Lo que hace grande a Mestalla es su pueblo

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Venir a jugar a Valencia es un suplicio para los rivales y un motivo de orgullo para los locales
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Escrito está también, que lloraré el día que lo vea caer, el momento en el que no pueda ir más a ese templo
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Pero lo que da puntos es el pueblo de Mestalla, el que habita y da sentido a ese campo
Como cada vez que una temporada pone punto y final en Mestalla a uno le entra la morriña. Echas la vista atrás y repasas un año que, en su primera parte fue excepcionalmente duro. Con Rubén Baraja, por él y con él, lo pasamos mal. Nada salía y uno vivió un cúmulo de inexplicables desdichas que, por momento, me hicieron creer que el Valencia CF se había olvidado de ganar. Con Carlos Corberán y su amplio y preparado cuerpo técnico (ahí radica una de las principales diferencias con Baraja) la cosa cambió, la flechita fue hacia arriba y el equipo no sólo se salvó haciendo una segunda vuelta de Champions, sino que incluso se permitió el lujo de flirtear con Europa.

Este domingo cayó ante el Athletic, pero simplemente fue porque el conjunto vasco es mejor, porque el equipo se dejó la piel y su afición, una vez más, demostró que es la mejor de España (perdón por el resto). Las despedidas a Jaume y Giorgi fueron maravillosas; la petición de que se quede Enzo, certera; el aplauso a Corberán merecido, la crítica a Peter Lim justificada y el aplauso al equipo, el reconocimiento a los que se han dejado la piel por el escudo.

El pueblo de Mestalla, el denominador común
Esa hinchada exigente pero sabia, dura pero cariñosa, inteligente y nunca racista que entendió rápidamente que a este equipo había que acunarlo para que saliera del pozo. Lo que no cambió antes con Baraja y después con Carlos fue el apoyo incuestionable del pueblo de Mestalla a su gente.
Claro que Mestalla da puntos. Claro que venir a jugar a Valencia, esté como esté el equipo, es un suplicio para los rivales y una motivación extra para los jugadores de casa. Pero el estadio es más que una construcción.

Mestalla, lo he escrito en infinidad de veces, cobra vida propia cuando ruge, se mueve, se convierte en una única persona que aprieta, aprieta, aprieta y lleva a los suyos al éxtasis. Ha sido y es uno de los lugares más felices para uno en esta tierra y, escrito está también, que lloraré el día que lo vea caer, el momento en el que no pueda ir más a ese templo.

Pero que algún día (posiblemente en julio de dentro de dos años) vaya a desaparecer Mestalla por una decisión que se tomó hace dos décadas no significa que su espíritu y su fuerza vayan a desaparecer. Ni tampoco la sapiencia o la exigencia de sus gentes.

Estoy convencido que este espíritu que hoy puebla Mestalla seguirá allá dónde sus gentes vayan. Porque lo que da puntos no es Mestalla, sino el público que lo habita. El que le pone el alma a ese edificio y que se ha hecho escuchar en otros tantos recintos mágicos e históricos para el valencianismo (Gobeborg, el Villamarín, la Cartuja etc...) es su grada, su hinchada. Mestalla da puntos, pero el Nou Mestalla también los dará. Así que, mientras usted y yo sigamos yendo al campo, al viejo coliseo o al Nou Mestalla, venir a jugar a Valencia seguirá siendo un suplicio para los rivales y un orgullo para los locales. Feliz semana.
David Torres
Delegado de ElDesmarque en Valencia