La margarita de Ernesto Valverde con Guruzeta y Maroan Sannadi

Fue tan contundente y absoluta la apuesta de Ernesto Valverde por Maroan Sannadi que el juego del Athletic Club colapsó. Eso me pareció a mí, al menos. Que el funcionamiento del equipo se vio afectado negativamente porque en ataque todo giraba en torno al daño que el llamado 'Elefante africano' era capaz de provocar en las cacharrerías que los rivales montaban para cuidarse de sí mismos y proteger a su portero.

Un amor a primera vista. Mariposas en el estómago. A Valverde le pusieron en bandeja la figura de un ariete que goleaba para el Barakaldo CF en Lasesarre y se encaprichó de él. Creía estar delante de un unicornio azul. ¿Quién más poderoso, potente, mágico, embaucador que Sannadi? Su apuesta por este portento físico provocó que se fuera al traste el idilio que el 'Txingurri' mantenía con Gorka Guruzeta.

Gurugol. Pitxitxi del pasado curso con 14 dianas. Seis goles en su cuenta antes de aparecer en el Coliseum. Titular junto a Maroan Sannadi, el ariete por el que Ernesto había apostado desde que se lo pusieron delante de los ojos.

Hechizado. Pura obsesión. Llega y lo mete en la convocatoria. Le da minutos. Lo convierte en titular, en detrimento de Gorka Guruzeta. El Athletic ya tiene, por fin, el nueve que, sin buscarlo, lidera la polémica y se erige en la opinión mayoritaria. Valverde escribe artículos de opinión en las páginas centrales del periódico de mayor tirada. La gente lo lee.

Algo tendrá Maroan Sannadi cuando Txingurri lo bendice con el agua bendita de la titularidad. En el Athletic.

La parroquia, esa de la cerveza en la mano apoyada en la barra de un bar, por oposición que da y quita razones, carga contra Guruzeta. "Qué mal está Gorka"... "Ni sombra de lo que fue"... "Sus días de gloria se fueron volando"... "Ni ataca ni defiende"... "No se va de nadie"... "Ni un control, ni un regate, ni un apoyo, ni una asistencia, ni un gol"...

Lleva seis, sin embargo. Números que no interesan porque lo que está en juego es el prestigio de Sannadi. "Maroan y diez más". Desde el principio me sentí fuera de la manada. Ni en contra ni a favor. Asustado, más bien, por esta corriente identitaria que llevaba en alas al advenedizo y ahogaba en lodo al vigente Pitxitxi.

Y sin embargo, el equipo colapsaba. Porque Sannadi lo era todo... menos una pieza que encajara en el juego combinatorio del equipo, enemigo de la cohesión, un portento físico al que alimentar de balones para que la grada soñara con una expulsión que le permitiera a San Mamés jugar con doce... y contra diez.

Andaba con ganas, muchas, de reivindicar la figura de Gorka Guruzeta. Y de situar a Maroan Sannadi en el lugar que le  corresponde...

Que Gorka recuperara el cetro de mando que por sus hechos se había ganado. Y darle al gigante de Vitoria-Gasteiz el rol del Caballo de Troya que se necesita para dañarle al rival en sus entrañas.

Coliseum. El juego de la espera. El curativo. El de los 'veinte minutos tiene el horror'. Cuando las cosas están en su sitio. Y ni siquiera Bordalás está por la labor de intentar ganar por la vía de la refriega. Cinco partidos perdidos de una tacada. No hay faltas. El juego no se para. "Esto no es fútbol, Papa".

Valverde sabe que, llegado el momento, Guruzeta regresará desde el otro lado de la delgada linea roja para golear de lujo. Interior total de su zurda contra la base del palo corto. Gorka. Guruzeta. Gurugol. Las cosas en su sitio. El, lo que fue y a su manera. Lo que es. Lo que seguirá siendo. Porque este Athletic, si no quiere colapsar, necesita recuperar al que Valverde colocó de nueve falso y verdadero.

De regalar y ofrecerse. De asistir y marcar con elegancia y sutileza. En el Coliseum, Guruzeta le ha dejado claro a su entrenador que el 'nueve' del equipo es Gorka. Y que Maroan Sannadi es ese portento llamado a socorrer a los leones cuando la fatiga apriete.

Diez años después, la UEFA Champions League recupera un estadio top en el que se congrega el "famoso Athletic, el famoso Athletic Club". Munduan bakarra. Athletic Gu gara. Y Dani Vivian rematando la faena con el recurso de su puntera.

• Por Kuitxi Pérez García, periodista y exfutbolista