El último gesto de Saúl Ñíguez en su 'annus horribilis' en el Sevilla

Una temporada para olvidar. Saúl Ñíguez llegó al Sevilla el pasado mercado veraniego con el convencimiento de recuperar no solo su mejor versión, sino también la del conjunto blanquirrojo, pero la historia, por desgracia para todas las partes, ha sido muy diferente. Su curso, marcado por una grave lesión, se cerrará tal y como arrancó: ausente, con el ímpetu de ayudar... pero sin suerte.

Lo que mal empieza, normalmente, mal acaba. Saúl llegó a Sevilla arrastrando una sanción del pasado curso, se perdió el primer encuentro, lo expulsaron en su segundo partido como sevillista y al cuarto se lesionó.

Tras dos meses de recuperación, el todavía futbolista del Atlético de Madrid fue cogiendo ritmo, confianza, firmó encuentros de mérito como aquel en Girona y se llegó incluso a firmar registros -en asistencias- que no había conseguido hasta el momento.

La confianza de Saúl, desplomada

La confianza tanto del futbolista como de sus compañeros y técnicos -García Pimienta apostó muchísimo por él- era máxima, pero como le pasó al equipo, Saúl acabó cayendo en picado.

A pesar de ser uno de los indiscutibles de Pimienta y ser uno de los capitanes del plantel, el Sánchez-Pizjuán fue perdiendo confianza en él, nadie le negaba su compromiso, sus ganas -formó parte de aquella charla con el exentrenador blanquirrojo junto a Suso-, pero su fútbol se apagaba poco a poco.

No se rindió y ni las pitadas de su propia afición -ante Las Palmas fue unánime- le restaban ilusión, pero su curso, su historia en el Sevilla, parece que ha acabado antes de lo esperado.

Siete semanas de 'sufrimiento' y un parón necesario

Fue hace casi dos meses cuando empezó la travesía de Saúl. Sus pocos minutos ante el Betis -especialmente-, ante el Atlético de Madrid o ante el Valencia apuntaban a una pérdida confianza de García Pimienta, pero la realidad iba más allá.

Durante siete semanas, Saúl ha estado tratándose, jugando infiltrado, por esa tendinitis rotuliana que le evitó jugar ante el Real Madrid. A pesar de que los médicos le recomendaban, semana a semana, detenerse, el mediocampista no ha querido dejar a sus compañeros solos en la salvación y, siempre dentro de sus posibilidades, se ha ofrecido para jugar donde y como lo necesitasen sus entrenadores.

Con la salvación conseguida, los médicos han insistido en la importancia de parar y, después de muchas semanas, el jugador ha aceptado. Su presencia ante el Villarreal es una incógnita, su futuro en Sevilla parece estar agotado -la historia debería cambiar muchísimo-, pero Saúl ha querido, hasta el último día, ofrecerse, ayudar.

La suerte no le acompañó, su rendimiento tampoco, pero en el vestuario siempre recordarán el compromiso y el apoyo de Saúl en un año en el que todo se vistió de negro en el Sevilla.