La estrategia de Toyota que arrincona a los coches eléctricos

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Este nuevo plan busca salvar los coches con motores de combustión interna
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Mazda, Subaru, Suzuki y Daihatsu también forman parte del proyecto
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Mientras Europa acelera hacia la electrificación total, Toyota y sus aliados japoneses están apostando por un camino distinto, quizá menos mediático, pero no por ello menos revolucionario: los combustibles sintéticos. Esta tecnología, aún emergente, podría redefinir el futuro del automóvil, sin depender exclusivamente de baterías ni cargadores.
El anuncio llegó con fuerza: Toyota, Mazda, Subaru, Suzuki y Daihatsu unifican esfuerzos para demostrar que el motor de combustión todavía tiene recorrido. Su escaparate será nada menos que la Expo 2025 en Osaka, donde una flota de vehículos lanzadera utilizará únicamente combustibles no fósiles. No se trata de una propuesta teórica: son coches reales, listos para transportar a autoridades y visitantes.

Toyota y las japonesas apuestan por los combustibles sintéticos
El más visible, por ahora, es el Mazda CX-80, una versión híbrida enchufable que rompe moldes al combinar electrificación con carburantes sintéticos. Es la primera vez que un PHEV (vehículo híbrido enchufable) se alimenta de este tipo de combustible, lo que marca un precedente técnico y simbólico en la industria.

Detrás de este movimiento está una visión pragmática: no todos los países ni usuarios están preparados para la transición total al coche eléctrico. La infraestructura, el coste y la duración de las baterías siguen siendo obstáculos. Toyota lo sabe y juega una carta distinta: mantener el motor tradicional, pero sin emisiones.
El camino para salvar los motores de combustión interna
Japón ya opera una planta piloto capaz de producir combustible sintético a partir de hidrógeno, completamente limpio. Aunque hoy solo genera un barril diario, representa un paso firme hacia la autosuficiencia energética sin petróleo. La gran incógnita es si podrá escalarse sin disparar los costes.
En contraste, Europa mantiene una postura ambivalente. Mientras Stellantis y Porsche se muestran abiertos a estos combustibles, la regulación sigue enfocada en el coche eléctrico. Pero si el marco legal cambia, millones de vehículos actuales podrían seguir circulando sin contaminar, sin necesidad de electrificarse.