Valverde, este no es el famoso Athletic, el famoso Athletic Club

Athletic. Como una dama gentil en casa de magnate que no sabe por dónde le viene el aire. Catastrófica actuación la de los leones. Partido penoso el suyo. Dos púgiles en un rectángulo descomunal. 108 x 70. El terreno de juego más exagerado de LALIGA. En el Martínez Valero le había retado el Elche CF al Athletic Club. Eder Sarabia a Ernesto Valverde. Técnicos que miden su valía en el nombre de sus peleadores. 'Txingurri'. Nunca un apodo resultó más apropiado. Segundos fuera. Primeros golpes. El Athletic se tambalea.

De haber estado en el córner, en la esquina, en el rincón, habría arrojado la toalla sin esperar el primer toque de campana. Qué superioridad. Qué tunda. Qué meneo. Tres respuestas para una pregunta que no se espera. Sin control. A la deriva. Metáfora de una Gabarra que no hay por dónde cogerla. "Éste no es el famoso Athletic; el famoso Athletic Club".

Sin 'unicornio azul', los que somos Athletic Club nos sentimos perdidos.

A merced de una cuadrilla ilicitana bien avenida que no necesita el peso de los nombres para ahogar los amagos de resistencia de un rival que atesora jugadores top, e incluso internacionales.

Apenas dos secuencias para el escándalo. No en vano uno de los dos equipos ha dado su brazo a torcer. Sobre las causas de una flojera tan preocupante sólo Ernesto Valverde está capacitado para pronunciarse. Nunca se vio un Athletic tan inferior a su rival. Débil por todos sus costados. Falto de munición. Total, para qué, si no tiene armas que cargar. Ni siquiera fuerzas que convaliden su lamentable flaqueza.

Por dónde coger un partido de fútbol si los que habitan la Catedral no nos facilitan asideros. Así y todo, tablas. Sin goles.

Protagonismo para Unai Simón. Por haber tapiado su portería. Y, sobre todo, por ser en este instante motivo de escándalo para el niño que aún sigo siendo. El que ve cómo el arquero de Murgia se dedica a tirar piedras sobre el tejado de la casa que todos defendemos porque en ello nos va la vida...

Eder Sarabia. Tenía marcado en rojo y blanco este duelo frente al Athletic de su aita, el 'orfebre' de Gallarta, que se gustaba modelando con finura los retablos de la Catedral.

El que ha puesto de moda la 'Dama de Elche' con un ascenso a la élite y un inicio de liga trepidante. Tiene sometido a 'su Athletic'. No le basta. "Roja merecía Vivían; una expulsión de libro"; jugada sobre la que luego se explayaría: "La expulsión habría cambiado el partido". "Los árbitros influyen en el resultado".

Un entrenador que exige que el rival juegue con diez para que su superioridad resulte apabullante. Asqueroso fútbol este en el que se buscan penaltis en las barracas del tiro a la mano. Nada que ver con ese juego en el que me prestaba para el recreo de la afición que subía a La Florida. Asco. Rabia. Han matado el fútbol.

Lo mata Aleix Febas. Gran futbolista porque de pequeño fue a la 'fabrica', pero no a la escuela. "Vivian: todo el partido dándole; somos el equipo pequeño, es normal. Las faltas las hacían ellos, y las tarjetas, para nosotros". Algo no va bien en este 'negocio' cuando cien minutos de juego caben en  la falta de André Silva que provoca la mano de Vivian, desequilibrado por el empujón. Lástima. El micrófono de DAZN es el trapo al que los protagonistas entran.

Valverde ha visto lo mismo que Unai Simón.

En la caseta, sin embargo, el portero, como si en sueños, desautoriza a Vivian, a Valverde, a sus compañeros y a la parroquia Athleticzale. La casa, el tejado, las piedras que fueron traídas a colación. El enemigo, en casa; se podría haber ahorrado Eder Sarabia su derroche de sinceridad. Excesiva, también, su puesta en escena, desde el final de la contienda hasta la cuna que con su mano mecía para dominar el pequeño mundo donde todo su excelso fútbol terminaría cabiendo.

"Los árbitros influyen en el resultado". Le invito a Eder Sarabia a que visualice y valore la "coz adrede y a propósito" (así se expresaron los compañeros de DAZN) que Leo Petrot le soltó a Alex Berenguer en las costillas. Agresión. Tarjeta roja.

El Elche se queda con ese jugador menos que Eder Sarabia para el Athletic deseaba. E incluso con nueve habrían terminado el partido si Aymeric Laporte hubiera gozado de la empatía del árbitro cuando su tobillo fue alcanzado a ras de hierba. Un juez jiennense. José Luis Guzmán Mansilla. El joven Guzmán. Guzmán el bueno.

• Por Kuitxi Pérez García, periodista y exfutbolista