¿Y a quién quitamos en el Athletic?

Llevo ya muchos años echando un ratito a escribir unas líneas sobre el Athletic Club en este rincón rojiblanco que es ElDesmarque Bizkaia una vez finalizada la temporada. Un verdadero placer, como siempre. El asunto es que este año la tarea resulta especialmente gratificante. Hacer balances desde las capas altas de la felicidad no es lo mismo que hacerlo desde la tabla rasa del deber cumplido.

Una cosa es dar el visto bueno a una temporada aceptable o incluso buena, y otra relamerse con los numerosos pasajes de un ejercicio para el recuerdo, por mucho que el disgusto de la semifinal europea todavía nos revolotee por la cabeza. Sólo el noruego Espen Eskas sabrá por qué convirtió una jugada dudosa a la que dedicó cinco minutos de visionado en una sentencia para un Athletic que no pudo ni supo digerir el atropello.

El caso es que el Athletic ha pasado esta temporada de ser un alumno aplicado a, casi casi, uno de los empollones de la clase. Redundar a estas alturas en los números de victorias, derrotas, puertas a cero o goles encajados es reincidir en lo que todos ya sabemos.

Lo verdaderamente importante es celebrar y reconocer que esta plantilla y este cuerpo técnico han dado un paso adelante de verdadera calidad que les ha llevado a comer, como se dice ahora, en la mesa de los mayores.

El Athletic ha pasado de asombrar unos pocos días al año a hacerlo repitiendo esfuerzos y exigencias cada tres días, y eso es algo parecido a pasar de pantalla en el videojuego más enrevesado.

Está claro que para conseguirlo han influido muchas cosas: la respuesta formidable de la plantilla, (los llamados titulares y los otros), la valentía y el buen manejo de los tiempos del entrenador y, por supuesto, el paso adelante decisivo de jugadores que desde la bisoñez (Jauregizar) o desde la experiencia (Berenguer), han aportado ese plus que tanto ha agradecido el equipo.

Además, y a la vista de que el presumible refuerzo de Álvaro Djaló ha resultado hasta la fecha un fracaso, el Club supo aportar algo distinto en el mercado de invierno con la llegada de Maroan Sannadi, un acierto se mire por donde se mire pese hay que ser muy ciego para no ver que su margen de mejoría es infinito.

Dicho todo esto, y como en Bilbao no somos tontos por mucho que Enric Masip, mano derecha de Laporta, quiera hacer creer que cuando San Mamés grita “Y Negreira qué” no está diciendo “Kylian Mbappé”, convendría echar una pequeña mirada al futuro porque esta maravillosa temporada no puede quedarse sin nuevos capítulos ilusionantes.

Ya veremos en los próximos días y semanas cómo decide el Club invertir buena parte del suculento pastel económico recaudado y el que está por venir del maná de la Champions, pero a nadie se le escapa que es el momento de incrementar el nivel de la plantilla porque, además, en el escaparate hay jugadores para ello.

Hace unos días, charlando de fútbol con unos amigos, me “enfadé” cuando nombré a algunos posibles refuerzos y uno me dijo esa famosa frase de '¿pero a quién quitamos?'.

El que no haya visto todavía que el fútbol de hoy no va de onces iniciales sino de plantillas de 17-18 jugadores de nivel que permitan cambios sin grandes diferencias (estrellas al margen), es que no sabe de qué va la película.

Y las películas de la próxima temporada se proyectarán en grandes salas con feroces críticos.

El Athletic necesita reforzar su centro del campo, no estaría nada mal un recambio para acompañar al maravilloso pero imprevisible Oihan Sancet, y sería muy bienvenida, a mi juicio, alguna incorporación en las bandas tanto en ataque como en defensa. Y si hay alguna baja entre los centrales, más de lo mismo.

Ese es el escenario, otra cosa será el alcance de la apuesta económica. Lo que será imposible rellenar, porque sencillamente eso no hay quién lo pague, es el hueco que deja un tío irrepetible como Oscar de Marcos. La huella del Athletic a través de los tiempos la marcan personas como él.

. Por Ramón Hernández Arostegi, Periodista de RNE en Bilbao