fin de semana de Gran Premio y tampoco está en su Asturias natal, vas a tener muchas posibilidades de encontrártelo por la calle.
Encontrarte al Aston Martin Valkyrie debe impactar y mucho, y no es para menos. Este hiperdeportivo es capaz de igualar en rendimiento a monoplazas que corren en Fórmula 1 o Le Mans, está casi hecho en su totalidad en la famosa fibra de carbono y tiene un motor 6.5 V12 atmosférico único capaz de alcanzar los 1.000 CV de potencia. Solo el hecho de verle acelerar tiene que ser una auténtica pasada.
