El ratón que mira al león

"¿Así, sin anestesia?". Esta es una frase que Ernesto Valverde utiliza de vez en cuando. Suele emplearla cuando un periodista le hace una pregunta más o menos dura, de esas que se salen del guión habitual y requieren que se moje un poco sobre algún tema caliente. Pues venga, ahí va, sin anestesia. El Athletic Club es cabeza de ratón y ya no cola de león (que Del Nido me perdone). Lo tenía bastante claro en los últimos años y lo que llevamos de esta temporada no ha cambiado mi opinión, más bien la ha consolidado.

Esto no va de momentos de gloria puntuales, de partidos de esos que el Athletic se desmelena y tumba al rival más temible. Esos los ha habido siempre y seguramente, de momento esta temporada no, también llegará alguno en esta campaña. Esto va de inercias más o menos consolidadas, de las huellas futbolísticas que va dejando un equipo, del aroma que van desprendiendo los sucesivos proyectos que se suceden en el último lustro y que, esté quien esté en el timón, acaban siempre en la misma orilla.

No seré tan osado ni tan incauto como para escarbar en el futuro más inmediato. Este artículo de opinión obedece al propósito de valorar lo hecho a mitad de la presente temporada, y ahí la realidad es tozuda.

El Athletic de hoy es como ese coche de juguete que insiste en chocarse contra la misma pared.

Le das más o menos cuerda, lo orientas en distintas posiciones y direcciones, pero el resultado acaba siendo el mismo. El Athletic ha perdido contra todos los equipos que viven en la azotea de la clasificación, El Barça, el Real Madrid, la Real Sociedad y el Atlético de Madrid. Lo que viene a ser la cabeza del león. La cola del león sería el ramillete de equipos que se reparten la zona de puestos europeos, un territorio cada vez más lejano desde que comenzó este año 2023.

Y a partir de ahí llega la cabeza de ratón, ese terreno que permite dientes de sierra en el rendimiento en el que el equipo rojiblanco se maneja con cierta soltura. Por ahí se explica su efervescencia copera actual, por la solidez ante rivales de potencial menor que ha abierto un camino de ilusión al que agarrarse.

Hasta aquí los datos. El tema de las sensaciones es siempre más complejo. Me acuerdo de un profesor que tuve en el instituto que me decía siempre que, en los exámenes, respondiera primero a las preguntas más fáciles y más accesibles para mí, y que luego me centrara en las demás. El consejo no estuvo mal para acercarme con relativa tranquilidad al aprobado y para dejar la puerta abierta a los días de mayor inspiración. Lo del Athletic esta temporada ha sido algo parecido. Un calendario accesible al principio arropados por San Mamés en la mayoría de los partidos dio pie a pensar en cotas mayores que, tal vez por inexploradas en los últimos años, han terminado por no pasar la prueba del algodón de lo que ha llegado después.

Personalmente creo que el Athletic pide a gritos encontrar cuanto antes, ya esta temporada no, otras soluciones en los laterales (menos mal que De Marcos ha estado a buen nivel), y es una lástima que Ander Herrera no haya podido aportar, por unas u otras razones, esa calidad que se le ve a la legua a poco que disponga de minutos. Sigue faltando ese jugador de referencia y calidad en el centro del campo que dé otro brillo al equipo. Entre eso y la endémica  falta de un hombre gol, creo sinceramente que Valverde sigue y seguirá haciendo malabares con mayor o menor éxito, pero desde luego sin garantía alguna de dar con un Athletic regular y fiable.

Y puestos a hacer balance, mirando al timón del Club, me preocupa sobremanera la ausencia de noticias sobre las renovaciones pendientes.

Tener a Nico Williams y Oihan Sancet a cinco meses de entrar en su último año de contrato da verdadero vértigo. Sé que una renovación depende de la voluntad de las dos partes, pero me cuesta horrores asimilar que no se pueda conseguir atar, y más en el Athletic, a jóvenes de veinte años en su primer intento de renovación. Ahí es donde se debe ver la mano, la pericia, la imaginación  o los recursos de una Directiva.

Ignoro si la más que probable salida de Iñigo Martínez ayudará o no a solucionar lo otro, pero entre todo esto y el hundimiento del Bilbao Athletic, el balance a mitad de curso es absolutamente mejorable. Al menos, nos queda la enorme ilusión por la Copa, hasta ahora de trayectoria intachable,  y la esperanza de que el ratón se agarre como pueda a la cola del león.

· Por Ramón Hernández Arostegui, periodista de RNE